Escribe: María Laura Tuyaret -
Especial para EL DIARIO

Atravesar las calles de Roma es un pasaje directo hacia la imaginación. Es hacerse una figura mental de cómo eran los edificios de la época, los espacios de reunión, el paisaje. Es sentir a la gente caminando por el foro y el mercado, tomando un baño en las termas o decidiendo la suerte de un gladiador en algún anfiteatro. Es tocar un muro y sentir que se tocan decenas de siglos de historia. Pasearse por sus calles, como quien camina entre los pasillos de un museo contemplando obras que marcaron la historia de la humanidad, será una experiencia inolvidable.
La “Ciudad Eterna” fue una de las primeras metrópolis. Ya lo dijo alguna vez el poeta Goethe: “Roma es la capital del mundo”. Porque además de ser la ciudad con el mayor patrimonio artístico y cultural de Occidente, en ella se construyeron los cimientos de lo que es la civilización contemporánea. Su cultura influenció el derecho, la filosofía, la lengua, el arte, la religión y la literatura. En definitiva, a la sociedad entera.
Hoy es la urbe más poblada de Italia, con casi 3 millones de habitantes y se posiciona como una de las grandes capitales europeas. En sus calles abunda el característico bullicio de cualquier ciudad moderna, pero sumado a un desbarajuste bien latino en toda su vida cotidiana. La perla de cada día será aquel romano elocuente y expresivo que abunda en los comercios y locales en general y que recuerda tanto a nuestro típico porteño.

Roma antigua

Un recorrido en pocos días no podrá omitir ciertos lugares clásicos que son testimonio vivo de la Antigüedad. En este sentido, el icono más popular de esta época de Roma es, sin duda alguna, el Coliseo. Ubicado en pleno centro de la actual ciudad, era el lugar de diversión por excelencia de los romanos. Allí, tanto hombres como mujeres, gozaban observando luchas de gladiadores, animales feroces o batallas navales.
A pocas cuadras se encuentra el Foro Romano, que era el núcleo de la vida social y comercial del Imperio. Hoy sus ruinas son el área arqueológica más valiosa del mundo.
Otro de los monumentos ineludibles de visitar es el Panteón de Agripa, el edificio antiguo mejor conservado de Roma. Fue construido para dedicarlo a las divinidades, pero hoy es un templo católico. Por fuera parece grande, pero por dentro da la sensación de ser inmenso. El haz de luz que ingresa por el ojo de su cúpula es una conexión directa con Dios.

Roma apasionada

Esta ciudad también es centro de joyas arquitectónicas del Renacimiento y el Barroco. Ejemplo de esto es la infraestructura que rodea toda la plaza España con su larga y majestuosa escalinata “Trinitá dei Monti” o la plaza Navona que ostenta la famosa “Fuente de los Cuatro Ríos” de Bernini, una gran obra de arte.
Pero si de lugares románticos se trata, el sitio ideal para las promesas de amor es la Fontana di Trevi. Considerada la fuente más bella del mundo, inspiró películas y canciones. No hay un momento del día en que ésta se encuentre desolada. La tradición dice que hay que arrojar tres monedas con la mano derecha por encima del hombro izquierdo si se quiere regresar.
Con todos sus encantos, Roma sorprende, enseña y enamora. No hay un solo rincón que no encierre pasiones y leyendas. El principio de todo. Un museo a cielo abierto.