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Arturo Illia y Raúl Alfonsín, dos presidentes que estuvieron de paso por la ciudad, pero por diferentes circunstancias |
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Kililo Botta no puede contener la emoción cuando habla de los visitantes ilustres que tuvo en su casa de la niñez.
Se trata de dos dirigentes radicales que fueron presidentes de la Nación y que por distintas razones vivieron en el barrio Palermo, en la casa de Nito, padre de Kililo.
“Cuando vino Don Arturo (Illia) yo no tenía ni 10 años”, recordó. Pero había aspectos de su personalidad que le llamaban la atención. “El andaba siempre con el diario del día, enrollado. Dentro de ese paquetito tenía un par de medias, un calzoncillo y un cepillo de dientes como único equipaje, lo que da muestra de su austeridad”, recordó.
Cada noche, cuando se bañaba, se lavaba personalmente la ropa interior, la colgaba en el pie de la cama y al otro día la tenía lista para guardarla en el diario que nuevamente ofrecía las noticias de la jornada.
“El venía, en general, haciendo reuniones. Mi padre lo iba a buscar, lo alojaba en casa y después lo llevaba adonde hubiera actos”, recordó.
“La verdad es que los últimos años de Don Arturo se puede decir que vivió con lo que aportaban todos los correligionarios que lo querían, no sólo como un líder, sino como un amigo”, dijo Botta.
Un detalle político que casi no se conoce. “Le puedo decir que si bien Illia no se manifestó a favor de un sector interno u otro, tenía su corazón con el alfonsinismo. Esto lo vi cuando un día le dijo a mi padre: ‘Los muchachos de Buenos Aires me dieron unos afiches, no sé de qué son, pero hacé lo que quieras’”. Eran los afiches de la interna radical en la que se presentó, por un lado, la fórmula Alfonsín-Storani y, por el otro, Balbín-Gamond, que fue la que finalmente se impuso en el país.
Illia era sencillo en sus gustos para alimentarse, pero era de buen comer. “Siempre le decía a mi madre que no se preocupara, que con un café con leche se arreglaba. Mi mamá le hacía el café y después de tomarlo comía con nosotros lo que preparaba para el resto de la familia”, recordó.
Alfonsín, perseguido
El ex presidente Raúl Ricardo Alfonsín pasó más tiempo en el barrio Palermo. Ocurría que en tiempos previos a la dictadura estaba en las listas negras de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) liderada por José López Rega.
“Mi padre había conocido a Alfonsín mucho antes, en Rosario. El le preguntó: ‘¿Así que usted es el cacique de Villa María?’ y me padre le contestó que no, que era un indio más. Cuando nos visitó por primera vez en mi casa, mi papá -faltaba mucho para los 80- nos dijo: saluden a este hombre que va a ser presidente de los argentinos”.
Ya en el año 75, en pleno auge de la Triple A, Alfonsín era “cuidado” por un grupo de jóvenes que fueron el origen de lo que se conoció como “la Coordinadora”.
Es así que lo hacían refugiarse en casas de correligionarios por todo el país. “Así llegó Alfonsín nuevamente a mi casa. Era un hombre muy agradable, hablaba con nosotros, que éramos adolescentes, como si estuviera charlando con el mejor interlocutor. Tenía una gran cultura general”, recordó.
También era de gustos sencillos y en la casa de los Botta tenía un privilegio: era una de las tres personas que podía entrar a la bodega familiar y elegir el vino que quería. “Lo que pasa es que en mi casa casi no se tomaba vino, pero como a mi padre siempre le regalaban se guardaban en la bodega. Ahí podían entrar y elegir lo que querían Raúl Alfonsín, Arturo Illia y el tío Egidio”, que si bien no tuvo la banda presidencial, ocupaba el lugar de uno de los mejores amigos de Nito Botta.
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