“Cada vez que sucede un suicidio, máxime si es de alguien joven, se convierte en un hecho que nos interpela a los adultos”, comenzó diciendo el psicólogo consultado por EL DIARIO, Néstor Ribotta.
“Frente a esta situación, queremos encontrarle un sentido, porque nos desestabiliza, porque esa muerte nos está avisando que la realidad que creemos ver no es más que una construcción pegada con saliva”, agregó.
A pesar de esa interpelación que genera debates públicos, que a criterio de Ribotta son necesarios, se mostró con una mirada muy pesimista sobre la duración de la reacción de la comunidad adulta.
“Después de que pasa el momento en el que reflexionamos sobre revisar conductas, seguimos repitiendo lo mismo”, afirmó.
“Los jóvenes siempre sirven en los discursos. Desde que soy adolescente escucho que los jóvenes están en los discursos para hablar de proyectos o de futuro, pero en realidad es mentira”, agregó.

Consumidores versus ciudadanos

Entiende que cuando se habla de los jóvenes se prima la consideración de ellos como consumidores y no como ciudadanos.
“Si me preguntan qué se puede hacer, les digo que no sé. Porque por un lado no estoy a cargo de políticas públicas y por el otro veo que mientras la lógica de mercado siga regulando los vínculos, es difícil afrontar como sociedad cualquier situación”, agregó el profesional de nuestra ciudad.