Hace poco vi una camiseta que llamó poderosamente mi atención. Tenía el dibujo de un pie calzado con medias y ojotas, acompañado de la frase “¿Por qué?”. La prenda hacía referencia a una práctica muy habitual entre los turistas provenientes de los rincones más nórdicos del mundo occidental: usar, en verano, pantalones cortos con chancletas y sí, medias. El lector atento habrá visto esta extraña moda en La Patagonia, el norte, la playa o incluso en nuestras sierras. Lugares donde los extranjeros en cuestión suelen pasear su humanidad. Definido el escenario, tomo prestada la idea de la camiseta y también me pregunto: ¿por qué lo hacen?
La disyuntiva no encuentra explicaciones del todo lógicas. Quizás tenga que ver con alguna tradición ancestral. De tatarabuelos al cuadrado que cubriendo sus pies de algodón o poliéster, incluso con “la calor” a cuestas, creían evitar ofender a un dios extremadamente pudoroso. O tal vez con una forma que tienen para reconocerse entre ellos: en hemisferio ajeno, ver a un payo coloradísimo a causa de la poca costumbre a los días de sol y al contemplarlo con medias y ojotas, decir: “Qué bien que le sientan esos calcetines con sandalias y qué buen gusto carga. Este guaso es de los míos”. Yo creo, sin embargo, que simplemente lo hacen para reírse de nosotros, los lugareños. “Qué risa Olaf, observad cómo nos miran los subdesarrollados estos. Se deben creer que somos unos retrasados, cuando en realidad la tenemos más clara que Rivo Garchensen, nuestro honorable primer ministro”, le dice uno al amigo. El aludido contesta: “Es verdad Thorson, muy divertido. Pero volvamos rápido al hotel así me saco esta payasada, que tengo un tufo en los pieces que no se lo banca ni Ostraljerson, el guerrero”. Sea por lo que fuere, ahí andan los tipos, con sus bermudas, sus ojotas y sus medias. Mientras, los testigos de semejante despropósito le siguen preguntando al cielo, a la Virgen y a los santos apóstoles: ¿por qué?

El Peregrino Impertinente