Una vecina de General Deheza le planteó a EL DIARIO su queja por la persecución al quiosco que hace las veces de refugio para las visitas del Establecimiento Penitenciario Número 5 de Villa María, ubicado sobre calle José Ingenieros, a metros de la cárcel local.
“Quieren sacar nuestro lugar y nuestro techo. Hay mujeres que vienen de Córdoba, Rosario, Bell Ville, Río Cuarto y de otras localidades más lejanas que también están de acuerdo con que alguien tome una decisión urgente para que nosotras, para que todas las madres, hermanos, esposas y nuestros propios hijos no nos quedemos sin un techo donde poder refugiarnos cuando hace tanto frío”, declaró la mujer a este matutino.
“Anita (dueña del quiosco) no nos cobra por estar sentadas allí y a las 6 de la mañana ya podemos tomar algo calentito. Yo les pregunto a quienes quieren sacarnos de allí: ¿no creen que nos están quitando derechos?”, se interrogó.
“Le ruego a la autoridad que se ponga una mano en el corazón y tenga consideración y piense que ustedes también tienen hijos, padres y madres y lamentablemente no sabemos cuál va a ser el destino de la vida, que Dios no permita que alguien pase por alguna de estas situaciones”, declaró angustiada.
La mujer remarcó que “todas las personas que están privadas de su libertad están pagando por su causa”, lo que “es muy doloroso para nosotras”. “No es justo que todavía nadie piense que nosotras somos las que sufrimos acá afuera, no tenemos la culpa porque la vida nos jugó una mala pasada, pero todo el mundo merece una segunda oportunidad”, expresó con desazón.
“Las demás mujeres y yo nos preguntamos por qué no nos permiten a nosotros tener un refugio. Si existe una ordenanza, entonces que digan dónde se puede y dónde no. ¿Por qué motivo están haciendo discriminación con nosotras? Nosotros venimos a estar con nuestros seres queridos para darnos apoyo moral, psicólogo y espiritual”, manifestó.
La señora dijo que se apoya en Dios y que la misma situación atraviesan los hombres que asisten los días sábado.
“Soy una madre que lucha día a día para poder sostener una casa; tengo que pensar en el pasaje y en todos los gastos que ocasiona el tener a alguien que uno ama en otra ciudad y que está privado de su libertad”, concluyó con dolor.