El cineasta santafesino Pablo Rodríguez Jáuregui arribó ayer a nuestra ciudad para presentar parte de su producción en dibujos animados en el auditorio de la Medioteca Mariano Moreno.
Su visita coronó de algún modo el ciclo de cine para niños que viene desarrollando el Espacio INCAA dentro de su propuesta de CineClub Infantil.
La semana pasada, de hecho, se han exhibido en dicho espacio distintos trabajos de “Cabeza de Ratón”, la cooperativa de trabajo que dirige Rodríguez Jáuregui en Rosario, integrada por los egresados de la Escuela para Animadores, nacida seis años atrás como entidad independiente y actualmente depende del municipio rosarino.
La jornada en Villa María comprendió una rueda de prensa por la mañana, una entrevista con el director de la cátedra de Animación en Diseño de la UNVM, Alejandro González (en el marco de la realización de un documental sobre "Historia de la animación argentina", producida en el Campus), y finalmente, dos funciones por la tarde destinadas a los más pequeños.
En tal oportunidad, el realizador exhibió “Claustrópolis”, uno de los cortos que forma parte del monumental largometraje denominado “Anima Buenos Aires”, creado por una serie de dibujantes coordinados por el recordado Carlos Loiseau, Caloi.
Precisamente, Pablo trabajó junto al maestro y difusor desde 1992, siendo apenas un joven, cuando iniciara el memorable ciclo “Caloi en su tinta”. “Veinte años después, las escuelas y los institutos de arte utilizan los vídeos en VHS de diferentes emisiones para dar clases. Lo que produjo ese programa fue increíble”, comentó ante los periodistas.
s Con la nueva
Ley de Medios

Consultado sobre el estado de situación de la animación en Argentina, Pablo precisó que “gracias a la nueva Ley de Medios, la aparición de canales de televisión como Encuentro y Paka Paka y el lanzamiento de concursos de fomento del INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales) para la animación, el crecimiento ha sido más que notable. De hecho estos últimos años se han presentado más proyectos que en toda la historia de la producción animada de nuestro país”.
A nivel general indicó que “hasta que llegaron las primeras computadoras para elaborar los trabajos, allí era muy difícil hacer dibujos animados y mucho más mostrarlos y difundirlos. Actualmente se tiene la idea de que la animación requiere de una técnica lenta y muy cara, pero gracias a las nuevas tecnologías hay atajos. Tal vez a los adultos nos cuesta más recuperar la fluidez que tienen los chicos con las 'compus'. Siempre digo que lo importante es saber contar una historia, lo demás se puede ir mejorando”, añadió.

Competencia desleal

Interrogado por la competencia con los “tanques” de Hollywood, puntualizó: “Hay un bache sideral entre esas producciones y nuestros trabajos que se agrava con una puja desleal y hasta grosera en las salas de cine. Imaginate que una película nacional puede alcanzar a tener 5, 10 ó 15 copias de 35 mm (celuloide) que se reparten primero en Buenos Aires, mientras que un filme de Pixar puede ingresar como 300 copias para todo el país”. En el mismo sentido planteó que “cada ocho o diez años se piensa en crear una industria de animación en Argentina, pero luego decae esa posibilidad por cuestión de rentabilidad”.