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Un alto en el camino en una difícil carretera colombiana |
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Andrés Vargas, Ismael Moyano (Villa María), Sebastián Puente (Villa Nueva) y Jonathan Gómez (Oliva), son algunos de los integrantes del colectivo “Esa es la voz”, que actualmente recibieron el visto bueno del Gobierno venezolano que apoyará un proyecto de educación popular que desarrolló el grupo.
Vargas y Puente salieron por un lado, Moyano y Gómez por el otro. Se encontraron en algún lugar del Altiplano y empezaron a recorrer la América del Sur en el medio del transporte más económico y ecológico que se conoce: la bicicleta.
Al grupo se fue sumando gente, especialmente jóvenes, que comparten las mismas utopías y formaron el colectivo que actualmente está en Venezuela.
Viendo la apertura para la cultura popular del Gobierno de Hugo Chávez, presentaron un proyecto que fue aprobado y que consiste, fundamentalmente, en difundir, a través del arte popular, los principios de su concepto de mundo.
“Amalluya (no robar) Ama Súa (no mentir) Ama Khella (no holgazanear)”. Así definen el principio de su conducta. Ponen mucho énfasis en el cuidado de la salud desde una mirada integral y basándose en una nutrición sana.
Defienden la conservación del medio ambiente y por eso difunden la bicicleta como medio de transporte. “La bicicleta es el sustendo filosófico de nuestro actuar, gracias a este medio de transporte que con el paso de la historia se ha transformado en un medio alternativo de movimiento, vamos reconociendo el torrente cultural y natural identitario que caracteriza nuestra tierra y sus costumbres. Representamos un modo de libertad, nos planteamos en contra de los sistemas de transporte contaminantes y todo lo que represente un abuso a nuestro entorno natural, buscamos la armonía con la Naturaleza, aprendiendo de ella, respetando sus ciclos naturales, buscando las posibilidades que nos brinda nuestra imaginación y creatividad para hacerle frente al consumo exacervado, nos oponemos a la economia de mercado y sus vicios sociales, confiamos plenamente en la providencia divina, nos dedicamos a trocar, practicando el intercambio solidario, entregamos nuestro arte en malabares callejeros, artesanías, presentaciones de circo teatro educativas, nos comunicamos con el mundo a través de nuestra acción, desde el pedalear hasta las relaciones con cada poblado o núcleo urbano a nuestro paso”, indicaron en el proyecto que denominaron de “Los Peludos”, porque la mayoría lleva el cabello largo y con rastas.
Se definen como “un colectivo de cicloexpedicionarios por nuestra América, que llevamos un mensaje que apela a la búsqueda y reproducción de las diversas alternativas presentes en nuestro continente, desde nuestros orígenes, buscando diferentes posibilidades de enfrentar el sistema anti natura que predomina, se olvida de nuestras raíces, de lo esencial”, indicaron en el proyecto aprobado por el Gobierno venezolano.
Su filosofía se basa en desaprender los conceptos aprendidos en el marco de una cultura basada en el consumo, aprender a construir nuevos conceptos de relaciones sociales y construir relaciones de igualdad, respeto y dignidad “basadas en la cooperación y la solidaridad”
Entienden que “la educación debe ser un acto de amor y de coraje que nos llene de felicidad, tanto para el educador como para el educando”.
Diario de viaje
“El comienzo, como todos los comienzos es duro, tomar conciencia de que la decisión de sacrificar todo su familia, amigos, costumbres y amor, por generar un despertar en la conciencia un cambio de genética a este mundo depredador, pudiendo de esta forma tener una búsqueda de la alternativa. Salimos de Córdoba capital, barrio Los Naranjos. Una lluvia que no cesaba en toda la noche, esperando salir, en la casa de los hermanos Faisal y Gastón... pedaleamos 40 kilómetros hasta Río Ceballos, descansando en la loma ya a 1.500 metros sobre el nivel del mar, esperando así un camino más desolado por trocha con una lluvia intensa que recordaremos por nuestros malos impermeables”.
Así relata el inicio de la travesía uno de los viajeros.
Tiempo después, otro de los jóvenes fecha el texto en el 30 de junio de 2011 y lo ubica en Colombia, para reflejar el recorrido por La Guajira, Río Acha, El Pájaro, Uribia y Cabo de la Vela.
“Pedaleando salimos un día muy cálido desde Río Acha hacia el Cabo de la Vela. Hicimos por autopistas unos kilómetros y la gente nos decía que había unos caminos, que son rutas alternativas, por las que se puede llegar más rápido a nuestro destino. Es un camino todo de trocha, por lo que nos costó mucho llegar a todas nuestras metas. Pero después de tanto desierto y tanta gente linda con la que nos íbamos cruzando, encotramos a una familia de Wayuu (pueblo colombiano) muy especial, diferente a los otros. Ellos, como de costumbre, son demasiado curiosos, pero éstos eran algo diferentes. Estaba el hombre que representaba la cabeza de la familia, su esposa y junto a ellos, tres hermosas hijas. Ellos estaban parqueados en unas rancherías construidas por ellos mismos en base a unos cactus que hay por la zona...”. Así de ricas son las experiencias de este grupo que lleva su mensaje de construcción colectiva aprendiendo de todos los pueblos sudamericanos.
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