Escribe:
Jesús Chirino
Apenas producido el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 la prensa requirió las opiniones del mayor José Cayetano Torres, que había tomado el poder en el municipio de Villa María. Así encontramos distintos artículos que reflejan aquellos encuentros entre ese militar y algunos periodistas locales, varios de los cuales he referido en otras notas de este suplemento. Abordo aquí uno en el cual se muestran de manera clara aspectos de la ideología liberal en la que había entrado el país.
El periódico local Opinión, dirigido por Victoriano Godoy, en su edición del 23 de abril de aquel año publicó un gran título de tapa: “La Municipalidad será conducida con sentido de empresa: nos dice el actual intendente mayor Torres”. Toda una definición de la visión de Estado con que llegaban los golpistas. En la nota periodística se aclara que no se trata de una lectura de los dichos de Cayetano Torres, sino algo que éste señaló literalmente al reportero. Se asocia el concepto de empresa al de eficiencia. Entre otras cosas, el interventor militar dice haber dispuesto un inventario para “reducir gastos inútiles, verificar estrictamente el estado financiero de la comuna…” y también “la suspensión del personal golondrina, regularización de la situación de contratados y separación definitiva de gente no necesaria”.
Todas esas medidas se tradujeron en la cesantía de 144 agentes municipales y así lo dice Torres en el artículo de Opinión, donde destaca que esa acción importa el ahorro de “muchos miles de pesos para el erario financiero”. Por otra parte se destaca que pronto 50 empleados se retirarían por acceder al beneficio jubilatorio, cuestión que también redundaría en la reducción del presupuesto destinado a personal. Según el reportero, Cayetano Torres definió todos esos movimientos de personal como un “proceso de reordenamiento que habrá de culminar cuando se concrete la racionalización del personal en todos los sectores”.
El golpista sabía que debía ir a favor de una idea de Estado que implicaba dejar empleados sin trabajo. A lo largo de los años veríamos avanzar esa concepción hasta llegar a formar parte del “sentido común” de gran parte de la población. Torres no venía para “militarizar” el municipio, sino a encuadrarlo dentro de una lógica del nuevo liberalismo que lo emula con una empresa. Es el mismo ideario que luego fructificó en la privatización de diferentes reparticiones del Estado, tanto a nivel nacional como local.
En las declaraciones de aquellos años Torres parece un gerente o directivo de “recursos humanos”, señala que se controlará la puntualidad de los empleados municipales “como asimismo poner acento en los casos de los enfermos con licencia”. Nada dice en la nota de la realización de esos sujetos, de sus condiciones laborales o las estrategias para lograr la mayor colaboración posible de cada agente municipal. Recordemos que el ocho de abril de ese año el interventor, junto al secretario de Gobierno, René Alberto Rodríguez, habían firmado el Decreto prohibiendo toda actividad gremial en las reparticiones municipales.
Ante las expresiones del militar, el periodista de Opinión escribió “por lo visto lo actuado por el mayor Torres es digno del buen comentario. Una acción directa saludable para una administración depurada y correctamente sana, con una funcionalidad de organigrama”. También le adjudica una “amplia visión tomada con toda claridad sobre el problema municipal villamariense… Nos habla de la importancia que importa analizar el estado deficitario de la cosa pública con arrastre multimillonario, pero también advierte sobre su optimismo en cuanto a que las medidas tomadas y a tomar darán como resultado un adecuado cierre de ejercicio financiero…”. Esto, según el comunicador, permitiría elaborar un plan de pago de deuda existente. De manera constante se asocia el concepto de empresa al de eficiencia a la vez que presenta al Estado como ineficiente, presentándose razonamientos que a primera vista pueden parecer lógicos, pero que analizados distan mucho de serlo. Por ejemplo, resulta imposible aplicar el mismo concepto de eficiencia al Estado y a la empresa cuyo principal fin es generar rentabilidad económica. En la nota de Opinión se habla del manejo del Estado como empresa y la generación de rentabilidad. Así es que dice “…se aplica en el manejo de la administración un concepto de empresa con todo lo que significa jerarquización y rentabilidad, porque con los porcientos del 75 para jornales y sueldos, 25 para bienes de consumo y 5 para capital no se puede ir adelante de ninguna manera”.
La posición ideológica que expresó Torres, que parece compartir el reportero, es parte de un liberalismo que avanzó mucho en los años posteriores y llevó a que gran parte del Estado pasara a manos privadas bajo el argumento de que la empresa puede administrar mejor lo público. A la par que se decía que el Estado debía reducirse a la menor expresión posible. Una ideología que naturaliza la existencia de la empresa considerándola como una forma social sin historia y como el único lugar donde se desarrolla la actividad productiva. Posiciones coherentes con ciertas corrientes de pensamiento como la de denominada Sociología Industrial de la Escuela de Relaciones Humanas, que si bien retoma cuestiones de la economía clásica, visualiza a la empresa como el agente encargado de conciliar los intereses individuales con el bienestar social. Una cuestión bastante discutible a la luz de la realidad que puede mostrar la mayoría de los servicios privatizados y la aplicación de una concepción empresarial a la administración del Estado.
De manera clara Torres expresó que el Estado local sería manejado con criterio empresarial, como dije, esa posición ideológica avanzaría de manera importante a lo largo de los años. A esta altura de la historia quizás podríamos reflexionar acerca de cuánto de esa racionalidad, de esa forma de entender la problemática, quedó como sedimento en las visiones que aún circulan en la sociedad.
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