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10 de Junio de 2012
Edgar Medina Fetecua
Derechos humanos y lenguaje audiovisual
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Por Darío Falconi

En Uruguay, durante la próxima semana, se desarrollará el "1º Festival Internacional de Cine y DDHH", que tiene por finalidad potenciar y ampliar la mirada de los Derechos Humanos por medio del arte. Para participar de ese evento, que se realizará desde el 18 y hasta el 22 del corriente, un grupo de jóvenes villamarienses vinculados con el arte audiovisual, viajarán para realizar un gran aporte capital al mismo.
Edgar Medina Fetecua es ante todo un realizador audiovisual. Colombiano de nacimiento, hoy reside en Villa María. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad de La Salle, en Bogotá y cursó estudios de Guión y Realización Documental en la Escuela Internacional de Cine y Televisión - EICTV de San Antonio de los Baños (Cuba). Actualmente es estudiante de Licenciatura en Diseño y Producción Audiovisual en la UNVM y dirige desde hace 12 años la ONG Asociación Leteo en Colombia. Ha sido invitado como conferencista en diferentes encuentros internacionales sobre Arte, Memoria, DDHH y Juventud, realizados en: Argentina, Chile, Bolivia, Uruguay, Paraguay, Perú, Ecuador, Venezuela, Colombia, Panamá, Cuba, España, Austria, Hungría, Serbia, México y República Dominicana. En Villa María integra, junto a Robinson Ríos, el proyecto "24 SIETE - Casona del Nuevo Cine".
Su participación en tierras charrúas se concretará en el dictado del taller "Arte Público: el Cine, la Memoria, los DDHH en Colombia y en América Latina." Allí se trabajará sobre la importancia que tiene el "Arte Público" como elemento configurador de las sociedades contemporáneas. El equipo de 24 SIETE registrará en vivo el desarrollo de dicho taller y en la última jornada, se presentará el documental realizado en esos días. Toda una apuesta y un desafío.
EL DIARIO Cultura, quiso conocer en detalle sobre esta participación y ahondar algunos aspectos del joven realizador.

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—¿Por qué te dedicaste a explorar el lenguaje audiovisual? ¿Cómo te llevás con los demás lenguajes?
—Siento que la realización audiovisual es la expresión más completa (y compleja) que han podido inventar los seres humanos. En ella se integran y condensan otras expresiones como la literatura, la música (el sonido), la plástica, el arte escénico y la tecnología para constituir un solo lenguaje.
Gran parte de la comunicación que practicamos en este momento es audiovisual y multimedia, donde la imagen y el sonido transmiten con gran impacto los contenidos que se desean compartir.
También reconozco y valoro el aporte que han hecho (y siguen haciendo) las demás expresiones artísticas. Pero en mi caso, la realización audiovisual fue la expresión y el camino que elegí. En él me siento cómodo. Siento que puedo decir y hacer mi aporte histórico y político a través de las imágenes y los sonidos que capturo con mis equipos.
Otros lo han hecho desde la literatura, el teatro, la música etcétera, pero después de haber explorado algunas de estas expresiones, tomé la decisión de dedicarme a la realización audiovisual.
—¿Qué te ha permitido decir este lenguaje?
—Como lo he afirmado en otras oportunidades: "De esta manera puedo decirle al mundo cosas que el mundo no quiere que se digan"... Poder compartir lo que pienso y siento me motiva y me moviliza todo el tiempo.
Creo firmemente en el compromiso y el aporte histórico que ha hecho y puede seguir haciendo el arte en la construcción de las sociedades. No me siento cómodo con el arte kitch, con el arte light, con el arte sin contenido. Me interesa retomar y promover el arte con compromiso, el arte político, el ARTE PUBLICO.

—La Filosofía nutrió una parte central de tus estudios académicos, ¿cómo impactó en lo audiovisual y en lo que llamás "Arte Público"?
—La filosofía como otras áreas del conocimiento tiene también su enfoque o especialización. Por ejemplo, hay quienes se interesan por la teología (su pregunta sobre Dios), otros por la filosofía analítica (el lenguaje) etcétera. En mi caso, el interés fue la estética, es decir, una filosofía sobre el arte.
Por esta razón, dediqué varios años de mi vida al estudio de lo que en Colombia se llamaba "Filosofía y Letras" (no sé si en tu país exista esto). Lo que yo hice no fue dedicarme al estudio de una filosofía en sí misma (lo que llaman "filosofía pura"), sino que encontré en esta carrera de "Filosofía y Letras", la posibilidad de estudiar una filosofía que se preguntara por el mundo y lo humano pero a través del arte.
A partir de esto nació mi interés por lo que he llamado "el Arte Público", pero no quise hacer "tratados filosóficos" para explicarlo (tratados que al final casi nadie entiende, o casi nadie lee), sino que empecé a incorporar mis aprendizajes y mis reflexiones a un lenguaje audiovisual (que aún estoy aprendiendo y explorando) para poderle contar al mundo lo que he estado pensando y lo que me gustaría proponer.
Podría decir que yo no quise ser "un filósofo", sino un realizador audiovisual con contenidos tal vez filosóficos, para ser capaz de comprender el mundo en el que vivo, para que mi obra artística pueda hablar, generar reflexión y proponer alternativas al mundo que se ha venido construyendo y que en muchos aspectos no me permite sentirme bien.
Siento que para esto me sirvió haber dedicado algunos años de mi vida al estudio de la filosofía y las letras, para poderle dar contenido a mi realización audiovisual.
El artista es un creador y como creador está en constante búsqueda (de su propio estilo, su propio lenguaje etcétera). Por medio de la filosofía conocí algunos ejemplos de esas búsquedas, de esas creaciones que han existido a través de la historia de la humanidad y que me han motivado a emprender mis propias búsquedas, a intentar también construir mi propio camino.

—Tuviste la oportunidad de viajar a muchos países y has palpado diversas realidades, en ese sentido, ¿qué análisis podés hacer de los derechos humanos en el continente americano?
—Cada país, cada pueblo latinoamericano es una historia particular.
Desde el año 2000 he tenido la oportunidad de recorrer y acercarme cada vez más a nuestra realidad latinoamericana. No lo he hecho solamente desde los libros ni desde los medios de comunicación (oficiales o alternativos), sino recorriéndola, viviéndola.
Cada país, cada pueblo, cada comunidad ha sido una experiencia única, vivida en un tiempo que también ha sido único. Por ejemplo: viví la mentira y el fracaso del "proceso de paz" en mi país, el cambio constitucional en Bolivia, el inicio del primer gobierno socialista (elegido democráticamente después de 30 años de dictadura) y la inauguración del Primer Museo de la Memoria en Uruguay, experimenté en Cuba lo que puede haber significado más de medio siglo de revolución, en México la incursión acelerada del narcotráfico y la política de extrema militarización, en República Dominicana comprendí aún más la colonización y su genocidio contra nuestras comunidades indígenas, en Hungría, Austria y Serbia viví lo que significa la pos-guerra hoy...
Me siento muy afortunado he haber vivido estos momentos (y muchos otros así), porque gracias a esto he podido ir construyendo una visión propia de nuestra historia latinoamericana, una historia del mundo y del tiempo en el que vivo.
Sin embargo, pese a que cada historia en nuestra mayúscula América ha sido particular, he concluido que en términos de derechos humanos, durante los últimos 120 años hemos tenido una misma desgracia: Estados Unidos y su política mundial. Nuestra historia y nuestros derechos han sido masacrados y la causa ha sido esa.
Sus invasiones militares, sus dictaduras (implantadas o financiadas), sus multinacionales genocidas y sus relaciones económicas con gobiernos corruptos, paramilitares y neoliberales de extrema derecha nos han dejado un saldo desfavorable en términos de derechos humanos y peor aún, de justicia y verdad.
Me duele mucho la realidad latinoamericana, porque la he recorrido, porque la he estudiado, porque la he vivido.
En este momento estoy trabajando en un proyecto de investigación que he titulado: "USA XX, la cronología del monstruo" para argumentar y dar a conocer todo el daño que durante el último siglo le ha hecho la política norteamericana a nuestra mayúscula América. En esta investigación llevo siete años y 17 países recorridos. Espero, algún día, poder terminarla, porque si esto se publica, seguramente mañana seré uno de los "terroristas" más buscados en el mundo por afectar sus intereses y poner en duda (y "riesgo") su nefasta política mundial.

—En la actualidad, ¿urge concientizar y trabajar en defensa de los derechos humanos?
—Por supuesto. Si nuestras comunidades empiezan a tener la capacidad de reconocer, ejercer realmente y garantizar sus derechos, podremos transformar completamente nuestra historia latinoamericana. Esta vez, en favor de la vida y no en función de los intereses político-económicos norteamericanos.

—¿Cómo puede conjugarse la revalorización de los derechos humanos y el lenguaje audiovisual?
—El (o la) artista expresa por medio de sus obras la concepción y relación que tiene con el mundo. Heidegger decía que "el filósofo debe ser un filósofo de su tiempo", a partir de esto y adaptándolo a mi tema de interés, pienso que "el artista podría ser un artista de su tiempo" si se interesa por su realidad, por su historia y su contexto.
De esta manera, pienso que el arte puede motivar y generar reflexiones profundas sobre esos aspectos necesarios que contribuyen a la vida, a la convivencia y a la conformación de nuestras comunidades.
La semana pasada, por ejemplo, con Robinson Ríos (director local con quien trabajo en este momento en un proyecto que hemos llamado 24 SIETE -casona del nuevo cine) tuvimos la oportunidad de participar en un encuentro con más de 23 delegados de comunidades indígenas argentinas. El encuentro tenía un objetivo concreto: construir y desarrollar una "comunicación con identidad". Es decir, una comunicación que reflejara y difundiera sus cosmovisiones, sus identidades, sus formas de relación con el mundo, no solamente para preservarlas al interior de sus propias comunidades sino, también, para poderlas compartir y poner en diálogo con el resto del mundo. En este proceso, el arte (principalmente audiovisual) fue una de las herramientas y estrategias más importantes.
Es decir, hasta las comunidades indígenas han incorporado en sus modos de expresión el arte no solamente para mantener vivas sus tradiciones, sino, incluso, para poderlas compartir y valorar con el resto del planeta.
Al arte es también una herramienta que puede ayudarnos a comprender el mundo, a reflexionar y motivar alternativas sobre la manera en la que vivimos y nos relacionamos, e incluso, para construir el mundo, esta vez de una manera más digna, justa y responsable.

—Para finalizar, estás a punto de viajar a Montevideo al "Que Ver - Festival Internacional de Cine y DDHH". ¿Qué experiencia tenés en ese país y cuáles son las nuevas expectativas allí?
—Sí. Desde el año 2005 he tenido la oportunidad de vivir en Uruguay varias veces (por cortos períodos de tiempo), además de Montevideo conozco otras ciudades uruguayas. Allí tengo buenos amigos y he aprendido muchas cosas importantes en mi vida.
Uruguay es un país que admiro y quiero mucho. Cada vez que puedo, vuelvo a Uruguay.
Y la expectativa que tengo frente al festival de cine y derechos humanos es poder compartir con los y las participantes en mi taller de Arte Público, gran parte de esto que he venido recopilando, aprendiendo y reflexionando durante estos últimos años. Este año es "mi primera vez" como invitado internacional en un festival de cine tan importante. Tengo una alegría muy grande por esto. Estoy seguro que, una vez más, Uruguay será una gran experiencia para mi vida, aprenderé muchísimo y espero seguir haciendo más amigos y amigas allí.

Medina Fetecua, apronta su bolso para llegar con tiempo a este compromiso. En él lleva sus elementos personales y deja un espacio en el que acomoda, delicadamente, sus expectativas e ilusiones. Estamos seguros de que cosechará nuevos amigos y que regresará con la satisfacción de haber compartido su experiencia y de haber aportado a una causa que nos atañe a todos.



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