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Mauricio Durán |
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Un joven peón de albañil recuperó ayer la libertad luego de recibir una condena de tres años de prisión en suspenso, tras confesar que le quiso vender una moto robada a su legítimo propietario, a quien incluso amenazó con un cuchillo para exigirle que le pagara.
El protagonista de esta singular historia delictiva se llama Mauricio Sebastián Durán, tiene tan sólo 18 años de edad, se domicilia en San Luis 570 (en barrio Sarmiento de Villa Nueva), no registraba ningún antecedente penal y durante la audiencia sustanciada en la víspera dijo que no sabía su número de Documento de Identidad ni recordaba el nombre de su padre.
Este timorato presidiario confesó su responsabilidad en los hechos que se le atribuían, por lo que fue declarado culpable de los delitos de “encubrimiento agravado” y “coacción calificada” al cabo de un juicio abreviado. Y como era su primera condena, la misma fue de ejecución condicional, circunstancia que le permitió recuperar la libertad al final del proceso oral y público.
El hecho que dejó a Durán entre rejas se produjo a eso de la 1.30 de la madrugada del pasado 15 de enero, cuando el dueño de una motocicleta que estaba en su poder le reclamó que era de su propiedad.
El rodado en cuestión le había sido robado a Daniel Baltasar Arce el 13 de enero al mediodía y fue localizado por casualidad frente a un quiosco al que habían concurrido Durán y un chico que lo acompañaba, menor de edad.
Luego de un intercambio de palabras, pretendió recuperar la moto, a lo que el joven villanovense le advirtió: “Yo te la vengo a vender”. Y luego de sacar de entre sus ropas un cuchillo tipo Tramontina, lo amenazó diciéndole: “Si no me das la plata, te hago cagar”.
Fue entonces cuando se produjo una discusión y los gritos del incidente alertaron a Jorge Raúl Becerra, suegro de Arce, quien acudió en su auxilio. Los dos redujeron a Durán y al menor e inmediatamente después llamaron a la Policía, que los detuvo.
No se pudo probar que el joven condenado haya sido el autor del robo de la moto, pero sí que sabía de su procedencia dolosa, a tal punto que quiso venderla. A ello se sumó la intimidación para consumar el hecho, agravada por el empleo de un arma blanca.
El juicio fue presidido por el camarista René Gandarillas y contó con la participación del fiscal Francisco Márquez y de la abogada María Cecilia Erramouspe, oriunda de Ausonia, mientras que la secretaria actuante fue Gabriela Sanz.
Durán quedó en libertad, pero deberá cumplir con una serie de reglas de conducta, además de tener que tramitar su DNI en los próximos 30 días, tal como lo exigió el fiscal en su alegato.
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