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3 de Junio de 2012
Ariel Zucotti entre el cielo y el infierno - El ex funcionario del municipio en una charla íntima con EL DIARIO tras dejar la cárcel
“Detrás de todas las miserias humanas está la droga”
Acusado de participar de un violento asalto, dijo que la droga lo llevó a la peor de las pesadillas
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“Mis amigos me dicen que ésta es mi última oportunidad. Les dije que no, pero sí que es la más grosa. Estoy cansado de sufrir y de hacer sufrir a los demás”, dijo

“Necesito hablar, no para limpiar mi nombre sino para ayudar. La droga me arruinó la vida y lo que me acaba de pasar tiene que ser un quiebre para no caer más en esto.” El que habla es Ariel Zucotti, sentado tomando un café con EL DIARIO en una estación de servicio de Villa Nueva.
“Hace quince años que empecé a drogarme, pero tuve períodos largos sin hacerlo, por ejemplo desde 1998 a 2002. Si hubiese consumido durante quince años seguidos, estaría muerto y no hubiese logrado lo que logré”, es lo primero que expresa. Los logros a los que hace referencia son cargos de importancia en la Municipalidad de Villa María, en el Gobierno de Nora Bedano y de Eduardo Accastello, en AERCA (la entidad que nuclea a los empresarios) y la Agencia ProCórdoba, entre otros (ver recuadro). Dirá luego que, pese a sentirse exitoso en lo laboral, “estaba vacío espiritualmente”, lo que lo llevaba a las drogas.
“Hace tres meses que no consumo. En la cárcel no me drogué, a pesar de que allí dentro hay mucha droga. Pese a todo, estoy contento: primero, porque estoy vivo, que no es poco. Segundo, porque estoy libre, que no es poco. Y porque pude rescatarme, aunque no fue en el mejor lugar: el penal”.
Zucotti viene de su peor momento: estar preso (ver aparte). Confió que “no es la primera vez que tuve en riesgo” y confesó que era “consciente y a la vez inconsciente de eso”.
Contó que comenzó fumando marihuana y que no fue “el porro” la puerta hacia la cocaína sino el entorno en el que uno se mueve cuando empieza a fumar.
“Nunca abusé de la marihuana, la que fumé un año. Obviamente que no es buena, pero no produce el efecto de la cocaína, la que es terrible. Ninguna droga sirve y nadie sabe lo que se viene cuando consumís: desde distintos puntos de vista te arruina la vida. Abusé mucho de ella. Pasaba de la euforia a un estado espantoso, en el que te deprimís mucho y sentís enorme culpa. Al pasarse el efecto, uno se siente una basura. Si estás en la cama, te metés debajo de la cama. Hacés locuras”, indicó.
Aseguró que actualmente hay cocinas de cocaína en Villa María, “hoy una ciudad de tránsito abismal”. “La que hacen acá es de mala calidad. Son peruanos que son ingenieros, bioquímicos y que tienen experiencia en el tema, generando una cocaína de mala calidad”, la que cuesta 30 pesos el gramo.
“La buena”, en tanto (siempre según sus palabras) llega de Perú, Colombia o Bolivia y se la llama “power” o “alita de mosca”. “Es cara (100 pesos el gramo), uno compra y la comparte con su gente, eso trae aparejado un consumo desmedido de alcohol, visitas a los prostíbulos, desenfreno”, reveló. “Detrás de todas las miserias humanas está la droga”, sostuvo.
Zucotti cuenta que desde que comenzó a drogarse tuvo períodos en los que dejaba y no sufría la abstinencia. “Hacía un click y me daba cuenta que se venía un abismo y me rescataba”, explicó. Sin embargo, “no pude rescatarme en los últimos tres años”. “No se puede convivir con la droga. Es mentira eso de que uno la pilotea, no es cierto. Y es una ruleta rusa”, destacó.
“Noté con el paso del tiempo mi deterioro, el no poder pensar con claridad, el tener depresión tras una euforia momentánea. La satisfacción es mentirosa. En el momento en que nos drogamos, capaz que entre dos amigos te contás todo, estás feliz, pero todo es una mentira. Al día siguiente, esa amistad ficticia no existe, esa confidencia fue fugaz y mentirosa. El bajón te hace sentir la peor basura. Yo dañé mucho a mi familia, mi hijo, mis amigos, mi entorno”, expuso.
“La cocaína te lleva a ser lo que no querés ser; perdés dignidad y valores. Yo me reconozco un tipo de valores, que los pierdo por la droga. Y cada vez necesitás más droga. Y como la necesidad es mayor, hacés cualquier cosa... o matás o te matan, ya no importa nada, en ese momento no importa ni perder la familia”, describió.
Contó que su grupo “está destruido. Ellos fueron viendo mi deterioro”. Con dos hermanos (varón y mujer), Ariel afirmó que “ninguno se drogó ni tomó alcohol porque observaron lo que me sucedía a mí”. “La familia se enferma con uno”.
El despachante de aduana admitió que se hace “cargo de todos mis errores”, pero no dudó en decir que Bedano y Accastello “me dejaron solo”. “Saben y supieron de mi problema y nunca ofrecieron ayuda ni levantaron el teléfono. El es la máxima autoridad de la ciudad, pero no le importa el tema”.
Ahora se internará en Río Cuarto, en la Casa Nazareth, “ya que en Villa María no existe ningún lugar de internación”. Ya estuvo internado en 2009. “Los padres deben sacarse las vendas de los ojos. Un centro de rehabilitación no es un loquero”, recalcó.
“Es mentira que se ve a la adicción como una enfermedad. Si uno se cura de un cáncer y vuelve a aparecer, los demás se van a compadecer. En el caso del adicto, no: se lo condena”, concluyó.

La experiencia en la cárcel: “Estoy seguro que cada noche todos lloraban”

“Estando en la cárcel, encontré los propósitos de mi vida: hace rato que perdí el sentido, existía un vacío existencial. Llevaba una vida sin espíritu, eso es lo malo de la vida material y donde el que está al lado no te importa. Lo laboral no me llenaba. Siempre hice lo mejor que pude en el trabajo, pero me siento mediocre por no poder ganarle a la droga”, reveló Zucotti a EL DIARIO.
“Hoy siento mucha vergüenza, lo que pasó fue denigrante, humillante y vergonzante. Jamás antes me había pasado, nunca me imaginé una situación así aunque sabía que podía pasar y no me daba cuenta o no quería darme cuenta o hasta no me importaba”, expresó.
Contó que el paso por la cárcel fue terrible. Estaba en un pabellón para hijos de ex policías o policías en servicio, en la capital cordobesa, porque en Villa María no existe un área especial para casos de esta naturaleza. “Fue terrible y productivo también, contradictorio. Con convicción, digo que Dios me dejó pasar esta. Cuando estamos bien nos olvidamos de Dios y hasta de dónde venimos. Estar encerrado me hizo ver que acá estamos de paso y de prestados. No esperé recuperar la libertad para empezar a rehabilitarme, ya estando allí mi viejo me consiguió un psiquiatra. Yo sabía que iba a quedar libre, pero no en qué momento, porque la Justicia es lenta o quiere ser lenta en algunos casos”, señaló.
“Estuve a lo largo de mi vida en el cielo y en el infierno, en hoteles cinco estrellas con gobernadores y en una cárcel. También estuve tres días en una villa de Buenos Aires. Tomé merca con todas las clases sociales. No soy valiente al decirlo, lo hago porque para solucionar un problema hay que sacarlo a la luz, blanquearlo”, sostuvo.
Contó que los tres meses preso fueron “como tres años” y que la cárcel “es una comunidad, en donde encontré gente buena y no tan buena como en todos lados”. De inmediato, aclaró: “El ser humano es, por naturaleza, bueno. Nacemos buenos, sólo que hacemos cosas malas. Yo pido perdón por defraudar a tanta gente que confió en mí”.
Describió a la cárcel como un penal nuevo, con espacios verdes. En su pabellón había 45 personas y las celdas eran de dos. La compartió con un joven de 23 años, al que lo vio destruido cuando fue a juicio y pensó que recuperaría la libertad, pero fue condenado a ocho años “por una tentativa de robo”. “A veces, los jueces dan diez años a alguien que mató y ocho por un robo que no fue”, se quejó.
Graficó que “el choro tiene chapa” dentro de la penitenciaría, que “si sos transa, dealer o narco tenés cabida pero hasta ahí nomás” y que “si sos abusador está todo mal”. “Si caés por violencia familiar capaz que te vaya mal”, apuntó.
“Cuando uno entra, te ponen a prueba. Yo no di cabida. Me abordaron al llegar y en ese momento pensé: si tengo que pelear por mi vida, lo haré, porque mi vida vale. Fue un trato de igual a igual allí”, confió.
Zucotti sostuvo que pasó por todos los estados anímicos y que está seguro que “todos lloraban a la noche, pero al día siguiente eran otros, porque no está permitido ser débil en el código carcelario”.

La causa: libre pero imputado

Zucotti, de 35 años, fue detenido el domingo 4 de marzo pasado luego de que se registrara un violento asalto al propietario de una despensa en calle Bolivia al 400, en el barrio Parque General Paz de Villa María.
Hay tres acusados de haber perpetrado el asalto. Zucotti dijo ante la Justicia que sólo había prestado su automóvil (un Honda Civic de color blanco) y negó haber intervenido en el hecho.
Ayer, en la charla con EL DIARIO, sólo declaró: “Estuve en el momento menos indicado y con las personas incorrectas, pero no tengo participación en el hecho”.
El 23 de mayo pasado, luego de la firma de su abogado de caución personal, recuperó la libertad, aunque permanece imputado por el fiscal, como presunto coautor de “robo calificado por uso de arma de fuego”.

El dato

Zucotti fue, entre 2008 y 2009, coordinador del Ente para el Desarrollo Productivo y Tecnológico del Gobierno de Accastello, y fue asesor privado en materia de Comercio Exterior y Desarrollo Económico Regional. Entre setiembre de 2007 y marzo de 2008 fue director de Desarrollo Económico. De 2004 a 2007, estuvo a cargo de la presidencia de la Cámara de Industria y Comercio Exterior de AERCA y director titular de la Agencia ProCórdoba. En 2007 se desempeñó como docente en el IES. Y fue candidato a segundo concejal por el partido Unión Por Villa María.

Foto 2: “Hace un año y medio que no veo a mi hijo”. El pequeño tiene 3 y está en Venezuela con su madre. “Cuando me siente con él, le contaré todo... y él elegirá”, confió

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