Por Darío Falconi
eldiariocultura@gmail.com
Todavía siente el frío del cristal en su nariz.
Contemplaba los cuerpos esbeltos de las guitarras que se exhibían en la vidriera de un local de hace 20 años atrás.
Observaba aquel objeto tan preciado que lo acompañaba en su cabeza desde que ponía sus pies en el suelo, hasta el momento en que cerraba los ojos para terminar el día.
Soñaba con tener una guitarra, con formar una banda y poder tocar. Era inalcanzable, otra época, menos mercado, precios impensables para sus 17 años.
Sin embargo, no se contentaba con esa realidad, sus conocimientos sobre carpintería ebanista aprendidos en la Escuela del Trabajo y la influencia ejercida por su abuelo carpintero, le debían servir de algo. Consiguió un pedazo de madera y con una guitarra de modelo, facilitada por un amigo, se abocó a tomar las medidas y dibujar un plano a escala. Su teoría de cabecera era la deducción; no había Internet, no había textos en la ciudad sobre el tema, hasta recuerda que para toda Villa Nueva sólo había un teléfono público en la Asistencia.
Aún así, con tan pocos medios de comunicación e investigación, después de observar, deducir y probar, logró su propósito fabricando su primera guitarra. Fue tal su satisfacción que iniciaría a partir de allí, un hobby apasionado que hoy le da sustento a su familia y que sigue aportando sus frutos a la música de la ciudad.
Me cita en su departamento. Llegó puntual pero le interrumpo el almuerzo, son cerca de las tres de la tarde, pero Germán Aprile no hace mucho que llegó de trabajar. Su vida laboral juega como un ping pong entre su taller en Villa Nueva y su negocio en Villa María.
Enciendo el grabador y me comenta de sus inicios tan marcados como si hubiesen ocurrido en el día de ayer.
—Antes de comenzar a fabricar tu primer instrumento, ¿vos tenías conocimiento de música?
—Sí, pero por amigos, a mí la música siempre me atrapó desde el punto de vista de los grupos humanos que se armaban, en esa época era muy lindo hacerse de amigos por la música y también me atraía mucho el hecho de decir “yo quiero tener mi banda y tocar”. De allí partió todo, en esa época explotó todo lo que es el rock nacional y se podían escuchar muchas cosas: Virus, Miguel Mateos, Soda Stereo. Teníamos para absorber mucha música, entonces los que no nos encontrábamos en ningún estilo comenzamos a sentirnos identificados con alguna banda y tocar algún tipo de música. No podíamos comprarnos instrumentos, entonces yo me lo fabriqué. De ahí empezó toda una cosa maravillosa, se tornó muy adictivo el querer fabricar otra. En mi caso no tuve la posibilidad de que la segunda me saliera mejor que la primera, porque los métodos que usaba para construirlas eran demasiado precarios.
—Pero te salió muy bien la primera guitarra...
—Creo que la primera fue la que mejor me salió y la segunda, por una cuestión de confianza inconsciente, no salió así. Me di cuenta que el mástil estaba todo errado tuve que hacer todo de nuevo, fue problemática, la segunda guitarra fue un bochorno en mi carrera. Después hice la tercera con un método no mejor, pero fue una guitarra que usé durante mucho tiempo, unos 10 años, tocando, tocando, tocando. Por ahí se me daba por cambiarla de color, la lijaba y la pintaba de nuevo, pero siempre era la misma viola.
La historia con la primera guitarra también tuvo algo de complicación, porque llego a la parte donde termino con la madera y me encuentro conque tenía que contar con cierta cantidad de dinero para comprarle las clavijas, los micrófonos, las cuerdas… llegué hasta la madera nomás. Vino un amigo de la barra que me dice “yo a la guitarra la quiero”, porque veía que la tenía estancada, estaba muy bonita, pero ahí estaba. Entonces le dije que se la vendía pero no quería dinero a cambio, quería accesorios, porque ese chico estaba estudiando ingeniería electrónica. Ahí fue que ya con todo, empecé la segunda, el gran bochorno, no sé si fue porque tenía todo y quería verla armada, pero así fue como logré juntar la primera guitarra para mí que usé.
En Córdoba había un luthier muy famoso, que en este momento está en Italia, Carlos Michelutti. Entonces todos los toques finales que se le hicieron a la guitarra se los hizo este luthier, por intermedio del chico que estudiaba en Córdoba y volvía a veces a Villa Nueva. Michelutti, lo había consultado sobre quién la había fabricado, y se entera que fui yo. Entonces se generó un cruce de información por medio de este chico, ya que cada vez que venía me traía alguna anotación con algunos consejos. A raíz de eso empecé a ver de dónde podía juntar material para informarme; él estando en la Universidad y teniendo acceso a la biblioteca me traía algún libro que a lo mejor estaba en el último estante, pero era información para luthier.
—Y que en la ciudad no conseguías nada.
—Acá no conseguía nada. Recuerdo que el libro estaba muy equivocado con respecto a las maderas a usar, pero lo demás, toda la data que no tenía que ver con la madera estaba muy buena; entonces, empecé a leer libros. Lo que más influyó en mí fue mucha deducción, de ver muchos instrumentos, cómo estaban armados. Hoy me meto en Internet y tengo a disposición las fábricas, inclusive hay muchas páginas que mueven al propio músico para que se haga sus propias guitarras, que no está mal, cada músico tiene que ser un poco luthier de su propio instrumento.
—Una de las preguntas que tenía pensada es justamente eso, consultarte si es necesario ser músico para ser luthier o se puede prescindir de ello.
—La mayoría de los músicos de Villa María, me lleva sus guitarras para que yo las calibre, está bien que yo se los haga cada tres meses o un año, pero sostengo que el músico debe tener su guitarra con su estuche y su bolsita o cajita con las llavecitas indispensables para la viola. Después sí hay cosas que un músico no puede hacer, enderezar un alma, por ejemplo, porque hay un montón de cosas que intervienen en esa acción que si no conocés se puede romper.
Vos fijate que cualquier músico que no sea ni guitarrista ni bajista se las arregla solo, algún baterista, sube al escenario o está a punto de grabar y está con la llave en la mano ajustando, afinando… porque hay una variación muy grande entre la sala de ensayo y entre un Costanera Rock a las seis de la tarde donde hace 37º , entonces todo varía.
Creo que algunos lo hacen por una cuestión de sentirse seguros, porque ellos saben que cobro por hacer ese trabajo, pero saben que si van a grabar al otro día, sólo tienen que mover dos o tres clavijas y salen grabando. A veces tengo que ir a la sala de estudio, más allá de que a mí me conviene hacer todo ese tipo de trabajo, creo que cada uno tendría que saber, eso sería como casarse con una mujer y no conocerla.
—¿Qué elementos son los necesarios para obtener una buena guitarra o bajo? Y cuando digo elementos, no sólo me refiero a los materiales, sino a otros componentes inmateriales también.
—Creo que es esta la parte más interesante, cuando voy a empezar un instrumento y me planteo “¿qué necesito para hacer este instrumento?” Lo primero que interviene es que la madera que vayas a usar esté en condiciones de ser usada y que en lo posible sea una muy buena madera. Pero una muy buena madera no significa que sea una madera cara, puede ser mucho más barata que la que usa cualquier otro luthier. Para eso interviene una buena veta, buena disposición de la fibra de la madera y a lo mejor es un pedazo de guatambú, que es una madera nacional y que al lado del maple cuesta centavos.
Lo segundo, que no es primordial a lo primero, pero es muy importante es que realmente estés dispuesto a hacer el instrumento con todo lo que ello implica, saber que vas a tener que trabajar concentrado y que lo tenés que hacer una sola vez, que no tenés la posibilidad de cometer errores, eso demanda todo lo que me estás preguntando: paciencia y demás… Pero también hay algo más importante que eso, el amor por el instrumento y el respeto por el tipo que te lo pidió. Yo no fabrico de la misma forma un instrumento a pedido que uno para tener colgado en el negocio. Inclusive converso mucho con el cliente, a pesar de que algunos me dicen que demoro el trabajo, pero me pasa en el 99% de los casos que cuando entrego el instrumento he logrado ver en la cara del cliente que he dado en la tecla, pero todo eso se ha logrado conversando.
Quiera o no quiera el cliente ejerce una influencia muy grande sobre la mano del luthier, inclusive la guitarra hecha de igual modo, el mismo modelo, para una persona y para la otra tampoco es igual, siempre hay cosas, inclusive detalles que uno deja pasar porque sabe que para el tipo no son importantes. También porque el músico te habla desde la música y vos tenés que pasar todo eso a la parte técnica del instrumento, a la parte física.
—¿Cómo repercutió en tu tarea la puesta del local comercial?
—La política del negocio ha sido un emprendimiento con mi mujer de llevar a cabo un sueño. Es una cuestión de comodidad para todo el mundo, es el lugar donde yo atiendo mi gente y es el lugar donde pueden encontrarme. Antes los chicos tenían que juntarse entre dos o tres e irse hasta Villa Nueva donde me encontraban, hoy por hoy no me encuentran muy seguido (risas), pero tenemos un teléfono en el negocio y un celular que lo tiene todo el mundo. Yo arranco tempranísimo pero en vez de invertir una hora y media en el negocio, cuando sé que no va a ir nadie, me voy al taller. Todo el hueco de tiempo que tengo libre aprovecho para ir al taller. En el negocio me ayuda mi mujer que me limpia los vidrios, me lleva todos los papeles, los pedidos, las averiguaciones, responde mails, yo ya no me acuerdo de la clave de mi correo. El trabajo gracias al negocio se me incrementó en un 400%, porque además no sólo van los músicos, sino también aquellos que usan el instrumento para el asado de los viernes…
—¿Quiénes son los compradores de tus instrumentos?
—Yo me realizo haciendo las guitarras, obvio que si se venden es mejor, pero es sobre todo la cuestión de saber que se están llevando una guitarra con mi nombre, ¡es muy importante! Cada vez que he vendido un instrumento siento esa cosa, que no sé si importa tanto lo que vos estás metiendo en la billetera, sino que lo más que te conmueve es que hay una guitarra más con tu nombre dando vueltas en el circuito y de que hay un reconocimiento.
Si vos vas a una casa de música y hay una guitarra que dice “Ket**it**tac” y si es barata, el cliente la prueba y compra, pero si vas a un luthier, es muy jodido, porque el luthier tiene que tener una trayectoria para que reconozcan que puede hacer un buen instrumento. La gente lo tiene que testear, yo hace 20 años que hice mi primera guitarra y las que le siguieron las regalé a amigos, porque nadie estaría dispuesto a comprármela. En cada instrumento que vos vendés se destaca un reconocimiento.
He tenido la suerte de que un chico que está por empezar a tocar la viola venga y me diga “yo quiero que vos me hagás la guitarra”, eso es maravilloso, porque el tipo no tiene mucho conocimiento de que se trata, pero está confiando su carrera como músico o un montón de cuestiones que tienen que ver con la música, lo está dejando en manos tuyas. Después el reconocimiento de gente más grande, gente de Rosario que son músicos muy grosos, que vinieron, charlaron conmigo, volvieron a venir, de esa gente y sus pretensiones aprendés muchísimo.
—¿La música te apasionó tanto como la luthería?
—La música fue un medio para llegar a esto, recuerdo muy bien mi pensamiento de cuando tenía 17 años y que decía que esto es lo que yo quisiera morir haciendo, no como músico, que me hacía la guitarra que yo quisiera, por ahí cambiaba de guitarra dos veces al año. Me apasionó tanto desde la primera vez que no pensaba en otra cosa, me dormía pensando en guitarras, me levantaba pensando en guitarras, hoy con 40 años me pasa lo mismo, esto me apasiona muchísimo, no puedo ser objetivo en el tema.
—¿En una ciudad como la nuestra, se puede vivir de la luthería?
—Se puede, pero antes de ser luthier tenés que ser persona. Creo que una de las cuestiones más satisfactorias es que esto es un sueño que se cumple todos los días, porque yo me levanto a la mañana y el hecho de que no te pese ir a trabajar es impagable, cuando he tenido miles de trabajos y te quejás porque no podés salir hasta las 12 del mediodía; cuando hoy me levanto y no sé si salgo hasta las 10 de la noche.
Me siento cómodo con toda la gente que va al negocio, creo tener onda con todos los músicos de los distintos géneros que hay en Villa María, y creo que eso se da siendo honesto; porque si vos a un tipo le mentiste una vez, y generalmente con la luthería hay un gran mito, la luthería es una fábrica de guitarras haciendo las cosas más lerdas, de hecho eso beneficia al instrumento, pero conceptualmente es lo mismo. El beneficio del luthier es que uno puede hablar con el fabricante, si cualquiera pudiera hablar con Don Gibson y decirle “quiero esta guitarra” sería un bochón; entonces, ese es el tema la posibilidad de hablar con el que te la va a fabricar y el que te la va a revisar cuando lo necesites. Acá en Villa María hubo muchos que quisieron vivir de la luthería, pero no pudieron sobrevivir porque su gran error fue hacer malos trabajos, en decirles que le van a fabricar una guitarra con tales micrófonos, pasarle un presupuesto y luego cambiarle los componentes por otros más económicos, cambiarles maderas…
Creo que con honestidad se vive con cualquier trabajo, los trabajos que más demanda tienen son en construcción, en herrería y otros que son los que más auge tienen hoy por hoy; pero si el encargado de la obra quiere hacer un muy buen trabajo va a buscar el más reconocido, entonces, el más reconocido indudablemente tuvo una actitud con un montón de gente que hizo que fuera el más reconocido. En mi caso mis instrumentos, tienen una garantía por un año, con unas cláusulas que lo protegen al cliente y algunas que me resguardan de algunas cosas. Tengo la tranquilidad del control del instrumento, de que lo puedo ver y si yo estoy tranquilo el cliente mucho más. Hay una cuestión de honestidad en esto que no se puede negar.
—Y la mejor garantía no está escrita.
—Exactamente, porque hay un montón de gente que hoy va al negocio y me consulta qué se puede hacer con su instrumento que sufrió algún accidente, entonces, yo le sugiero lo que se puede hacer, y te lo dejan y te dicen “lo que vos digas”. Es una gran responsabilidad porque te dejan en tus manos el instrumento que más aman. Entonces tenés que hacer un trabajo de volver su guitarra a la normalidad sin que se note, el tema es eso, es hacer el trabajo sin que se note.
Creo que no hay otra forma que no sea siendo honesto con lo que uno hace, porque de otra manera no podría dedicarle el 90% del día a esto, el 5% a dormir y el otro 5% restante a mi familia.
Otras notas de la seccion El Diario Cultura
La literatura cordobesa está de luto
Viaje al país de la percepción
Casa de tolerancia, "pupilas" y etiquetamiento
Un siglo de cultura en la misma esquina
Surgimiento del municipio local
|