-¿Cuáles son sus conclusiones tras el veredicto?
-“Le aconsejo a la gente que cuando tenga un enemigo, agarre un auto y le pase por arriba… no pasa nada.”
-¿Quiere decir que está disconforme con el fallo de la Justicia?
-“¿Hay justicia? ¡No creo que haya justicia! Mi hijo tenía 19 años, violaron todos sus derechos y hoy la imputada queda libre. Porque por más que sean tres años en suspenso, sigue haciendo su vida normal. Yo tengo que ir a visitar a mi hijo al cementerio. Entonces, si esto es justicia, me da vergüenza vivir en este país.”
-El próximo 10 de agosto se van a cumplir tres años del accidente y unos días antes se conmemora un nuevo cumpleaños de Damián…
-“Sí, el 7 de agosto él cumpliría 22 años, pero gracias a la señora Plazza no los va a cumplir. Ella sigue libre y tiene a sus tres hijos. Hasta nos trató de violentos, ¿qué es la violencia? ¡Jamás los molestamos! Luchar en un grupo como estamos luchando para que no suceda lo que pasó con Damián y sembrar conciencia, ¿eso es ser violento? Me parece que está muy equivocada.”
-Lucía, ¿considera que este fallo de la Justicia lesiona los objetivos que se plantea la Fundación “Estrellas Amarillas”?
-“Los viola de todas las maneras porque lo que nosotros buscamos es que haya una condena efectiva, porque con esto estamos diciendo ‘seguí matando, no pasa nada’. Tiene que haber una condena efectiva. Estoy conforme con el fiscal y no estoy en desacuerdo con nada de lo que se dijo acá. Es lo que hay en la Justicia y por eso hay que cambiar el Código Penal. La muerte de un ser humano por cruzar un semáforo en rojo se debe penar con ocho años de prisión, porque si no vamos a seguir en lo mismo… no va a mejorar el tránsito y no vamos a mejorar a nadie. A mi hijo no lo tengo más, pero la sociedad no tiene que olvidarse de que hay miles de chicos circulando por la calle y la mayoría violando los derechos del otro. Aprendamos eso.”
-¿Su lucha continúa de la mano de los otros papás que integran la Fundación para seguir reclamando por justicia y por el cambio de las leyes?
-“Sí, por supuesto.”
-¿Es una manera de vivir?
-“No viviría sin eso… aunque el grupo sea considerado ‘violento’, como dijo la señora Plazza.”
-¿Le costó mucho sobrellevar este juicio?
-“Cuesta horrores, pero más allá de lo que cuesta yo pido por favor… ¡por favor! que la gente tome conciencia de que cuando maneja un vehículo, está manejando un arma. Y cuando esa arma se dispara, más allá de los abogados que puedan defender al culpable, pueden matar a cualquiera. Acá fue mi hijo, pero pudo ser una mamá, pudo ser un anciano, pudo ser cualquiera. La conducta irresponsable de un automovilista se tiene que castigar, vaya en auto, en moto, en bicicleta, en lo que sea.”
-¿Usted hubiese querido que Plazza fuera encarcelada?
-Sabía que no se podía. Yo llegué al juicio sabiendo eso. Aunque sólo tengo 4to. grado, me aprendí todas las leyes y sé todas las trampas que tienen las leyes. Sabía que íbamos a llegar a este término y me preparé para esto. No sirve que la implicada esté en la calle. Ojalá algún día la conciencia de la señora Plazza le haga decir lo que tiene que decir y lo que ocultó.”
-¿Usted le creyó cuando, al pronunciar la “última palabra”, ella dijo que le pedía perdón?
-“¡No! Alguien que se arrepiente, se presenta en el velatorio o en el Hospital. Cuando nosotros llegamos al Hospital, mi hijo estaba tirado en una camilla y había cuatro patrulleros cuidando al esposo de la señora. ¿Por qué? Porque nosotros éramos los negros violentos. Entonces, ¿de qué perdón me habla ella? ¿Después de tres años pide perdón? Me parece que es un poco tarde y yo, lamentablemente o gracias a Dios, no le tengo odio… le tengo mucha lástima. Porque yo voy a ir a visitar a mi hijo al cementerio, pero ella va a vivir toda su vida condenada por lo que hizo.”
-En su anterior respuesta usted dijo que Plazza “sabe lo que oculta”. ¿A qué se refiere?
-“Ella sabe… yo no voy a hablar de eso.”
-¿Era ella la que manejaba?
-“Eso dicen.”
-¿A eso se refería usted?
-“Ella sabe… ella sabe. Va a luchar con su conciencia toda la vida. Hay un dicho que siempre decimos en la Fundación: ‘Todo el mundo puede absolverte, menos tu conciencia’. Y la señora Plazza se condenó sola: lo lamento. Yo por mi hijo hice hasta lo último y ustedes (los periodistas) lo saben. Les agradezco porque nos han dado un apoyo inmenso. Mi hijo ahora va a descansar en paz. Yo podría apelar el fallo, pero no lo voy a hacer, hasta aquí llegó mi misión. De ahora en más, mi misión es sembrar conciencia en jóvenes y en las familias (se quiebra y llora)… porque uno se levanta a la mañana y junta los pedazos para seguir cuando falta un hijo.”