Escribe: Jesús Chirino
Allí donde el bulevar Sarmiento se encuentra con la avenida Julio Argentino Roca, el 11 de junio de 1979, se colocó una placa en conmemoración del centenario de la denominada “Campaña del Desierto”. En el bronce puede leerse :“Como homenaje a los héroes que agrandaron nuestras fronteras civilizadoras. El pueblo y la Municipalidad de Villa María”. Una mentira escrita en duro metal, aunque no por ello deja de ser tal, pues entonces el pueblo estaba silenciado y un comisionado de la dictadura usurpaba el puesto de intendente en la Municipalidad.
Treinta y tres años después, el pasado 15 de junio, los concejales de la ciudad, elegidos democráticamente, votaron modificar el nombre de la avenida Roca, que pasará a denominarse Raúl Scalabrini Ortiz, y el retiro de la referida placa.
Pero ¿cómo fue el acto en el cual se colocó esa placa? Resulta que en 1979 la administración municipal de Villa María realizó allí la actividad central de la conmemoración del centenario de la “Conquista del Desierto”. Erigió un nuevo mástil en la pequeña plazoleta al lado del busto del general Manuel Nicolás Savio. El programa oficial dice que allí concentrarían “delegaciones escolares y estudiantes, efectivos de la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos Villa María, representantes de instituciones y pueblos…” de esta ciudad, la vecina “Villa Nueva y región”. Se intentaba darle envergadura regional a los festejos.
Siguiendo con el programa, advierto que la mencionada concentración se preveía a las 10.30, y diez minutos después la “presentación de efectivos al señor director de la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos… Tte. Cnel. D. Mario Norberto Fornari”. Fue esta la autoridad más destacada en el acto y en ello el sentido profundo del mismo: un poder militarista rendía honores a lo que fue una gran matanza de hombres y mujeres de los pueblos originarios. Aquel día, Fornari, jefe de una de las subzonas en que el Tercer Cuerpo del Ejército había dividido su territorio, rendía homenaje a quienes también habían perseguido, torturado y asesinado seres humanos en nombre de una supuesta civilización. Muy parecido a lo que hacía la dictadura de la que formaba parte.
El afiche, de considerable tamaño, con el programa para aquel día fue pegado en diferentes lugares de la ciudad. Si bien allí se detallaron actividades como manifestación del pueblo, las mismas no habían surgido de la inspiración de villamariense alguno, sino que obedecían a las órdenes emanadas desde la centralidad del poder de la dictadura desaparecedora de personas. Así queda manifiesto en la comunicación escrita que en el mes de marzo Fornari le dirigió al comisionado municipal Adolfo Jaca. En ella, llamándolo intendente municipal, le dice que “cumplimentando una orden del Comando del III Cuerpo del Ejército, el señor intendente preparará…” una serie de actividades entre las que se incluyen: creación de una comisión municipal de homenaje al “Centenario de la Conquista del Desierto” y organizará actos durante todo el año y uno especial el 11 de junio.
De esa orden se hicieron 62 copias. Todas dirigidas a quienes figuraban como intendentes de localidades de la zona, excepto una destinada al archivo de la propia Fábrica Militar. Los municipios destinatarios de la orden cubrían una amplia zona. Así, por ejemplo, figuraban localidades como Monte Maíz, Canals, Corral de Bustos, Marcos Juárez, Saira, General Roca, Arroyo Cabral, La Playosa, Luca, Alto Alegre, Bell Ville y Camilo Aldao, entre otras. También se incluyeron núcleos urbanos con muy pocos habitantes como el caso de Ana Zumarán, Cárcano y Cayuqueo.
En ese escrito, Fornari le dice a Jaca que el ministro del Interior había cursado una directiva a los gobernadores provinciales haciéndolos responsables de que se desarrollaran celebraciones en cada jurisdicción, estando en la seguridad de que la misma sería remitida a los intendentes. Como vemos, fue el militar quien mandó organizar los actos en que supuestamente el “pueblo” conmemoraba el referido centenario. Es más, en un párrafo de la misiva Fornari señala que “es de particular interés dar a las celebraciones un carácter solemne, sobrio y austero, al soldado, al colonizador, a la mujer y a todos aquellos que con su visión, esfuerzo y sacrificio posibilitaron el logro de tan significativa epopeya”. También adjunta el “programa de homenaje”, “una guía cronológica de los principales acontecimientos que conforman la Conquista del Desierto”, a la vez que se detalla la programación a desarrollarse el 11 de junio. Ante estos documentos es claro que el mencionado acto fue una mentira urdida por el aparato represivo de entonces, que aquéllo no era una expresión del pueblo villamariense.
En la programación de aquel encuentro también se previó que el obispo diocesano de Villa María, monseñor dr. Cándido G. Rubiolo, elevara una “plegaria por los héroes de la Campaña del Desierto”. En la oportunidad también se leyó el Decreto 37 “A” mediante el cual se creó, de acuerdo a lo ordenado por Fornari, la “Comisión Municipal de Homenaje al Centenario de la Conquista del Desierto” cuyo presidente, Ernesto Pfeiffer, habló al público. Esa comisión también fue integrada por los vocales Yolanda Paulina Bruno de Lozita, Jorgelina Judith Venosta de Ferreyra, Norma Antonia Bessone y Ricardo Luis Vagliente.
En el acto también se descubrió la placa de bronce que miente el supuesto homenaje que el pueblo hizo a quienes asesinando a miles de seres humanos y tomando 14.000 prisioneros “agrandaron nuestras fronteras civilizadoras”.
Por otra parte, ese día de 1979 se dieron por iniciadas las obras de pavimentación de la entonces avenida Julio Argentino Roca, ahora Scalabrini Ortiz a partir de la decisión de los concejales y tal cual lo habían solicitado instituciones del medio, entre ellas la “Comisión 19 de Abril”. La misma que hace años pide por el monumento a la resistencia de los pueblos originarios planificado en el bulevar España y que aún no se ve concretado.
Regresando a los protagonistas del acto de 1979, los años van develando cosas. El 22 de agosto de 2002 el diario Clarín publicó algunos textos de documentos de la embajada de Estados Unidos en Argentina, desclasificados por el Gobierno del norte. Allí se dice que ante el informe de la lucha “antisubversiva” que en abril de 1983 realizó la Junta Militar, obispos de la Iglesia Católica como Miguel Hesayne, Jorge Novak y Vicente Zazpe manifestaron su rechazo por considerarlo “inmoral, falso e hipócrita”, en tanto que monseñor Justo Laguna se declaró insatisfecho con dicho informe, mientras que Antonio Quarracino y el entonces obispo de Mendoza Cándido Rubiolo, definieron como aceptable ese documento que pretendía justificar la supuesta “guerra sucia”. El mismo Rubiolo que participó del acto en la esquina de Sarmiento y Roca, hoy Scalabrini Ortiz.
También se ha pedido que se modifiquen los nombres de aquellos otros lugares que se denominan Julio Argentino Roca, entre ellos el barrio de la ciudad que antes supo denominarse de otra manera. También hace tiempo pedimos que se le restituya el nombre a la calle “General Juan José Valle” que le fue quitado por la dictadura desaparecedora de personas. Para algunos todo esto les parece difícil, pero al antecedente de esta semana bien vale la pena sumarle el que produjo Daniel Baysre en los años 80, cuando entonces senador provincial, fue autor de la Ley 7.105 que le devolvió su nombre originario a cinco ríos de la provincia, entre ellos el que une Villa María con Villa Nueva.
Por otra parte, está dando frutos el largo camino que hace años comenzó Osvaldo Bayer haciendo saber qué significó la denominada “Conquista del Desierto” y la implicancia de los homenajes a la misma y a Julio Argentino Roca.
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