“Tengo 37 años en el folclore. Hace diez años me planteé dejar de actuar y con Marta, mi señora, empezamos a peregrinar. Lo hicimos dos o tres años. Hasta que siete años atrás llegamos acá. En Villa Nueva hasta entonces no había ninguna peña. Llevamos seis años ininterrumpidos. Me gustó esta ciudad por su gente.”
Así comienza la entrevista con Juan Alberto Moreno, un tiopujiense que se convirtió en un emblema del folclore de Villa Nueva, con su emprendimiento sobre avenida Carranza.
Si bien los viernes, sábado y domingo son los días más fuertes, el local abre todas las jornadas. “Tenemos una gran respuesta de toda la zona: viene gente de Pozo del Molle, de Río Cuarto, de los pueblos vecinos”, explicó.
Contó, orgulloso, que Orlando Veracruz y Ricardo Kestli “me bautizaron a la peña ‘Valderrama chica’, por la de Juan Valderrama en Salta”.
“Guli” piensa en tener un local grande, para 200 ó 300 personas, con escenario. Esa es su aspiración.
No cobra entrada ni derecho de espectáculo. Hay empanadas, locro y otras comidas que realiza su esposa. “Desde el primer día la gente nos respondió. Acá hay cero droga (dice sin que se haya tocado el tema y exhibe preocupación por el flagelo), soy cero tolerante a quienes caen con drogas. Vendo vino y sé lo que es y no acepto a los borrachos malos, esos que se hacen los vivos con las mujeres. Acá no entra más el que se hizo el vivo una vez”, señaló tajante.
En esta localidad “era imposible que entrara un matrimonio con un bar. Lo revertimos. Y vienen los niños, vienen los matrimonios, esto es familiar. Tengo, sí, la contra de las personas que he expulsado de aquí por su conducta”.
“Faltarle el respeto a una mujer conmigo no va. El jodido no entra más”, resaltó y acto seguido subrayó que el viernes anterior tuvo a 110 clientes. “He llegado a tener sábados con 60 ó 70 personas. Son quince o veinte matrimonios con sus chicos”, describió.
Los domingos, por su lado, es momento de matiné, de 12 a 23.
“Los fines de semana cierro a las 4 de la mañana. No me gusta molestar a mis vecinos”, aclaró.

El templo del folclore

El “Guli” está convencido de que en las ciudades grandes “las peñas duran poco”.
Sentado en una mesa de su bar dialogando con EL DIARIO, señala con el dedo algunas fotografías de las decenas que adornan la pared y también muestra objetos que le han regalado.
“Acá le doy una oportunidad a todos. Estuve cuarenta años con folcloristas”. En una de las paredes, cerca de los instrumentos, hay un afiche con la programación del Festival Nacional de Peñas de 1984, en la que aparece su nombre en una de las noches. Fue conducido por “el gran” Antonio Carrizo y Miguel Angel Borsato.
“Tuve el honor de ser presentado por el gran Carrizo. Ha cambiado la mística del festival. Las peñas son las que están de afuera. Yo no estoy en contra del festival, pero perdió el linaje folclórico, se olvidaron del folclorista tradicional. Se debería llamar Festival Nacional de la Canción”, consideró.
“Recuerdo que (Juan Carlos) Quaglia hizo un evento un domingo en el Anfiteatro y canté, como también he compartido escenario con Sandro en el 84”, dijo con orgullo.
Moreno comenzó a sus 16 años cuando vio a Jorge Cafrune en su pueblo. Luego, Ramón Amilcar Toledo “me llevó a conocer a todo el país, siendo un segundo padre para mí”. Se inició con un bombo.
“A los 18 años, era el relleno de los grandes que pasaban por la zona”. Ocho años cantó en el Anfi y fue a todos los países limítrofes. Tiene un sombrero de Argentino Luna que guarda con admiración.
Afirmó que para tener respuesta de los ciudadanos con su peña la clave es “llevar el folclore en el alma, no cantar por cantar, haberlo sufrido y vivido, tener noche y calle, andar con gente mayor y respetarlos y valorarlos”. “Esta es una peña tradicional, por eso no tengo cosas de lujo”, concluyó.