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El peregrino impertinente
Yo nunca estuve ni en Bulgaria ni en Argelia ni en Túnez. Una pena, ya que me contaron que los tres tienen lugares muy lindos para visitar. Pero la verdad es que, en estos momentos, lo que más me atrae de aquellos países no son sus paisajes o sus edificios históricos, sino la incógnita de saber qué caracho tienen para que la presidenta les conceda tan llamativa (y repentina) trascendencia.
Mientras que otros mandatarios de Sudamérica, como Lula o la Bachelet, se codean con los capos máximos del globo, en sendos mitines donde se emborrachan, cantan y jugan al pictionary y al dígalo con mímica, la cabeza del Gobierno argentino se reúne con ignotos presidentes de países francamente insignificantes.
Digo esto y ya me imagino a los manifestantes de la Unión de Tunecinos Intransigentes (UTI) con antorchas agolpándose en las puertas de EL DIARIO. Así es la vida.
Tres potencias
Pero hablando en serio ¿qué importancia pueden tener estas naciones en el trazado del mapa político mundial? Muchísima, pues. Ustedes no saben el fenómeno económico que es Túnez: en el mercado de camellos los tipos meten miedo. Ni les cuento Argelia, que es potencia exportadora de arena y baldecitos y palitas para la playa. ¿Y Bulgaria? ¡Qué monstruo! Lo que ha crecido ese país señores, es impresionante. Como será, que los búlgaros ya no se quieren unir a la Unión Europea, sino que la Unión Europea se quiere unir a Bulgaria. Una cosa de locos.
Viajes y diplomacia, todo sea por fortalecer las relaciones internacionales. Me quedo tranquilo porque estamos en buenas manos.
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