“¡Hijos de puta!”, balbuceó por lo bajo frente a la puerta del ascensor, cuando personal del Servicio Penitenciario lo retiraba de la sala. Y con los ojos vidriosos, casi a punto de estallar en lágrimas, Franco Ezequiel Moreno supo que su suerte estaba echada.
Es que segundos antes, la voz de la secretaria de la Cámara del Crimen había quedado como flotando en el aire cuando leyó la parte resolutiva de la sentencia: “Prisión perpetua”, se escuchó en medio de un “estruendoso” silencio.
Es que esas dos palabras sintetizaban otras cuatro, tanto o más estridentes en su real y contundente significado: cárcel de por vida.
Es probable que “Pachequito” recién haya reaccionado al momento de ser trasladado, esposado y bajo un estricto operativo de seguridad, hasta el pasillo del quinto piso de Tribunales. Quizás allí mismo, al atravesar la puerta de salida del recinto, advirtió que estaba entrando al mismísimo infierno de tener que pasar el resto de sus días entre rejas.
A decir verdad, uno intuye que ni Moreno creyó que podría zafar de semejante condena luego de que las pruebas de cargo lo “liquidaran” en pleno proceso. Desde el primer día del juicio todo indicaba que el futuro del asesino de Centeno sería devastador y sombrío.
Atardecer de un día agitado
La cuarta y última audiencia de este trascendental juicio por jurado había comenzado poco después de las 10 de la mañana con el alegato del fiscal de Cámara, Francisco Márquez, quien al mejor estilo del lejano oeste “desenfundó” una pesada artillería probatoria que dejó “malherido” al acusado.
Pasado el mediodía, la asesora letrada Ana María Díaz haría un denodado esfuerzo durante casi dos horas para esgrimir argumentos jurídicos que pudieran atenuar el severísimo castigo que se anunciaba para Moreno, pero la hipótesis de la “legítima defensa” terminó sucumbiendo ante las pruebas testimoniales y la contundente pericia forense.
El acusador público fue lapidario: “No hubo pelea… Franco Moreno miente. Actuó sobre seguro, asestándole a Centeno una puñalada a traición, debajo y por detrás de la axila izquierda”.
Con una exposición medular y prácticamente sin fisuras, Márquez construyó un alegato que al cabo de 90 minutos dejó al homicida a las puertas de una casi segura condena. Sólo restaba saber si sería castigado con prisión perpetua, como lo establece la ley para el crimen perpetrado con alevosía, o si tal vez el tribunal modificaba la calificación legal y le imponía una pena cercana a los 20 años de cárcel por “homicidio simple”.
A su turno, la defensora oficial mantuvo la posición exculpatoria esgrimida por Moreno cuando comenzó el juicio, al sostener que había sido Centeno quien lo atacó empuñando un cuchillo y que él se defendió torciéndole la mano hasta caer ambos al suelo y producirse el fatal desenlace.
Unanimidad
El veredicto de camaristas y jurados populares fue contundente: las dos juezas técnicas y los ocho miembros del jurado popular votaron por la culpabilidad de Moreno. El fallo fue unánime: 10 a 0. Ninguno tuvo dudas. Y el debate para resolver esa cuestión puntual (culpable o inocente) no demandó más de 40 minutos.
Así lo confirmó a EL DIARIO uno de los ciudadanos que integró el jurado, quien aseguró que no tuvieron la más mínima vacilación a la hora de dictaminar sobre la responsabilidad penal del acusado en el sangriento episodio.
Las magistradas Silvia Saslavsky de Camandone y Edith Lezama de Pereyra y los jurados Ariel Ansotegui, Roberto Sosa, Hugo Giménez, Osvaldo Cornaglia, Patricia Isaguirre, Carolina Mollo, Andrea Tomatis y Cecilia Raschella fueron expeditivos. Y si las deliberaciones demandaron exactamente dos horas y 10 minutos, fue porque hay cuestiones administrativas que llevan su tiempo, incluida la redacción de la sentencia. Nada más.
Cabe señalar que el presidente del tribunal, René Gandarillas, no participó en la votación porque la Ley Provincial Nº 9.182 de Jurados Populares establece que sólo debe intervenir si se produce un empate.
Del silencio a los aplausos
Cuando el juez Gandarillas anunció que el juicio había concluido, inmediatamente después de leída la sentencia, los familiares y amigos de la víctima aprobaron la decisión de la Justicia con un cerrado y respetuoso aplauso.
Paralelamente, los allegados a Moreno (entre los cuales no estaban su madre ni su padre, el conocido ex presidiario Ricardo “Patón” Moreno) se retiraban de la sala con los rostros desencajados por la noticia. Y fue la pareja de “Pachequito”, Romina, quien explotó entre sollozos antes de ganar la puerta.
En los pasillos sólo el padre de Pablo dialogó con la prensa. “Estoy conforme con la Justicia, estoy conforme con esta Cámara. Actuaron como debían actuar y se hizo justicia”, dijo con firmeza Gabriel Centeno.
“Estoy contento porque era lo que nosotros esperábamos. Aunque no lo tenemos más a nuestro hijo, se hizo justicia como corresponde”, añadió Centeno y agregó: “En ningún momento dudamos, siempre tuvimos mucha fe y confianza”.
Cuando se le preguntó cómo quedaban ahora las relaciones con los vecinos del barrio San Nicolás, a raíz de un supuesto “pacto de silencio” de algunos testigos, el papá del joven asesinado desestimó que vayan a producirse eventuales inconvenientes al sostener que “la relación con ellos (los testigos cuestionados) va a ser la misma de siempre”.
De por vida
Tal como lo anticipó ayer este matutino, la prisión perpetua implica que una persona que recibe esa condena deberá cumplir 35 años en la cárcel para poder solicitar, recién entonces, la “libertad condicional”. Sin embargo, esa posibilidad no es aplicable a Moreno, porque se trata de un convicto reincidente.
Esto quiere decir que, si el fallo dictado en la víspera queda firme (la Defensa anunció que recurrirá en casación, por lo que habrá que ver qué sucede al respecto), el homicida de Centeno pasará el resto de su vida tras las rejas.
Sólo podrá ser procedente la llamada “prisión domiciliaria” -una suerte de libertad encubierta- que habitualmente se le otorga a aquellos presidiarios que han cumplido 70 años de edad.
Por eso, de confirmarse la perpetua impuesta en la víspera, Moreno deberá permanecer en un establecimiento carcelario durante los próximos 45 años, hasta noviembre de 2057, fecha en la que alcanzará la edad antes apuntada.
Mala conducta
Por otra parte, debe aclararse que “Pachequito” cumplió en su totalidad una condena de tres años impuesta el 1 de noviembre de 2007 por la misma Cámara del Crimen de Villa María, por delitos de “robo”, “abuso sexual simple”, “encubrimiento” y “resistencia a la autoridad”.
En su alegato, el fiscal Márquez precisó al respecto que, en marzo de 2008, a Moreno se le denegó la libertad condicional por la “pésima conducta que tuvo en la cárcel durante el tiempo que permaneció detenido”. Así, salió del penal de barrio Belgrano el 6 de octubre de 2010 y apenas cinco meses después perpetró el homicidio de Centeno que lo dejará de por vida “a la sombra”.
El veredicto
Exactamente a las 18.10, la secretaria Gabriela Sanz dio lectura a la parte resolutiva de la sentencia, que fue dictada en los siguientes términos:
“El tribunal resolvió, por unanimidad…
1º) Absolver a Franco Ezequiel Moreno del delito de ‘lesiones leves’, que en los términos del artículo 89 del Código Penal le atribuyó la acusación fiscal, sin costas.
2º) Declarar que Franco Ezequiel Moreno es autor responsable de los delitos de ‘resistencia a la autoridad’, ‘lesiones leves’ y ‘homicidio calificado’, en concurso real, en los términos de los artículos 239, 89 y 80 inciso 2º, segundo supuesto, y 55 del Código Penal, e imponerle la pena de prisión perpetua, accesorias de ley y costas, con declaración de reincidencia.
3º) Regular de oficio los honorarios de la señora asesora letrada del Segundo Turno, Dra. Ana María Díaz, por su labor en la Defensa de Franco Ezequiel Moreno, en la suma equivalente a 20 jus, los que serán destinados al Fondo Especial del Poder Judicial, con noticia al Tribunal Superior de Justicia, a sus efectos.
Se informa a las partes que los fundamentos de la presente sentencia se darán a conocer en audiencia pública, que se fija para el día 20 de julio de 2012, a las 12.30 horas”.
Celosa custodia
Los párrafos finales son para destacar la labor de los efectivos del Servicio Penitenciario y de la Policía de la Provincia (10 en total), que desplegaron un impecable operativo de seguridad dentro y fuera de la sala para evitar cualquier desmán o incidente.
Por un lado, la custodia de Moreno estuvo a cargo de siete agentes penitenciarios, encabezados por los ayudantes principales Sebastián Anníbali y Rubén Echeverría, mientras que el suboficial principal Carlos Jesús Sánchez comandó a los funcionarios policiales que controlaron al público presente.
Cuando el fiscal Márquez promediaba su alegato, un amigo de Moreno refutó uno de los conceptos del acusador público diciendo a viva voz “eso es mentira”. De inmediato, el juez Gandarillas advirtió a los presentes que no se podía hablar, caso contrario desalojaría la sala, al tiempo que el suboficial Sánchez invitaba al joven a abandonar el recinto.
Daniel Rocha
LAS FOTOGRAFIAS
1) Franco “Pachequito” Moreno pasará el resto de su vida tras los gruesos muros de la cárcel local. Si la sentencia queda firme, sólo podrá obtener la “prisión domiciliaria” cuando cumpla 70 años de edad... en noviembre de 2057
2) Pablo Centeno junto a su mamá, Marcela Bailone, en una de las tantas fotos que la mujer publicó en las páginas de avisos fúnebres de EL DIARIO para recordar al joven asesinado el 5 de marzo de 2011
3) Durante su alegato, el fiscal le exhibió al jurado algunas fotografías del expediente, entre ellas la que muestra el tatuaje que Moreno se hizo en la espalda: “Muerte a la yuta” (Policía)
4) “Estoy contento porque era lo que nosotros esperábamos. Aunque no tenemos más a nuestro hijo, se hizo justicia como corresponde”, dijo el papá de Centeno, Gabriel, tras el veredicto
5) Pese a su esmerada labor, la defensora oficial Ana María Díaz no pudo rebatir las pruebas de cargo que incriminaban a Moreno. Hizo todo lo que pudo
6) Valiéndose de gráficos, fotos y hasta una regla para simular el arma homicida, el fiscal elaboró un alegato que dejó a Moreno a merced de la perpetua
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