A principios de siglo, Villa María necesitaba buscar horizontes expansivos fuera de aquella cuadrícula perfecta delimitada por los cuatro bulevares que habían trazado en los primeros planos de la ciudad.
La zona que hoy conocemos como Roque Sáenz Peña fue un espacio atractivo para extender los límites del centro.
Así fue que el espacio que por entonces se denominaba “Pueblo Zabaleta”, se fue poblando lentamente asignando un número a las calles. Por ejemplo, la Teniente Ibáñez era la calle Nº 1 y la Ramiro Suárez, la Nº 2.
Era el rosarino Alzola Zabaleta, según cita en su libro sobre la historia de los barrios el escritor Dino Calvo, el dueño de las tierras que se fueron loteando.
La mayoría de los vecinos, iba construyendo con sus manos las sólidas casas que aún hoy subsisten, por la solidez con la que fueron edificadas.
Antes que eso, el “rancho” era la típica vivienda, con techo de paja y letrinas al fondo.
El espacio era ocupado mayoritariamente por baldíos, donde se depositaba la basura del sector y otros sitios aledaños.
Fue el intendente Bernardo Seco el que se interesó por desarrollar un proyecto educativo, procurando un terreno para la edificación de una escuela de artes o maestros rurales. “El 24 de marzo de 1917, Seco escribió al empresario rosarino manifestándole que deseando fundarse en esta ciudad una escuela de Artes Rurales, se procura una extensión de 6 a 10 hectáreas, próximo a esta ciudad, donde poder instalar el establecimiento y le solicitaba la donación de terrenos de esas dimensiones en la propiedad”, dice Calvo en su libro.
No hubo respuesta de parte de Zabaleta por lo que, tras varios intentos, pudieron conocer que el rosarino tenía los terrenos embargados por deudas.
Es por eso que las tierras pasan a nombre de la familia Liprandi, por lo que el barrio volvió a cambiar de nombre, utilizando el apellido del nuevo dueño.
El 8 de junio de 1929 se incorpora al Catastro Municipal como zona urbana y poco tiempo después, los Liprandi solicitan la habilitación para el loteo.
Los servicios tardaron en llegar. Son repetidas las notas iniciadas en 1938 y que se prolongaron por varios años, en las que los vecinos del lugar piden el servicio de electricidad, tanto para el alumbrado público como para el domiciliario.
La historia de construcción del barrio fue de intensas gestiones para obtener las mejoras que hoy se ven, de soportar fenómenos de la Naturaleza como el anegamiento de aguas provenientes de Tío Pujio y de construir con el esfuerzo de los vecinos trabajadores cada metro cuadrado cubierto del lugar.
Para hacer referencia a eso, Calvo se refiere a la identidad del barrio de esta manera: “Contrariando estos misteriosos designios de la Naturaleza y oponiendo voluntad y tenacidad a las condiciones económicas y sociales que caracterizaron los orígenes de esta barriada villamariense, los hombres y mujeres que comprometieron todo su esfuerzo en la construcción del Sáenz Peña, representan el aporte de más de medio siglo a la historia de Villa María”.

Allá en el “Chaco...”

Se impuso por alguna razón no documentada el nombre de “Chaco Chico” a un sector del barrio, aunque no sea un nombre muy bien aceptado por los vecinos. Ninguno de los consultados supo dar razón del origen de esa denominación.