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12 de Junio de 2012
Mitos y verdades acerca del cigarrillo
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“Mi papá fumó toda la vida y no se murió por el cigarrillo”, es una de las excusas frecuentes

Pese a conocerse las graves consecuencias que produce al organismo, el cigarrillo está muy extendido en la actualidad por todo el mundo. En Argentina, la prevalencia del tabaquismo es de aproximadamente el 40% de la población, a pesar de las leyes que se van aprobando y de las duras campañas de concientización que se realizan desde los estamentos oficiales.
Si bien todas estas herramientas favorecen la prevención y estimulan al abandono, el tabaco sigue diezmando a nuestra sociedad, cada vez con mayor ímpetu, a tal punto que en la actualidad el cigarrillo es la principal causa de muerte evitable en los países desarrollados.
Toda esta situación se da en un marco en el que el control del tabaquismo debe enfrentarse al poderoso marketing de la industria tabacalera, que anima en especial a adolescentes a su consumo.
Ocurre que el principal impedimento para dejar de fumar es que esta acción es placentera y que, insistimos, se la ha promovido en el cine, TV y hasta en canciones.
En paralelo a todos los impulsos externos que recibimos, la dependencia al cigarrillo parece a simple vista tan compleja que bajamos los brazos antes de intentar dejarlo, o muchas veces tras el primer fracaso, sin saber que la mayor parte de los casos exitosos tienen historias previas de pasos en falso.

Excusas frecuentes

En base a lo antes expuesto, rebatiremos algunos mitos y las principales excusas que escuchamos a diario en nuestros consultorios y que no hacen más que impedirnos superar nuestra dependencia y gozar de los beneficios de una vida libre de cigarrillo:

1- “El cigarrillo todavía no me hizo nada” o “De algo hay que morir”.
Qué saludable que es dejar el cigarrillo cuando aún éste no le ha dañado significativamente. Pero debemos señalar, en este sentido, que una de las trampas del tabaco es que los daños aparecen muchos años posteriores al inicio del consumo. Por eso no podemos afirmar que el cigarrillo es saludable simplemente porque no tenemos daños significativos en este momento.
Detrás del “no quiero dejar de fumar” siempre se oculta el “no puedo” y al fumador le cuesta mucho admitir su dificultad para desintoxicarse por sus propios medios. Estas excusas nos llevan a esperar a estar mal para recién allí, asustados, tener que tomar la drástica decisión de dejar el cigarrillo. El problema es que para entonces los daños ya están hechos y no siempre podemos dar marcha atrás con ciertas enfermedades que se han generado y avanzado sigilosamente durante años.
2- “No dejo de fumar porque consumo los cigarrillos light, habanos o sólo fumo en pipa”.
No hay forma segura de fumar; ninguna está exenta de riesgos. Aunque los cigarrillos light tienen menos nicotina y alquitrán, se suelen fumar en mayor cantidad para conseguir la misma concentración de nicotina en sangre, con lo cual se anulan sus ventajas y los riesgos se asemejan a los de los cigarrillos normales, sin mencionar que la nicotina (el alcaloide del humo del tabaco) y el alquitrán sólo forman parte de los más de 4.000 agentes tóxicos de humo.
3- “Fumo hace 10 años y me siento bien”
¡Cuidado con esta afirmación! Una de las mayores trampas del cigarrillo es que los daños que produce aparecen recién a los 20 años de haber probado aquel primer cigarrillo. Por eso es que resulta tan difícil persuadir al adolescente de que deje de fumar, ya que éste no tiene ningún síntoma negativo: corre y no se agita y tiene hábitos de vida absolutamente normales. El problema se inicia hacia los 40-45 años (según la edad de iniciación) cuando comenzamos con los problemas respiratorios, tos y flema matinal, hipertensión arterial de difícil control, infartos, impotencia sexual, accidente cerebro-vasculares (ACV) y demás. Para entonces, ya es difícil revertir las consecuencias. Para prevenir estas desagradables sorpresas, el fumador debería controlarse periódicamente los órganos blancos, estos son corazón, pulmones, aparato vascular periférico, etcétera.
4- “Si dejo el cigarrillo, voy a subir de peso”
Este punto es algo complicado, porque es cierto que el fumador promedio tiene un peso de dos a tres kilos inferior al que debería tener acorde la actividad física que realiza y a su ingesta calórica. Esto es porque el cigarrillo controla el apetito, aumenta el metabolismo y en algunos casos reemplaza la comida como control de la ansiedad. Sin embargo, ganar peso al dejar de fumar no es algo inevitable. Estudios realizados en personas que han dejado de fumar y que han llevado una alimentación rica en frutas, verduras y ejercicio físico moderado, mostraron que estos pacientes no aumentaban de peso en comparación con los que dejaban de fumar sin tener presente estos cambios. En definitiva, para derribar la excusa del aumento de peso hay que saber de antemano que el cigarrillo deberá ser reemplazado por otra cosa o actividad que nos genere placer, y por qué no comenzar con una supervisión nutricional, a la par de la actividad física. Se trata de cambiar un hábito tóxico, por un nuevo hábito sano.
5- “Dejar de fumar es sólo cuestión de voluntad”
Esto no es cierto. La mayoría de las veces no es suficiente sólo con tener voluntad. En rigor, resulta difícil dejar el cigarrillo, ya que éste genera distintos tipos de dependencia:
• Dependencia física. Dijimos que la nicotina, que es el alcaloide del humo del tabaco, estimula los receptores de nicotina cerebral y la falta de estos genera el síndrome de abstinencia. Esto puede controlarse con medicación, en el marco de un tratamiento con supervisión profesional. Hoy se cuenta con reemplazo nicotínico en forma de chicles, caramelos, spray nasal y parches, Vareniclina y Bupropion.
• Dependencia psicológica. Esta tiene que ver con la búsqueda de los efectos de la nicotina (no tener hambre, relajación, placer, sosiego de angustias, antidepresivo, estimulación, etcétera). El efecto de la nicotina se produce muy rápidamente, en menos de 8 segundos, y dura entre 20 minutos y 45 minutos. La tasa de la nicotina que se eleva rápidamente es el origen del placer de fumar y de la dependencia que lleva consigo. Cuanto antes empezamos a fumar más importante es el riesgo de dependencia; el 80% de los fumadores han empezado a fumar antes de los 18 años.
• Dependencia psíquica. En este punto debemos saber que algunos fuman por placer, otros para calmar ansiedad, otros para sobreponerse a la soledad, otros para reemplazar algo que les falta. Cuando el cigarrillo es quitado, la necesidad de ocupar estos espacios vacíos necesariamente debe ser suplida a través de otros elementos que nos generen placer o disminuyan las tensiones. Este elemento suele ser justamente en algunos casos, la alimentación desmedida, por eso es muy importante que, para derribar con la excusa del aumento de peso, al quitarse el cigarrillo se remplace automáticamente el placer que éste nos daba por alguna actividad que ocupe su lugar.
• Dependencia ritual. La dependencia ritual, o gestual, tiene que ver con esta costumbre que se corresponde a los reflejos provocados por la voluntad de fumar en algunas circunstancias: reuniones de amigos, trabajar frente a la computadora, tomar café o mate, etcétera. Este tipo de dependencia se supera rompiendo rutinas y a partir de cambios conductuales.
6- “Mi papá fumó toda la vida y no se murió por el cigarrillo”
Ante todo, si la persona que conocemos no murió por el cigarrillo es porque tuvo mucha suerte, ya que son más los fumadores que han muerto por fumar que los que llegaron a envejecer. También debemos señalar en este sentido que hay muchas enfermedades que la población general no asocia al tabaco, como por ejemplo el cáncer de vejiga, de riñón o de mamas. Lo cierto es que al menos el 50% de las personas que fuman mueren como causa directa o indirecta del cigarrillo en su organismo.
7- “Yo ya lo intenté y fracasé”
Es importante saber que la abstinencia definitiva se logra habitualmente después de alguna recaída. Casi siempre hay una historia de fracaso previa, y también es bueno saber que las recaídas son parte del proceso mismo de cualquier tipo de adicción. Entonces, si esto nos ocurre no debemos bajar los brazos, sino reencausarnos en el tratamiento hasta lograr la abstinencia definitiva. Los buenos resultados que alcanzamos en Diquecito tienen mucho que ver con que la persona, al aceptar una internación con el objetivo de dejar de fumar, está altamente motivada y esto ayuda sobremanera a la adhesión y compromiso con el tratamiento.

Ventajas de la internación

La internación se ha convertido en una alternativa altamente efectiva para iniciar la deshabituación tabáquica. A muchos fumadores les favorece alejarse de su ambiente habitual y, tomando distancia de sus tareas, ocuparse de esta enfermedad con apoyo especializado, rompiendo con el círculo de hábitos cotidianos que lo lleva a fumar.
En el tiempo de su internación de una o dos semanas, el paciente participa además activamente del análisis de su vínculo con el tabaco, reconoce los síntomas de la abstinencia y cuáles son las situaciones que los gatillan.
Además, en el marco de una internación se transmite que el impulso de fumar dura poco y se provee al paciente de estrategias de resolución para evitar las tan temidas recaídas.
La internación, asimismo, da al paciente la posibilidad de tener un abordaje multidisciplinario que no sólo lo ayude a dejar la dependencia al cigarrillo sino, fundamentalmente, a cambiar hábitos saludables de vida y a detectar las causas que generan vulnerabilidad ante el tabaco y otras dependencias.
En relación a lo anterior el tratamiento en un centro especializado, permite a la persona también disponer de elementos para controlar su peso evitando la suba tan temida, en especial por parte de las mujeres. Posibilita además la realización de estudios médicos completos durante la internación, con la finalidad de detectar posibles afecciones vinculadas al tabaco tanto respiratorias como cardiovasculares.
Dejar de fumar es más o menos difícil, pero nunca imposible.

Dra. Raquel Pendito- MP: 12760- especialista en Neumonología y responsable del “Programa de Dehabituación Tabáquica” de Sanatorio Diquecito

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