Escribe:
El peregrino impertinente
Ser un caballero medieval: el sueño de todo niño, incluyendo al Niño Raphael, y a Fernando “El Niño” Torres, goleador del Liverpool que me encanta, porque es rápido, potente y le pega con las dos.
Cuando yo era purrete, y todavía creía en el mundo, me imaginaba cómo era la vida en esa época de reyes, princesas y castillos, y deliraba. Desde la más tierna infancia disfruté de aquellas historias maravillosas y absolutamente falaces, teniendo en cuenta los violentos y oscuros que fueron esos años en realidad.
Pero a mí qué me importaba si los hombres se desangraban en guerras inútiles, teniendo los vencedores la potestad de violar y degollar a esposas, hijas, sirvientes, eunucos, cabritos, bueyes y alguna que otra oveja de los vencidos, para luego robar las miserias que quedaran, emborracharse, retomar la multiplicidad de actos carnales, prender fuego todo y retirarse como si hubieran pagado la boleta de la luz en un pago fácil. No, yo lo único que tenía en la cabeza era al Rey Arturo y la Excalibur.
¡Un castillo de verdad!
Estando un día en Nüremberg, al sur de Alemania, decidí cumplir con el niño que todos llevamos dentro. Buscaba un lugar que al menos se asemejara a aquellos ambientes a los que solo accedemos a través de cuentos.
Así fue que llegué a un pequeño pueblo llamado Schnaittach. Ya con ver algunas casitas viejas y verdes colinas estaba contento. No podía pedir más.
No obstante, alguien me dijo que había un castillo a unos cuantos kilómetros de allí. Sólo tenía que subir un pequeño cerro, atravesar el bosque y lo encontraría.
Seguí las instrucciones y llegué al lugar prometido. Ahí estaba: ¡un castillo de verdad! Qué cosa más preciosa. Esos muros gigantescos, esa fosa, ese puente… tantas fantasías vinieron a mi mente. Fue muy emocionante.
Sí, ya sé, soy un gilaso, pero un gilaso medieval. Qué che le va che.
(www.viajesimpertinentes.blogspot.com)
Otras notas de la seccion El Diario Viajero
Una alternativa a Puerto Madryn
Lo árido y lo verde haciendo magia
Mortadela estaba el mar
La gran maravilla de Oceanía
Ver, sentir y admirar
|