Desde los 17 años es docente, profesión que abraza con vocación y compromiso. Como vecina del barrio Rivadavia y maestra de la escuela San Martín, se ocupó en generar acciones que fueran motivando, de la mano de los alumnos, la transformación de ese sector de la ciudad.
Una de sus acciones como docente, fue la de vincular a los chicos con su historia. Desde allí, surgen lazos fuertes con los mayores, los que siempre tienen historias para contar y no siempre son escuchados.
“En uno de los trabajos, motivamos a los alumnos para que entrevistaran a la vecina más vieja del barrio. Encontraron a una mujer, esposa de un ferroviario, que recordaba cada lugar antes que estuviera edificado”, relató a EL DIARIO en los barrios Alicia Valle.
Esa mujer recordó que el lugar era una zona de quintas, que se fue poblando a medida que los trabajadores del ferrocarril iban construyendo sus casas.
La escuela San Martín, entonces Escuela Fiscal, funcionaba donde ahora está la capilla. Los chicos venían de diferentes direcciones y se encontraban con una vecina que, por unas monedas, ordeñaba una vaca para dar el vaso de leche que los alimentaba para afrontar la jornada escolar.
Era zona de bajos, porque corría por ahí un antiguo brazo del río, lo que se corrigió después de que las calles estuvieron pavimentadas. Antes, las inundaciones eran moneda corriente.
La mujer entrevistada por los chicos de cuarto grado de la escuela recordó también que la esquina en la que hoy se erige el Club Rivadavia, era llamado “La laguna de los sapos”.
“Ella también relató cómo se construyó el edificio actual de la escuela. Todos los padres pedían el traslado, porque funcionaba cerca de la Escuela Fiscal una curtiembre, que emanaba olores nauseabundos. Ante ese reclamo, un señor de apellido Urquijo, donó el terreno donde funciona hoy la institución”, dijo Alicia.
La donación no estuvo exenta de problemas, porque Urquijo donó el terreno y sin escriturar, tomó un vapor hacia España. El barco naufragó en alta mar y falleció el altruista vecino, por lo que el traspaso definitivo del terreno demoró años y tramitaciones.
Alicia guarda como tesoros los trabajos realizados. Custodia las cartas que escribieron los chicos cuando hicieron un trabajo sobre inmigrantes, en los que cada alumno se posicionaba como un extranjero viviendo en Argentina, y desde aquí enviaba cartas a las familias que estaban del otro lado del mar.
La nostalgia, el relato y la valoración de los mayores, está presente en esas cartas que guarda la maestra jubilada desde el año 2003.
Hoy, se dedica a disfrutar de sus nietos, pero hasta hace poco siguió en actividad dado que además de la docencia, abrazó con pasión la música y el teatro.
“Una de las cosas más hermosas que viví fue el teatro, cuando dirigí a un grupo de Arroyo Cabral. Uno de los actores, había tenido una vida problemática. Había sido violento, alcohólico y gracias a la vocación actoral pudo arrepentirse y reconciliarse con sus hijos. Todavía tengo el recuerdo del día que uno de los hijos fue a ver la obra y se abrazó con su papá, perdonando el pasado”, relató.
Desde 1973, recorre las calles del barrio Rivadavia, su barrio. Ahí crió a sus hijos y se preocupó por mejorarlo (en otras páginas veremos cómo surgió el dispensario, el paseo Merceditas o la Fogata de San Juan, de la mano de la escuela donde se desempeñó Alicia como docente). Hoy, sabe que falta mucho por crecer, pero valora que los vecinos no han perdido ese espíritu que hacen que se pueda vivir en un ambiente amigable, en un barrio, como los de antes, a pocas cuadras del centro.

EL DATO

El barrio Rivadavia está limitado por el bulevar Sarmiento, el bulevar Alvear, la calle Ramos Mejía y la General Savio. Es uno de los centros poblacionales que más se ha desarrollado, lo que se puede ver en el ritmo de la construcción de viviendas y complejos habitacionales.