Rosa tiene 83 años y sola se las arregla con sus necesidades básicas. Ella, que fue “sirvienta”, como nombra al empleo doméstico, hoy tiene que contratar a alguien para que la ayude. “Lo que pasa es que me caí y me hice mal la columna así que ahora me ayuda una vecina”, indicó.
“La mayoría de los vecinos son buenos. A mí me ayudan, se acercan si hay que hacer alguna compra y yo no puedo. Son excelentes”, dijo Rosa Almada, quien llegó al barrio hace 14 años, cuando por razones de la vida tuvo que abandonar su Monte Buey natal y decidió venir a la ciudad en la que también habita su hermano.
El 5 de julio cumple 83 años y está contenta porque los vecinos le dicen que la ven bien, que parece más joven. “Yo, salvo el problema de la columna, ando bien. Puedo comer de todo. Lo único que lamento es que no puedo hacer muchas cosas, me da pena ver el patio medio abandonado, antes lo tenía hermoso”, dice.
Sobre el cambio de nombre del barrio, dice que no tiene ni idea y, a decir verdad, le preocupa más tomar el sol de la siesta de invierno que el nombre de ese sector de la ciudad.
Está agradecida de la vida que la trajo a Villa María y al Roca “porque entre mi sobrina que me ayuda y mis vecinos, estoy muy bien”, asegura.
Lo único que lamenta es que “algunos muchachos” son ruidosos con sus motos, especialmente de noche, y los que hacen pintadas en su casa, que se ocupa, pese a todo, de tenerla de reluciente blanco.