Iglesias cristianas que se reunieron en Villa María durante cuatro jornadas admitieron no haber hecho lo suficiente para combatir la trata de personas, al tiempo que denunciaron que la corrupción, la impunidad y la falta de atención a las víctimas golpeó sobremanera a los grupos más vulnerables.
Esto se desprende del fuerte documento que firmaron al terminar el Primer Encuentro Cristiano sobre Trata y Tráfico Humano, que se desarrolló desde el lunes hasta anteanoche en la Casa de la Familia, organizado por Fundación Kairós, Comunidad y Cambio, Movimiento Juntos con la Niñez y la Juventud y Vínculos en Red.
Los impulsó a concentrarse en la ciudad para debatir y reflexionar sobre este drama la esclavitud que “persiste históricamente” y consideraron que “todas las personas son iguales, hechas a imagen y semejanza de Dios, con una dignidad intrínseca por la cual son sujetos de los mismos derechos y deberes sin distinción de etnia, edad, género, sexo, condición migratoria, cultura, lengua, religión, condición socio-económica, discapacidad o cualquier otra distinción”.
Los firmantes del documento (ver recuadro) advirtieron que el negocio de la trata es el segundo más lucrativo a nivel mundial y que funciona como red de crimen organizado, movilizando al año 40 mil millones de dólares, existiendo 27 millones de personas víctimas de trata.
Precisaron que entre 600 mil y 800 mil personas son traficadas en todo el mundo.
“A pesar del desarrollo de un marco legal internacional como el Protocolo de Palermo y otros complementarios, y la adopción de éstos a la legislatura de varios países, en lo efectivo, la aplicación ha sido y es ineficaz frente a la prevención y combate de estos crímenes”, subrayaron.

Un sistema en desmedro de la vida

Los referentes de las iglesias puntualizaron que se ha privilegiado un sistema de dominación patriarcal en desmedro de la vida humana, el que, en conjunto con “la corrupción de funcionarios y autoridades, la falta de voluntad política de nuestros gobiernos, el escaso número de casos judicializados, la impunidad, la casi nula existencia de casas de acogidas y falta de apoyo a las existente, así como los precarios programas de protección a víctimas y testigos, sumada a la indiferencia y parálisis social, ha ido en contra de los grupos más vulnerables, que cediendo ante el engaño de estas redes de tratantes, traficantes, comercializantes, funcionarios públicos y consumidores se convierten en los/as esclavos/as de este sistema de opresión”.
Interpretaron que las iglesias cristianas deben involucrarse en una lucha activa contra el cruel delito de la trata, convocando a que se lleven a cabo diversas acciones. Entre ellas se destacó la de “liberar” a la sociedad del patriarcalismo, el que, aclararon, legitima, favorece y posibilita la trata y tráfico humano.
Asimismo, en el documento final hicieron un llamado a organizarse en redes de prevención y denuncia, para poder actuar en articulación y lograr incidencia pública.
Por otro lado, generaron la iniciativa de propiciar espacios de veeduría, información sobre la legislación, discusión y propuestas de ley que garanticen la intervención estatal en estos delitos y concordaron en reclamar las “garantías de los derechos de las víctimas que expresan su testimonio en las denuncias”, generando mecanismos más eficaces de asistencia integral a las víctimas.
En tanto, demandaron a las autoridades “a hacerse cargo de la situación que viven las miles de personas esclavizadas, vulneradas en todos sus derechos, y tomar la decisión política de poner fin al negocio”.
El Congreso se realizó durante cuatro jornadas y contó con un buen marco de público. En setiembre, por su lado, se llevará a cabo un congreso internacional en la sede de la Sociedad Rural local, impulsado por Vínculos en Red.