“Chau Mickey”, grita una nenita que está al lado. Su voz se mantiene entre el griterío de los chicos. Esa inocencia es muy poderosa y lleva consigo la esperanza de ser escuchada. La madre le dice que es imposible, pero ella continúa. Del otro lado Mabel, rozando las seis décadas, está igual de emocionada. Ella con sus nietas se dejaron guiar por la magia que desprende la función de "Disney on Ice".
De hecho, los 100 años de la magia creada en su génesis por el inmortal Walt se ven y se escuchan con los temas durante todo el show. El más aplaudido de los personajes -obviamente- es Mickey, seguido por Minnie, los dos ratoncitos que se metieron en el corazón de varias generaciones.
Por allí hace saltos Goofy y el Pato Donald. Y más acá el frío no se siente. Más aún cuando salen a escena La Cenicienta, Pocahontas, La Sirenita, La Bella y la Bestia que lograron que el amor se ocupe de llegar al lugar. Aladdín y el genio imprimieron excelencia en los saltos y piruetas, junto a los efectos especiales y fuegos de artificio y humo que hicieron más real la escena.
El planeta estuvo representado, de alguna manera, por bailarines que mostraban los vestuarios de cada país. Las luces de los carros, los héroes con “Los Increíbles”, la historia de China con “Mulan”, Pinocho y la leyenda del niño que mentía. Los vestuarios finos, impecables, igual a los que se veían en las películas.
El final contó con la presencia del Rey León, y todos los personajes bailando, que se asociaron a la historia y la música que invitaba a soñar. Para saber: el show comprendió 14 horas de armado del espectáculo, 38 ciudades en todo el mundo con el show, 10 nacionalidades diferentes representadas en los patinadores que llegan a un total de 60, cerca de 200 trajes, y una tecnología envidiada por cualquier otro show.
J.J.C.