Escribe: Jesús Chirino La crisis económica mundial hacía sentir su rigor en el país, también en nuestra zona, el Gobierno nacional había rebajado los sueldos estatales y la desocupación mostraba su fea cara a los trabajadores. Corría el año 1931 y, a pesar de la recesión económica mundial, la vida cultural de Villa María era generosa en los espectáculos artísticos que ofrecía. En su edición del 24 de abril, el diario local "Heraldo", anunciaba "Una sola representación ofrecerá el celebrado payador Juan Pedro López en el Cine Teatro Centenario". El artista, de paso hacia la ciudad de Córdoba, según la misma fuente, haría conocer "…la famosa guitarra con que fue obsequiado por el glorioso aviador Franco". La estancia del Mojón López, uruguayo de nacimiento, era una figura artística que gozaba de gran reconocimiento entre el público de nuestro país, donde había llegado en 1910. Su popularidad excedía su nación de origen, llegando su fama a España. Más allá de la maestría con la que realizaba sus celebradas improvisaciones, al igual que otros famosos "contrapuntistas" no sólo grabó su voz en disco de las compañías "Víctor" y "Odeón", si no que también publicó libros con sus conocidos versos. Entre las obras de López es de destacar la famosa "Leyenda del Mojón", poesía gauchesca cuyos primeros versos dicen: "Llovía torrencialmente En la estancia del Mojón Como adorando al fogón Estaba tuita la gente. Dijo un viejo de repente: Les voy a contar un cuento Aura que el agua y el viento Train a la memoria mía… Cosas que naide sabía Y que yo diré al momento…" Con el mismo título de esta obra se filmó una película estrenada en la ciudad de Rosario en noviembre de 1929. En la oportunidad López asistió a la función y desde el escenario animó la velada. Quemá esas cartas A este payador también pertenecen obras como "Quemá esas cartas" que musicalizada por Alberto Cosentino se transformó en un popular vals, que aún tiene vigencia. Su letra inicia diciendo: "Quemá esas cartas donde yo he grabado Solo y enfermo, mi desgracia atroz, Que nadie sepa que te quise tanto, Que nadie sepa solamente Dios…." A este payador oriental, que fuera amigo de Carlos Gardel, también se le adjudican letras como "El rebenque fatal", "Recuerdos de mi madre", "China hereje" y "Flor campera". Estas dos últimas fueron grabadas por el propio "zorzal criollo". Cuando el máximo cantautor argentino falleció en Medellín, López registró un tema musical en el sello Odeón bajo el título "Resucítalo señor". En "El Centenario" En los artículos del "Heraldo" anunciando la visita del artista a Villa María se manifestaba que había despertado interés "…el hecho que López exhibirá -decía el periodista- una carta auténtica del comandante Franco, acompañando una hermosa guitarra, obsequiada por el mismo al payador… a este instrumento se lo considera el más hermoso del mundo, luciendo una valiosa plaqueta de oro con su correspondiente dedicatoria…". El mencionado Franco no era otro que el español Ramón Franco Bahamonde, hermano de Francisco Franco -por entonces un desconocido-. Ramón, quien en algún momento se declaró republicano de izquierda, no comunista, luego que llegara la hora republicana a España terminó alistándose en el movimiento nacional que lideró su hermano, el dictador. El "Plus Ultra" Pero la hazaña de Ramón Franco, cantada por el payador, se había desarrollado en febrero de 1926 cuando el español, comandante de infantería, fue piloto del hidroavión Dornier Wal "Plus Ultra" que en siete etapas debía cubrir la distancia entre la portuaria ciudad europea Palos de la Fronteras con Buenos Aires. El arriesgado vuelo a través del océano Atlántico, realizado con la mencionada nave de la Aeronáutica Militar Española, se coronó con éxito. Antes de llegar a la capital argentina Franco decidió acuatizar en la rada de Montevideo donde fue recibido con alegría. Allí Juan Pedro López, nacido en la localidad uruguaya de Echeverría, en 1885, le cantó al aviador. El "Heraldo" reprodujo un artículo del diario uruguayo "La Tribuna Popular" donde se contaba que la "magnífica guitarra" había sido regalada por "…el glorioso Franco a raíz de dos verseadas que López, en un arranque de genuino payador, le dedicara: una mano a mano… -en Montevideo- la otra a través del océano, en Carta Voladora…" El uruguayo, que llegó a actuar con el payador argentino Gabino Ezeiza, le escribió a Franco diciéndole: "Dicen que en España hay guitarras colosales, que cuando vibran parecen ruiseñores y zorzales. Por la Virgen de Luján, mándeme una bien sonora, que no parezca guitarra, sino una novia que llora…". En aquella noche de 1931, anunciada con tanto entusiasmo por la prensa local, los asistentes al espectáculo se habrán deslumbrado tanto con la guitarra como con la voz de López entonando sus obras más conocidas. También estaba previsto leer la carta escrita por Franco que decía: "Ahí te mando esta guitarra, para que con ella cantes, a la industria, al trabajo, a la libertad, a la gloria de tu Patria. Pero si con ella un día cantaras a la tiranía de un poder, permita Dios se haga mil pedazos en tus manos". No contamos con la crónica de esa noche en "El Centenario", pero no resulta difícil imaginarse la atención cuando López, también conocido como "Pata Brava" o "El León", recitó "La leyenda del mojón" e improvisó algunos versos haciendo gala de sus artes de hábil payador. Podemos terminar esta nota con los versos de "La leyenda…", cuando dicen: "Los ojos de aquella gente Con el llanto se inundaron Y todos mudos se quedaron Bajo un silencio imponente, Volvió a decir, nuevamente, Allí están en el mojón…
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