Señor director:
Le ruego que publique esta carta porque mi situación es desesperante. Aunque estoy haciendo los trámites legales correspondientes, esto lleva su tiempo. Necesito que se conozca públicamente la condición de dos empresarios (a quienes la Municipalidad de Villa María les otorga concesiones) que no responden con la hombría que tendrían que tener para con los ciudadanos, gracias a los cuales aumentan su patrimonio cada vez más.
Ocurre que mi esposo murió en el mes de mayo de este año y trabajaba en la playa de estacionamiento llamada Playa Central, ubicada en avenida Alem esquina Catamarca, concesionada por el municipio de Villa María a MCR Construcciones SA, cuyos responsables son Pablo Luis Ciacia y José Antonio Martinotti. No sólo que la firma lo tuvo trabajando “en negro” cuatro años, sino que no me indemnizaron de ninguna manera, ni siquiera me pagaron el último sueldo que él había ganado. Mi marido era un hombre joven que falleció mientras trabajaba para ellos, dejándome sola con cuatro hijos, la menor, de ocho años. Pienso que al menos deberían condolerse de la desgracia que cayó sobre mi familia, pero ni dan la cara, ni contestan las intimaciones legales. Prefieren esconder sus cabezas como el avestruz, no sea cosa que vean cómo sufren los demás.
Su actitud refleja que no les importa nada.
No me pagaron la indemnización por fallecimiento ni le hacían los aportes a mi marido, por lo que no puedo cobrar el subsidio por fallecimiento, ni seguro de vida ni ningún otro beneficio que me hubiera correspondido si los empleadores hubieran actuado correctamente.
Repito: mi situación es desesperante porque tengo cuatro hijos.
Lo que me llama la atención es que estos señores, que trabajan a expensas del municipio (o sea de todos nosotros) puedan caminar tranquilos por la calle y seguir haciendo negocios, mientras demuestran carecer no sólo de la responsabilidad exigida a cualquier persona o empresa concesionaria de la ciudad, sino de un rasgo de humanidad.
Nada de eso, son avestruces que esconden su cabeza para no ver la realidad que los circunda; para no hacerse cargo de sus obligaciones como empleadores. Y es tanta la voracidad por sus ganancias, que las privilegian sobre cualquier otro bien, así sea el bienestar de la familia de uno de sus trabajadores.
Nada de eso: son tan pobres que lo único que tienen es dinero.
Ana Santina Godoy, viuda de Echavarría.
DNI: 16982085
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