Han pasado casi cuatro décadas de la desaparición del hombre que cambió la historia de nuestro país, organizando sus bases políticas para una nueva Argentina, imponiendo en su entramado poblacional un fuerte contenido de justicia social. Me refiero a Juan Domingo Perón, quien dominó la escena política nacional durante treinta años, dejando su doctrina, pensamiento y enseñanzas que hoy, más que nunca, son valoradas por la inmensa mayoría del pueblo.
Inició su carrera como secretario del Departamento Nacional del Trabajo. Fue desde este lugar y producto de su compromiso con la clase obrera que inició la transformación del derecho laboral más revolucionaria de la historia, con una visión reivindicatoria del movimiento obrero, cuyo punto cúlmine se reflejó en la Constitución de 1949. Fue paladín de la justicia social. Su mayor recompensa fue el reconocimiento y cariño de su pueblo.
Los principios de su doctrina son axiomas concretos que se reflejan en la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, siendo imprescindibles para tener una Patria libre, justa y soberana. Ese sigue siendo nuestro rumbo y compromiso, porque al fin de cuentas, como dijo Perón: “La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: el del pueblo”.
Carlos Rodolfo De Falco
Abogado justicialista
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