En la semana del Día del Periodista, vimos una serie de ataques a trabajadores de prensa. No es suficiente repudiar las agresiones a quienes intentan cumplir con su tarea, es necesario seguir luchando por una transformación cultural que valorice al trabajador, sin pretender “abollar” su pensamiento y su ideología.

Violencia sin razón. Divisiones, intolerancia, agravios. Palabras que deberían desterrarse del lenguaje de la sociedad del Siglo XXI y sin embargo permanecen, persisten, invaden, se infiltran en la maquinaria del sistema, cuyos engranajes intentan, desde hace siglos, demoler valores fundamentales de las personas.
En los últimos tiempos, es bueno resaltarlo en este mes de junio, los periodistas fueron víctimas de numerosos ataques por parte de grupos que no respetan la tarea ni las ideas de los trabajadores de prensa.
Trabajadores, sí. Las peleas entre las corporaciones y los poderes están en una dimensión y la mayoría de los periodistas que intentan ejercer su oficio o profesión con responsabilidad e idoneidad (no son pocos) se mueven en otras realidades.
No es suficiente con repudiar las agresiones a quienes intentan cubrir una información, es necesario seguir luchando por una transformación cultural que valorice al trabajador, sin pretender “abollar” (a los golpes) su pensamiento y su ideología.

Estamos transitando el camino de la democracia, años y muertos costó recuperarla, y seguimos observando disputas, en la dimensión del pueblo, que no conducen a ningún puerto.
Responder a las críticas con conceptos agraviantes o considerar al prójimo el enemigo, no es el mejor camino para fortalecer el sueño de un país que tiene entre los lineamientos de su ideario la reducción de las desigualdades y la conquista de la justicia social.

Los que vivimos de nuestro trabajo y sobrevivimos con esfuerzo, sacrificio, con dolores y sin dólares, no tenemos por qué ser los blancos del odio de sectores que vienen transitando la ruta del privilegio.
La política es una herramienta para cambiar determinados vicios y prejuicios. Los que tienen la responsabilidad de representarnos, están obligados a dar el ejemplo con actitudes maduras.

Ser oposición no es sinónimo de ataque continuo a quienes fueron elegidos para gobernar y ser oficialismo no es sinónimo de hacer “lo que se quiere o lo que se le antoja”.
Es imprescindible el equilibrio y el respeto, en el escenario del poder para ilusionarnos con alcanzar, alguna vez, el equilibrio y el respeto en el seno de la sociedad.

Pero así, como la política es una herramienta de cambio, el periodismo también lo es.
Desde los medios de comunicación se puede contribuir a iluminar nuestros oscuros senderos y bregar, con un profundo compromiso, por la verdad, la transparencia y una sociedad más justa, más igualitaria y que valore la cultura del trabajo.

Somos más numerosos los trabajadores que las grandes corporaciones.
En estos tiempos difíciles para el laburante de prensa (hubo períodos negros) debemos seguir adelante con los principios que abrazamos, aún cuando los “machetes” de ciertos grupos intolerantes estén siempre listos con la intención de callarnos.
Con unos días de retraso, Feliz Día periodistas.
@ Datitos
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