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Las opciones que proveen las sierras cordobesas para esta temporada de jornadas frías |
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Escribe: Pepo Garay
Especial para EL DIARIO
No son pocos los que se han pasado las últimas semanas mirando el almanaque y esperando estas fechas. Las vacaciones de invierno están al llegar, remplazando la espera por una buena dosis de tiempo libre. Quienes puedan hacerse un huequito entre el 2 y el 15 de julio, se encontrarán con un buen movimiento turístico para ambientar la parada.
La propuesta, no podía ser de otra manera, viene relacionada con el clima. De jornadas frías que invitan a intimar con los paisajes de montaña. Una combinación seductora por donde se la mire: paseos con abrigo, hoguera en la cabaña, y por qué no, juegos en la nieve. Imbuidos con el tópico, le ofrecemos tres opciones que se ajustan a la época como anillo al dedo. Una por cada gran valle de nuestra Córdoba. A disfrutarlas.
Yacanto (Calamuchita)
En las profundidades del valle más explorado por los villamarienses, está ella. Es Villa Yacanto de Calamuchita, pueblo encantador ubicado a 28 kilómetros de Santa Rosa, en dirección oeste. Aquí, el invierno se palpita como en pocos rincones de la provincia. De aires alpinos, encandila al visitante con su vegetación frondosa, de pinares, cedros y algarrobos. Callecitas de tierra, habitadas por cabañas, hospedajes, restaurantes, casas de té y gentes que se cansaron del ruido de la ciudad. Laderas que rodean y se llenan de melancolía. Suaves capas de nieve en las jornadas de mayor carácter, que barnizan el sello inconfundible del lugar.
De fondo, los cerros invitan a la caminata, sabiéndose protegidos por un centinela de lujo: El Champaquí. En cuanto a escapadas, destacan paraísos como San Miguel de los Ríos (7 km), El Durazno (8 km) y el Río Grande (14), donde se puede practicar la pesca de truchas. El entorno, de piedras y visuales abiertas, conquista cualquier voluntad.
Los Cocos (Punilla)
Otro destino que se lleva de maravillas con la estación es Los Cocos.
Distante a unos 25 kilómetros de La Falda, la localidad aparcada en las alturas del valle (1.223 metros sobre el nivel del mar) goza del marco perfecto para disfrutar del invierno. Carente de ríos u arroyos, brilla en cambio con la magia de sus cerros, como El Camello o el Cabeza de Soldado. A sus cimas se accede tras corta marcha. Arribar a ellas es obtener majestuosas panorámicas de Punilla. A la bajada, es tiempo de recorrer las entrañas del pueblo y sus típicas postales serranas. Ya en la hostería, un chocolate caliente ayuda a reponer fuerzas y relajarnos.
Después, es momento de visitar el lado más comercial de Los Cocos, con tres emprendimientos que llaman la atención del turista: el parque de diversiones, el complejo de aerosillas y el parque El Descanso (residencia del famoso laberinto de ligustros). Completan la oferta las tiendas de recuerdos y restaurantes y, cómo no, una probada de los deliciosos alfajores punillenses.
Nono (Traslasierra)
La tercera propuesta es también la más alejada. Nono, ubicado a 300 kilómetros de Villa María, representa la esencia de Traslasierra. En verano, sus reducidas playas de arena son las favoritas de los que vienen buscando serenidad. En invierno, el agua no se toca, pero sí todo aquello que la rodea: las montañas, las rocas gigantes, la hierba seca. El conjunto en sí despierta la adoración del viajero, quien enfundado en campera se dispone a intimar con la naturaleza. En las cercanías de balnearios como Los Remansos o Paso de las Tropas, o arroyos como El Perchel y Las Aguaditas, aprecia de lleno las impresionantes visuales que ofrendan las Sierras de Achala. Horizontes diáfanos, cielos infinitos. La paz.
También recomendable resulta la visita al Museo Polifacético Rocsen, uno de los más completos del país, y distante a apenas cinco kilómetros de Nono. De regreso a nuestros pagos, imperdonable resulta no parar en el medio del camino de las Altas Cumbres, y apreciar el fantástico contexto que regalan las montañas. La nieve, huésped recurrente de la zona, hace del marco el mejor homenaje. Bien de invierno.
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