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Madres, colaboradores y el pastor ayer en el comedor. Sirven la comida y brindan afecto |
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Entre 80 y un centenar de niños que va desde el año hasta los 15 asiste todos los sábados al comedor Maná en barrio Florida de Villa Nueva. Abrió en noviembre de 2011 impulsado por la Catedral de Alabanza, cuyo referente es el pastor Guillermo De Cuadra, comenzando con 30 pequeños alrededor de la mesa, pero hace varios meses que los comensales orillan los 100.
“Ayuda mucha gente de todo el barrio y también vecinos de Villa María”, recalcó De Cuadra al recibir ayer al mediodía a EL DIARIO en el comedor.
Griselda Giovanoni comentó con beneplácito que “no hemos cerrado un sólo sábado desde entonces, ni en Navidad ni en Año Nuevo”. El menú varía entre fideos con salsa, albóndigas, milanesas de pollo o pizzas, como ayer. Hay entre 10 y 12 colaboradores y algunas mamás, quienes van a servir la comida. ¿Qué los impulsó a armar el comedor? “Vimos unos chicos que pensamos que se estaban drogando y nos estrujó el corazón. Comenzamos a pensar qué podíamos hacer y surgió esta posibilidad”, contó Griselda, artífice de esto junto a Bárbara Lobo.
Además del alimento, “Maná” busca formar hábitos. “El de la higiene, el de lavarse los dientes. No sabían cómo cepillarse, compramos cepillos y les enseñamos. También les inculcamos a decir hola, chau, permiso, por favor. Son hábitos que no los tenían”, contaron.
Además se les dan clases bíblicas con proyección de películas cortitas. Se trata de enseñarles valores de vida como el amor y el respeto.
Las mujeres creen que sin la mano de Dios no podrían sostener este comedor que funciona sin donaciones fijas. “Nosotros vamos comentando que existe este lugar y conseguimos cosas, pero no tenemos a alguien que nos brinde todos los sábados”, apuntaron.
Guillermo De Cuadra, consultado sobre las necesidades que presentan los niños y niñas, no dudó en señalar que “requieren de afecto, de una familia bien constituida, de un oído, de que los escuchen”. Griselda coincidió: “Por ahí cualquiera te brinda un pedazo de pan, pero no cualquiera te abraza y eso es lo que buscan los chicos”.
De pronto, la mujer fue interrumpida por una niña que se le acercó y le dio un fuerte abrazo, lo que le humedeció los ojos.
“Esto para mí no tiene precio. A mí me puede cuando hacen esto”, dijo.
El salón es prestado, como los tablones de las mesas.
Se necesitan donaciones de alimentos, pero no quieren dinero. Piden que la gente se acerque hasta el comedor todos los sábados de 11 a 13 para “ver y participar”.
La mayoría de los niños comen en la escuela todos los días a través del Paicor. Los impulsores de “Maná” contaron que su preocupación era qué les pasaba en los mediodías de los fines de semana, lo que los llevó a habilitar este inmueble para los sábados.
“Los domingos los reservamos para la familia”, señaló Guillermo.
Conseguir postres o regalos no es fácil, ya que son muchos. Griselda contó que “vino una señora que colabora y tomó los números de los calzados, pero no le debe ser fácil conseguir zapatillas para 80 o 100”.
“¿Querés un turrón amigo?”, le convidó sobre el cierre de la nota un pequeño de 4 años a este cronista.
Ese era el postre de este sábado y los llenó de sonrisas.
Mamás con muchos hijos que vienen a ayudar
Gisela Piñeyro tiene 26 años y es madre de cinco hijos: sus edades son 8, 6, 5, 3 y 6 meses, edad de Uma, una beba que tenía en sus brazos en el momento de la charla con EL DIARIO.
Viven los seis en Los Olmos y ella los cría sola. “El papá es de San Francisco y prácticamente no lo veo”, reveló a este matutino.
Gisela trabaja de cocinera en un comercio y dice llegar a fin de mes “con lo justo”.
“Me las arreglo como puedo”, aclaró.
Remarcó que “es una experiencia muy linda” el venir todos los sábados al comedor Maná de barrio Florida de Villa Nueva para colaborar. “Al comienzo los chicos tenían muy poca educación. Muchos son hermanitos, hay seis, siete u ocho por casa. Primero no nos hacían caso para nada, pero ahora ya podemos hablar”, comentó sobre su experiencia aquí.
“Son re cariñosos, muy afectuosos y eso es muy lindo”, recalcó.
Estela Maris Barreto es otra mamá, de 40 años, que habita en barrio Florida y que viene al comedor a ayudar. Tiene cuatro hijos: 15, 11, 8 y 4 son sus edades.
Todos cursan la escuela en la primaria República de Bolivia o en la Pablo Sexto en el caso de la adolescente de 15.
“Los días de la semana comen en la escuela”, contó Estela.
Por la situación económica y un problema familiar necesita un hogar, ya que pueden llegar a ser desalojados. “Pagué la casa pero me quieren desalojar”, dijo preocupada.
Para ayudarla: 0353- 154207382.
Cómo colaborar
El comedor “Maná”, que significa “pan del cielo”, se encuentra ubicado en el bulevar Argentino 456 de Villa Nueva, en pleno barrio Florida. Concurren chicos del barrio de Cáritas, Florida y Los Olmos.
No tienen ayuda estatal y quieren estar alejados de todo tinte político. Fue impulsado por una iglesia cristiana.
Para colaborar comunicarse con Griselda o su hija a los teléfonos 0353- 155634565 o 154222643.
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