Escribe
Germán Ferrari*
Uno de los personajes de la película Jules et Jim, un clásico del director François Truffaut, recordaba que en su juventud le preguntaba con impaciencia a un profesor sobre su porvenir laboral. “¿Entonces qué seré?”, le planteaba a su maestro. La respuesta no tranquilizó al alumno, pero lo llenó de ánimo: “Un curioso. No es una profesión, no todavía. Viajar, escribir, traducir, aprender a vivir en cualquier parte. Comenzar de cero. El futuro le pertenece a los curiosos”.
Cuando daba forma a mi libro Raúl González Tuñón periodista, de inmediato vino a mi memoria la escena de Jules et Jim. Aquel poeta porteño y universal, aquel fanático de la máquina de escribir, era un curioso. No hubiera podido ser otra cosa para recorrer redacciones, inventar poemas, visitar puertos, amar mujeres, luchar por una humanidad más justa. González Tuñón debía ser curioso para transitar los caminos del periodismo y de la literatura y dejarnos libros como El violín del diablo, La calle del agujero en la media, La rosa blindada y Crónicas del País de Nunca Jamás.
“¿Qué soy yo, un periodista, sino un proletario? Trabajo para vivir. Gano un sueldo por lo que escribo y aunque trato siempre de escribir de acuerdo con lo que pienso (y lo he demostrado en esta página de Crítica tantas veces), soy un proletario. Pertenezco a la clase trabajadora. Además de todo eso, la vida, las andanzas por el mundo, las lecturas, la intuición, la sensibilidad, el sentido de la época, me han inclinado hacia la izquierda. Y desde mi puesto de proletario de la inteligencia he tratado de servir y trato de servir a los intereses de mis hermanos los trabajadores.” Así escribía González Tuñón en aquel famoso diario fundado por Natalio Botana. Era 1933. A casi ocho décadas de esa declaración de principios, el valor de los conceptos permanece inalterable.
¿Y cómo se transitan los caminos de la historia? También con curiosidad, con esa misma curiosidad que tuvo mi colega y amigo Jesús Chirino para investigar en el pasado reciente de nuestro país y publicar una serie de notas que echan luz sobre la oscuridad del terrorismo de Estado -y pensar que algún periodista-empresario dice que está harto de los 70- ... Esa curiosidad también le sirvió para ahondar en historias pequeñas, íntimas, muchas veces ignoradas, tergiversadas, silenciadas y amenazadas con quedar en el olvido. Y González Tuñón también estuvo presente en esta sección -junto con su hermano Enrique- por sus colaboraciones en la prensa local publicadas a través la agencia de noticias Gente de Prensa, en plena “Década Infame”.
Los caminos de la historia se transitan con curiosidad, pero también con convicción, para dejar un testimonio que esté atento a la voz de los humildes, a las necesidades de quienes más sufren, a las injusticias. Sin hacer panfleto, sin golpes bajos, sin lugares comunes, con la aspiración de que cada nota publicada sea un soplo de vida en medio de una tormenta, un triunfo de David contra Goliat.
Los caminos de la historia se cruzan con los caminos del periodismo y con los caminos de la literatura. Entre todos conforman un mapa de realidades y ficciones, de pasados, presentes y futuros. Vale la pena transitarlos.
* Germán Ferrari, escritor, periodista, docente universitario e historiador.
Es colaborador de la revista Todo es Historia, ha sido director de Nómada, autor de varios libros, entre ellos Rabindranath Tagore: soñador de esperanzas; La Comunicación; Raúl González Tuñón periodista y El Ave Fénix. El sindicalismo peronista entre la “Libertadora” y las 62 organizaciones (1955-1958), en coautoría con Santiago Senén González y “Símbolos y fantasmas”.
Fotografías: 1) Jesús Chirino junto a Osvaldo Bayer
2) Facsímil de algunas de las 300 notas publicadas durante la misma cantidad de domingos en las páginas de EL DIARIO del centro del país
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