Oficialismo versus oposición y viceversa. Internas partidarias, disputas por el poder. Cada día una nueva batalla en la arena política. Hoy, los gobernadores con números en rojo levantan sus reclamos ante la Nación y surgen verdades a medias. ¿Es la confrontación permanente el camino para lograr soluciones de fondo?

Cada día una nueva batalla. Escasos momentos de tregua existen en la arena política.
Opositores versus oficialistas y viceversa.
Internas partidarias y las clásicas disputas por el poder están allí, presentes en un territorio que poco o casi nada tiene que ver con las necesidades de la gente.
Las palabras abundan, las reflexiones no se encuentran fácilmente y las cadenas del ánimo y el desánimo se entrecruzan sembrando (en más de una oportunidad) confusión en miles de personas que intentan encontrar el equilibrio en
una vida diaria despojada
de privilegios.
Cada día, una nueva batalla.
Hoy, los gobiernos locales (provincias y municipios) están enfrentando una crisis en materia financiera.
Crisis que pone en riesgo a los trabajadores y sus derechos.
Pudo observarse la situación en el caso de la provincia de Buenos Aires con la medida, entre otras, de pagar el aguinaldo en cuotas (no concretada finalmente por la ayuda nacional).
Puede verse en Córdoba con los números rojos de la Caja de Jubilaciones y un pedido de “armonización” que implicaría recortar haberes de los pasivos.
Situaciones que generan malestar e incertidumbre en un sector de la población.
Las demandas en materia social crecieron en los últimos meses en el ámbito de los municipios. Algunos intendentes manifestaron su preocupación por el “atraso en la remesa de fondos para planes” y la necesidad de dar soluciones urgentes, en determinados casos.
En un momento en que la justicia social es prioridad, en un modelo nacional y popular, van asomando las falencias de un sistema que sigue arrastrando numerosos vicios del pasado.
Hacia dónde conducen estas nuevas batallas entre representantes provinciales y nacionales, es uno de los interrogantes que exige la reflexión de la clase gobernante, si su mayor interés es el bienestar del pueblo.
¿Es la confrontación permanente el camino para lograr las soluciones de fondo?
¿Las ambiciones personales son tan densas que nublan la visión de los ideales?
La política es la herramienta indispensable para tener buenos resultados en educación, salud, seguridad, vivienda.
Necesidades básicas de los habitantes. Para eso se necesitan Estados fuertes.
Y los Estados fuertes se logran, entre otras cosas, con gobernantes capaces de dialogar en forma madura, equilibrada y haciendo honor a la verdad.
Llevar agua para su molino sacando del molino ajeno termina en sequía compartida, seguramente.
Frente a esta cultura de la verdad a medias resulta complejo, para el común denominador, entender ciertas cuestiones.
¿Quién tiene razón? ¿Los gobernadores que levantan su voz reclamando deudas de la Nación (tal es el caso de José Manuel de la Sota) o los funcionarios nacionales que aseguran “que no viene la plata porque no cumplieron con lo prometido”?
¿Los mandatarios que ven recortados sus márgenes de acción para enfrentar nada más ni nada menos que los salarios o los que hablan de malas administraciones?
En realidad, cada uno tiene su razón parcial y la única manera de completarla es sumando a la otra parte.
Y si hablamos de promesas incumplidas, existe una larga lista en la historia de quienes vienen ocupando lugares significativos en los espacios de poder.
No hace falta enumerarlas, están en los archivos.
Hoy, posiblemente, los representantes de las provincias con la Nación deberían sentarse a conversar sobre la Ley de Coparticipación (prevista en la Constitución de 1994) que nunca se concretó y buscar la autonomía en los recursos. Es más saludable que ir renovando batallas ya conocidas y desgastantes.