Aunque el último álbum editado de Los Beatles fue, oficialmente, “Let it be”, el larga duración “Abbey Road” fue su verdadero canto de cisne, el broche de su carrera y de la década que habían dominado.
Lennon dijo a sus compañeros que, poco después del lanzamiento de “Let it be”, iba a dejar el grupo. Sin embargo, los otros tres integrantes le convencieron para que públicamente no lo manifestara. Sacudiéndose la insolencia creativa que les condujo a un punto de inflexión, los fabulosos cuatro se volvieron a reunir en los míticos estudios londinenses del prestigioso barrio de Saint Woods.
Allí estaban ellos, ocupando un espacio que les era tan propio y con el cual tanto se identificaban, los estudios Abbey Road, testigos privilegiados del renovado vigor musical que los nativos de Liverpool, iban a imprimir a su último estentor musical. El álbum estaba dividido en dos perfiles bien diferenciados, la primera cara se nutría de temas individuales, como "Come together" y la segunda estaba conformada por una serie de obras aglutinadas entre sí, que justificaban en ese momento, sus grandilocuentes pretensiones musicales. En esta placa, George Harrison se distingue de la dupla Lennon-McCartney, al componer dos de las mejores canciones del disco, "Here comes the sun" y la genial y muy dulce composición titulada "Something".
En este disco, además de los citados temas, se incluye una de las creaciones más difundidas y reconocidas de los músicos del norte de Inglaterra, "Oh! darling", con Paul McCartney ejecutando una primera voz magistral e inolvidable. El long play cuya portada inmortaliza a los cuatro integrantes cruzando el paso de cebra dispuesto frente a la grabadora donde se plasmó la grabación, fue publicado en octubre de 1969 y como era previsible tuvo una acogida espectacular, se vendieron 12 millones de unidades en todo el mundo en su primera presentación. Los Beatles ya eran historia, ya eran el mito más importante de la música pop de todos los tiempos.
Recuerdos con guardapolvo
Quiero recordar y compartir con los lectores, algunos nombres y apellidos ligados a la historia del colegio al que asistí desde siempre.
Jardín de infantes, primaria y secundaria; todo lo viví en la Escuela Normal Víctor Mercante e Instituto Secundario Bernardino Rivadavia, desde el ‘63 y hasta el ‘75. Mi vida escolar transcurrió placenteramente en el ámbito de una de las instituciones educativas más importantes del medio. Mis maestras de la primaria, "Tricy" Ferreyra, Graciela Dellarosa, Graciela Angelone, Alicia Moreno, del secundario, Elsa Besso (oriunda de Bell Ville), "Pipi" Galli, Alicia Biediquini, Leticia Aburráz y la directora de primaria (recta pero entrañable), Rosa Tejeda de Theaux.
Los profesores Oliva, Bravo, Peñaloza y su esposa, quien fuera director del secundario y con quien cultivé una excelente amistad con el paso de los años (ahora en su ‘metier’ de luthier), el doctor y licenciado Eduardo Marzolla (gran jugador de fútbol, años previos a su función de docente) y por supuesto, el recuerdo permanente de "el gran educador", el doctor Antonio Sobral.
Hasta la próxima....
Atilio Ghezzi
Especial para EL DIARIO
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