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Budas surgidos de la mano de Eugenia, una chica que encontró en el arte la manera de vivir |
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Tiene 28 años y cuenta que toda la vida trabajó en rubros que no le agradaban mucho. Su pasión es el arte, desde chica sintió atracción por eso, pero recién meses atrás comenzó a descubrir que podía vivir de lo que a ella más le gustaba. Corría setiembre de 2011 y con la primavera floreció su primer proyecto, que le llenó el corazón: “Wasabi”.
Eugenia Becerra siempre pintó en su casa y su entorno le pedía que les creara cosas. Hasta que el año pasado dejó de dudar y marcó el inicio de su emprendimiento personal: acompañada por Melisa, a pulmón. Armó su marca, su propia gráfica, sus diseños y hoy ya ofrece productos en un local del centro villamariense y también en dos locales de la capital cordobesa. Recibe mensajes de ciudadanos de otras provincias, interesados por sus artesanías, que hizo conocidas a través de Internet.
Elefantes, budas y búhos están en su oferta. “Son objetos espirituales. Cada uno tiene su reseña, es decir, una etiqueta en la que se dan las pautas del objeto, dónde ubicarlo, cómo usarlo. Es arte kitch”, explicó ayer en la Redacción de EL DIARIO.
Hay budas que atraen a la riqueza, a la paz; se dice que el búho es de la inteligencia y los elefantes atraen a la riqueza si se les coloca un billete, entre otros. Los hace con cerámica y yeso y los pinta utilizando una mezcla que ella mantiene en secreto.
“Estos objetos son vendidos en todos lados, pero no con la pintura que yo empleo”, dijo con sencillez.
Trabaja en serie y en cuatro temporadas, es decir, cambia de oferta según las mismas, aunque siempre mantiene a los elefantes. “Son lo más vendido; ahora los budas también son fuertes, pero creo que será sólo pasajero”, contó. Los elefantes son “coloridos, alegres y la gente cree en eso de los billetes. Yo creo que se viene una onda de la espiritualidad. Y los elefantes vuelven a estar en los hogares, una tradición de nuestros abuelos, pero no así de nuestros padres”.
Entre las novedades de su abanico artesanal, ahora aparecen las jarras pingüino.
La materia prima “no es costosa, pero sí el trabajo que lleva cada objeto, hacer el molde, tenés que tener horno y, sobre todo, conocimiento”.
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