El empresario Rubén Rea, uno de los propietarios del salón Greystone de Villa María, señaló ayer que muchos padres dejan a sus hijos en la puerta del local, donde concurren a fiestas privadas, ya en estado de ebriedad, y dijo que “por la idiosincracia” un evento sin alcohol “no funcionaría y quedaría la cumpleañera de 15 sola”.
Fue a las 14 de la víspera, cuando finalizó una reunión entre empresarios de la movida nocturna con ediles, en el Concejo Deliberante. Los legisladores quieren consensuar con diferentes sectores algunas ordenanzas para frenar el excesivo consumo de alcohol: por un lado, los salones de fiesta no podrán suministrar bebidas alcohólicas a menores, ya sea en una fiesta de 15, en una boda u otro evento. Por el otro, tanto boliches como pubs no podrán permitir el ingreso a estudiantes secundarios en la noche previa a un día de clases, algo que sucede comúnmente los jueves. Ambas iniciativas están en estudio.
“Estamos en un pico de transgresión respecto a lo que nos pasa con los menores”, admitió Rubén Rea, quien se mostró preocupado por la ingesta de alcohol. Valoró la convocatoria del Deliberante y enfatizó que hay que consensuar una norma.
Los chicos “no debieran consumir alcohol en la medida en que lo hacen”, sostuvo, y consideró que es la principal adicción y que “está encubierta, ya que es aprobada por la sociedad”.
El empresario recalcó que “los padres admiten la previa” e hizo hincapié en que la mayoría consume antes de llegar a los locales como el de su propiedad. “Consumen antes de salir, por eso, con muy poco que tomen en el lugar ya estamos frente a un problema. La discusión es cómo los contenemos. Hay que consensuar entre los padres que organizan las fiestas. A nosotros nos interesa vender diversión, no alcohol”, afirmó.
Se preguntó “qué deberíamos hacer con una chica que se baja del auto ebria”, llevada por los padres al salón. ¿Es común?, se le preguntó. Su respuesta fue afirmativa. Por eso sugirió que los entes de control concurran a observar el acceso de los menores a los locales.