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El trabajo contó con el esfuerzo de los niños que proyectaron y construyeron el paseo |
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Por la calle Hipólito Yrigoyen, contra las vías, en los años ‘80 había un arbolado espeso, con ejemplares embichados que lejos de dar un contexto natural al barrio Rivadavia, hacía que proliferaran alimañas y suciedad.
A partir de ese problema, desde la Escuela San Martín (de la mano de la docente Alicia Valle) organizaron un proyecto que partió de una encuesta en la que la mayoría de los vecinos aseguraba que cambiar los árboles permitiría mejorar el barrio. Corría el inicio escolar de 1989.
Con la encuesta en la mano, los alumnos y docentes de la institución educativa, fueron al Concejo Deliberante y le explicaron a los ediles la necesidad y la solución, porque ya habían encargado un proyecto para construir un paseo que, en homenaje a la hija del prócer cuyo nombre designa a la escuela, se llamaría Merceditas.
Era el Año Internacional del Niño, declarado por Unicef, y habían decidido que tomaran la palabra.
El Concejo aprobó, pero la escuela debía conseguir los materiales, dado que la Municipalidad aportaba la mano de obra.
Así fue organizaron una “cinchada” de ladrillos, una especie de competencia entre el turno mañana y el turno tarde de la escuela, para ver quién reunía más. El resultado, fue empate. O ganaron todos, dado que consiguieron 15 mil ladrillos donados por los vecinos que visitaron los alumnos.
También hicieron su aporte los habitantes de Las Playas que tienen cortaderos, quienes, después de compartir una jornada de convivencia con los estudiantes y docentes del barrio Rivadavia, les donaron ladrillos para la construcción del paseo.
Mientras, en las aulas seguía el trabajo. Hicieron una especie de volantes con mensajes positivos, que el día de la inauguración, fueron arrojados desde un avión, mientras que un tren pasaba a la hora en que estaban todos presentes desplegando un cartel que decía: “Los niños primero – Unicef”.
El esfuerzo de maestros y alumnos (los chicos se encargaron de desmalezar con sus padres y mejorar el estado del lugar), estuvo acompañado por el resto de los vecinos. EL DIARIO recolectó la información que da cuenta que por esos años, Pedro Gianotti, vecino del lugar, se encargaba voluntariamente de cortar el césped, para mantener limpio el Paseo Merceditas.
Otras vecinas, desde la capilla, hicieron un espacio en honor a la Virgen de Lourdes, donde aún hoy se reúnen a rezar el Santo Rosario.
El ejemplo de la construcción colectiva de un espacio público, surgido desde una escuela y valorado por el barrio.
EL DATO
El barrio Rivadavia tiene una obra de infraestructura muy particular. Se trata del primer subnivel de la ciudad, una especie de túnel que comunica por debajo de las vías, ese sector con el barrio Santa Ana.
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