|
|
|
|
|
|
|
Atilio López (en pleno discurso) presidió la primera CGT regional recuperada, tras la Revolución Libertadora. A su derecha, Agustín Tosco |
|
|
|
|
|
ESCRIBE: NET
“En las fogatas callejeras arde el entreguismo, con la luz, el calor y la fuerza del trabajo y de la juventud, de jóvenes y viejos, de hombres y mujeres. Ese fuego que es del espíritu, de los principios, de las grandes aspiraciones populares ya no se apagará jamás.”
Agustín Tosco, en su relato sobre el Cordobazo
En un momento en que parte de la dirigencia sindical está buceando en las profundidades de un mar tormentoso y de lucha por el poder, que afecta a sus representados, los trabajadores, resulta casi una obligación recordar a una de las grandes (y por años olvidada) figura del sindicalismo argentino: “El Negro” Atilio López.
Más de ciento treinta balazos pusieron fin a su vida en la triste jornada del 16 de setiembre de 1974 (a 19 años de la Revolución Libertadora).
Ciento treinta balas dirigidas al cuerpo de un hombre íntegro, honorable, idealista. Un pilar indiscutible (junto a “El Gringo” Tosco) del Cordobazo.
“El Negro” nunca se entregó a las mieles del poder. Fiel a la causa que eligió desde la adolescencia fue un innovador, un atrevido, un luchador por la causa nacional y popular.
Decretar una huelga, poco tiempo después de la caída de Perón, y liderar la gesta cordobesa del 29 de mayo de 1969, que terminó con el Gobierno de Juan Carlos Onganía, fueron algunas de las acciones que lo instalaron por siempre en el corazón del pueblo de esos tiempos tumultuosos de nuestra historia.
Humilde, espontáneo, directo. Soñador. Sus modales simples y sus palabras sin adornos literarios, lo hicieron blanco de bromas de un sector de la sociedad que no toleraba su investidura de vicegobernador
secundando a Ricardo Obregón Cano. Fórmula que triunfó en 1973 y que luego fue derrocada por una sublevación policial.
Ni el ataque del antiperonismo ni el avance de la derecha pudieron ponerlo de rodillas.
Nada lo desvió de la bandera que lo motorizaba: la justicia social, el bienestar del pueblo.
Ni las oscuras marcas de las balas tuvieron la potencia necesaria para apagar su luz, surgida del fuego de su espíritu.
Durante años, su nombre rondó por los pasillos del olvido. Esos lúgubres pasillos que los argentinos conocemos prácticamente de memoria.
Pero la eternidad no se borra, el honor no se desaparece de un plumazo y, en los últimos tiempos, se extendieron los homenajes en los aniversarios del Cordobazo.
Muestras fotográficas, salas con su nombre, espectáculos, obras de teatro son algunas de las actividades que la Legislatura cordobesa organizó, esta semana, para quien fuera un ejemplo de lucha y de honor.
No obstante, “El Negro” seguramente elegiría otro tipo de reconocimientos.
A un tipo de su altura, de su talla, de su dignidad, hay que garantizarle la continuidad de la lucha.
Un sindicalismo despojado de individualidades, que piense en los trabajadores, que no baje los brazos en la lucha por la justicia social, que aporte dignidad y honor a las instituciones sería el mejor homenaje.
Hombres como él o Agustín Tosco tienen que ser emblema de la pasión por los principios, por las aspiraciones populares.
Símbolos de batalla por la igualdad y la libertad.
Esos hombres de honor son perfectas antorchas para los dirigentes que empiecen a transitar por las rutas del hoy dividido sindicalismo argentino.
Otras notas de la seccion Suplementos especiales
“Es necesario que los trabajadores sean blanqueados”
Grupo colombiano toma el control de Libertad
Fuerte contrapunto entre la UIA y la CAME por los datos
Córdoba recibió 297,3 millones más que el año pasado
Nueva forma para buscar "laburo"
|