Escribe: Beto Lorenzati (*)
En muchos puntos del planeta existe concentración de la propiedad de los medios de comunicación, que suele derivar en connivencia con otros sectores corporativos. Estas circunstancias terminan por afectar la vida de millones de personas, muchas de las cuales sin saberlo se nutren y a la vez alimentan esta maquinaria. Al respecto, Santiago O’Donnell afirma: “Son como pulpos pero con bocas en la punta de los tentáculos, gritándote todas al unísono, pero desde distintos ángulos, lo que tenés que pensar. Así producen metamensaje para un consumidor que venís a ser vos”.
¿Cuáles son esos mensajes? Intentemos una aproximación a la pregunta anterior. Cuando gobiernan presidentes guiados por intereses corporativos, los mensajes están alineados con sus políticas. Dos ejemplos de lo dicho:
Estados Unidos
El ex presidente de Estados Unidos George W. Bush creó en los inicios de este siglo el argumento de “las armas de destrucción masiva”, replicado por los grandes medios de comunicación. El periódico The New York Times llegó a titular “Arsenal secreto (de Iraq): en busca de las bacterias de guerra”. La suma de falacias propagandísticas logró su objetivo: una opinión pública favorable a la invasión a Iraq.
España
Los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid fueron adjudicados por los grandes medios a la organización vasca ETA, intentando ocultar la responsabilidad de Al-Qaeda, contraria a la suma de España a la embestida contra Iraq. Lo hicieron para proteger al presidente José María Aznar, sin embargo la verdad salió a la luz.
El accionar multimedial pasa a ser el contrario en países progresistas, aquí las autoridades son sometidas a constantes embestidas mediáticas. Al respecto Ignacio Ramonet afirma: “En Venezuela, en Ecuador, en Bolivia, en Argentina y en otros países en los que la oposición conservadora ha sido derrotada en las elecciones democráticas, los principales grupos de prensa, radio y televisión han desencadenado una verdadera guerra mediática contra la legitimidad de nuevos presidentes como Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales o Cristina Fernández de Kirchner”.
Para verificar la cita anterior, recordemos algunos de los acontecimientos de estos países donde los medios jugaron un papel desestabilizador:
Venezuela
Los medios privados arengaron para destituir al presidente Chávez, y el día del golpe -11 de abril de 2002- relataron la tragedia del Puente Llaguno, adjudicando los asesinatos a chavistas, cuando en realidad habían sido opositores. Reconocieron inmediatamente al presidente de facto Pedro Carmona. Y el 13 de abril cuando el pueblo salió a las calles para reclamar la restitución de Chávez omitieron esas imágenes.
Ecuador
El 30 de setiembre de 2010 Rafael Correa tuvo que enfrentar un intento desestabilizador relatado por los grandes medios como “insubordinación policial”. Algunos militares se sumaron en el aeropuerto, pero las fuerzas armadas confirmaron la subordinación al presidente. Esto y la inmediata reacción de la comunidad latinoamericana frustraron el golpe.
Bolivia
Evo Morales tuvo que soportar en cada elección campañas sucias en los medios llenas de insultos racistas, y calumnias que lo acusaban de haber abandonado hijos. Ya en la presidencia, en setiembre de 2008, resistió el intento separatista de los departamentos de la Media Luna Oriental alentado por los multimedios, y según datos del oficialismo por el embajador norteamericano Philip Golberg, que fue expulsado de Bolivia.
A los casos anteriores debemos sumarle los llamados “golpes blandos” perpetuados en Honduras en 2009, y el reciente de Paraguay, donde los grandes medios se alinearon a sus ejecutores.
En tanto en nuestro país la embestida de los multimedios es constante, sólo basta ver las tapas diarias de Clarín para verificarlo. Quizás la historia refleje dos hechos cumbres de la manipulación: el tratamiento de la Resolución 125 que creó un clima desestabilizador; y la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Ambos acontecimientos fueron relatados por los multimedios con una supuesta “objetividad”, cuando en realidad son parte de esos “negocios”.
En todos los casos anteriores encontramos un elemento común: el uso de artilugios mediáticos para proteger a sus aliados, y atacar a los gobiernos populares. Sus relatos son intencionados, fraccionados y hasta falsos. Incluso en los países con presidentes progresistas llegan a invertir el significado de las palabras, calificando a sus gobiernos democráticos como “regímenes” y a sus autoridades como “dictadores”.
Todo está siendo respondido por medios cercanos al oficialismo, que en menor número se oponen al mensaje de las corporaciones mediáticas. Esto deriva en una puja cultural con relatos distantes de un mismo acontecimiento, que demandan de un espíritu analítico para interpretar la realidad y no caer en falacias.
Vivimos un tiempo apasionante donde está bajo la lupa el rol de los comunicadores multimediales; su eslogan “periodismo independiente y objetivo” es re-interpretado por muchos como “subjetivo y dependiente” de los intereses de los propietarios de esas corporaciones.
(*) Licenciado en Administración
www.betolorenzati.blogspot.com
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