Nuevamente Tim Burton juega a lo que mejor sabe proyectándose en los personajes freaks que crea. Recordemos al Pingüino, el Joven de Manos de tijera o El Jinete sin cabeza. En el caso de “Sombras tenebrosas”, con Barnabas Collin sintetiza su hilera de personajes: desclasados, perseguidos, discriminados y relegados a la oscuridad y al ostracismo, los distintos y resentidos sin lugar para el amor y la felicidad.
“Sombras...” es una gran historia de amor y desamor. Barnabas ha sido castigado a ser un muerto en vida convertido en vampiro producto de una maldición de una joven bruja quien ha sido rechazado por el play boy Collins. En libertad luego de dos siglos enterrado reaparece en la década del setenta del Siglo XX para confundirse con un hippie. Su antiguo amor ha sido obligado a suicidarse y deambula por la mansión de los Collins a la cual se hace presente para revitalizar la tradición familiar económicamente venida a menos.
Como collage estético, en “Sombras...” anida el melodrama (Barnabas lee “Love Story” de Erich Segal, 1970), la comedia negra y la tragedia, un combo que arrastra hasta el más desprevenido de los espectadores. También algunas citas a “Drácula”, como la inclusión de Christopher Lee, el último intérprete del conde vampiro. Caratulado como culebrón gótico-vampírico, Tim Burton regresa en dupla con Johnny Depp. “Dark Shadows” (título original del filme) está inspirado en la teleserie gótica de la ABC creada por Dan Curtis que duró entre los años 1966 hasta el 2 de Abril de 1971, en donde se presentaban hombres lobos, fantasmas y brujas, de la cual su más fervientes fans eran Quentin Tarantino, Madonna, Burton y el propio Depp.
Víctor Alvez