A medida que el barrio crecía, los vecinos iban demandando servicios. La salud, era uno de ellos. Allá por 1992, contaban con la Asistencia Pública y el Hospital, como centros públicos más cercanos para asistir.
El dispensario estaba cerrado y desde la escuela, organizaron un trabajo titulado “Trabajamos juntos con nuestras autoridades”, que comenzó con un relevamiento en las 1.200 familias que por entonces habitaban el sector.
El resultado del censo fue contundente. La mayoría quería un dispensario. Sumado a eso, se encontraron con que el 30,20% de los habitantes tenía más de 50 años, por lo que era una población importante que demandaba un centro de asistencia cerca.
Además, al 70,88% el servicio de salud más cercano, le quedaba a más de 10 cuadras. Consideraron también otro dato central: el 31,74% no tenía obra social.
Con esos datos en mano, volvieron al Concejo Deliberante y les plantearon la importancia de reabrir el dispensario. El pedido llegó al Ejecutivo y el intendente les explicó que no lo consideraban por cuestiones presupuestarias.
Es así que los padres de los chicos, conformaron una comisión y fueron recolectando plata entre los vecinos, con lo que pudieron empezar pagando el salario de una enfermera. La otra, para cubrir dos turnos, la aportó el Hospital.
Así fue que surgió el dispensario, que hoy forma parte de la red pública de salud, con la voluntad férrea de docentes, alumnos y padres, que vieron que donde hay una necesidad, hay un derecho y así lo hicieron valer.

EL DATO

El Club Rivadavia es una de las instituciones del barrio homónimo más destacadas.
Se utiliza para práctica de diferentes deportes, como sede social y también para reuniones festivaleras como las peñas de músicos locales, debido a que sus instalaciones pueden albergar a muchas personas.
También es facilitado a algunas escuelas que no tienen espacio para la práctica deportiva.