Hubo hace un tiempo en Villa Albertina un lugar que se ganó un espacio en la memoria vecinal. Hablamos del legendario almacén de doña “Cheta” Aliciardi, adonde los vecinos acudían diariamente para aprovisionarse.
Hasta el día de hoy, el misterio de cómo la dueña del pequeño negocio podía tener absolutamente de todo lo que se buscara, se mantiene latente entre los habitantes del barrio.
De seguro, la habilidad para conocer las necesidades y consumos de sus clientes, hicieron que doña “Cheta” almacenara lo justo y necesario para sus vecinos que muchas veces terminaron sorprendidos con la capacidad de abastecimiento del modesto local comercial.
“Nunca dejó faltar nada, desde una damajuana de vino hasta gomines para bicicleta podías encontrar en el almacén”, nos dice con una sonrisa en sus labios un hombre que supo ser habitué del negocio.
Hoy, la dama que cuenta con más de noventa abriles, descansa en su hogar tal vez recordando aquellos años donde el comercio barrial pasaba enteramente por sus manos.