Esforzado oficio el de panadero, pero para aquel que lo ejerce con vocación, es una de las maravillosas labores del hombre que convierte el trigo en pan.
Así lo entendió don Juan Carlos Molina (hermano del artista plástico Molina Rosa), que en diciembre de 1950 decidió abandonar la seguridad de un empleo en Hernando y se radicó en Villa María, en el barrio Ameghino, donde empezó a vender el pan directamente en la cuadra donde lo elaboraba.
Meses después, el almacén que funcionaba colindante a la cuadra, decidió alquilarle el lugar y así don Molina junto a su socio, Emilio Martín, inauguraron el mostrador para la atención al público.
La esquina de “La Técnica” es la de Santa Fe y Maipú, donde hoy, hijos y nietos siguen la labor de Juan Carlos.
Alicia, una de las dos hijas, recuerda que nació en esa casa que su padre pudo construir gracias al trabajo en la panadería.
“Tiene tanta historia que quedó registrada la primera clienta. Se trata de doña Paulina Melloni, una mujer que vivía donde ahora está el edificio Paulina”, recordó Alicia.
Una de las características de “La Técnica”, fue que pusieron mucho énfasis en la atención al cliente. “Mi padre prefería la venta al público antes que el reparto”, recordó Alicia.
Una de las innovaciones que le dio al local, fue la incorporación de números para dar un orden a la atención de la gente. “Primero hacíamos unos cuadraditos de cartón prensado y con mi madre les pintábamos el número. Después, encargamos unas maderitas a don Emilio Ronco, a las que también teníamos que pintar”, recordó.
Alicia se crió entre el mostrador y los clientes. Así estudió y se recibió de profesora de matemática. Pero heredó ese amor por el negocio y por la historia del lugar.
“Un dato que me parece importante señalar para hablar del barrio es la solidaridad. Cuando mi papá hizo el horno nuevo, don Garay, de Panadería Villa María, le prestó su horno para que se produjera ahí. Luego, cuando ya teníamos el nuevo, otro vecino, don Comba, le prestó el garaje para la atención al público y así se pudo construir el salón nuevo”, indicó.
Era el verano del ‘69. Y don Molina seguía con innovaciones. “Esta panadería es uno de los primeros locales que tuvo un cartel luminoso, el primero en incorporar aire acondicionado, tuvo la primera grisinería que había acá y no sé cuántas cosas contarte de las que se hacían y que le fueron dando un nombre y una historia”, indicó.
Tenían siempre proyectos e incluso, cuando se hizo el salón nuevo, ya se pensó en los servicios y en el pavimento que todavía no había llegado a esa esquina.
“Además, cuando el horno pasó a gas natural (ya se había hecho pensando que algún día llegaría), venían panaderos de toda la región para ver cómo funcionaba”, relató Alicia.
Mientras hijos y sobrinos atienden a la gente que incesantemente llega a pedir el pan y los demás productos que allí elaboran, la hija del fundador de “La Técnica” exhibe orgullosa el cartel de la puerta. “Creo que es importante recordar a los vecinos nuevos que hace 62 años que estamos acá. Que si bien por algunos años la panadería estuvo alquilada, hoy volvemos con las ganas que le puso mi papá, quien trabajó incansablemente en la cuadra y en el mostrador, que fue dirigente del Centro de Industriales Panaderos de Villa María y que fue un vecino del barrio Ameghino, para seguir adelante con el camino iniciado por él”.