Federico Briner es ingeniero agrónomo y productor lechero de esta región, y entiende que esta situación seguida del reclamo “tenía que ocurrir”.
Para sostener esta definición, argumentó que “siempre está la puja”, aunque admitió que “creía que habíamos madurado”.
Y se lamentó porque “no se piensa en la cadena como un todo, se trabaja por eslabón”, para lo que cree necesario que “tiene que existir un árbitro que se siente con todos los actores del sector, con todas las patas de comercio, que nunca se ha sentado. La industria, aunque nos pese, se sentó en esa mesa, con todas las falencias, pero participó”. Y en cuanto a los productores, dijo que “la madurez se va dando, ya no mastica, sale a reclamar lo que le corresponde”.
Respecto a la intervención del Estado en esta cadena, Briner sostuvo que “cuando sos árbitro, tenés que llamar a todas las partes, es estéril sentarse a discutir si falta una de ellas. El árbitro no sólo tiene que mediar, además tiene que tratar de unir, si no aumenta la distancia, y lo que nosotros queremos es acercarnos, estar más unidos para ser una cadena”.

Cada tambo

Frente a la escala de precios que pagan las industrias, que van de 1,55 a 1,60 peso por litro, el ingeniero explicó: “Los tambos entre 3 mil y 3.500 litros de producción diaria, con un 60% de arrendamiento (o sea que alquilan parte del campo para producir más) están trabajando con un costo operativo de 1,80 a 1,85 peso por litro de leche; los de 6 mil, entre 1,60 y 1,80 peso y los de mayor producción, de 1,50 a 1,70 peso, que son los que tienen más flexibilidad, más elasticidad”, pero aseguró que esto no garantiza que puedan soportar este desfasaje.
“O sea que tenemos la misma cantidad de vacas, pero menos tambos y menos mano de obra en la faz rural, lo que venimos repitiendo”, dijo para admitir que se trata del camino de la concentración.
De todas maneras, ese solo factor no hace al peor escenario, sino que “se suma la cuestión climática, que sumado a los malos precios, hacen un combo perfecto para la quiebra de una unidad de producción”. “Lo que agudiza la situación es que venimos de un mal año, y para aquel productor que viene sin reserva de alimentos, hay que agregarle 30 ó 40 centavos más por litro de leche”, estimó Briner. Y explicó que “también hay que sumar las condiciones extremas de Estados Unidos, que tira hacia arriba los costos para la nutrición y el productor que viene ya castigado va a tener que comprar un maíz a 1.000 ó 1.200 pesos, muy por encima de lo que puede pagar, lo que hace un panorama desalentador”.
Para Briner, “la sensación de bolsillo ya pegó” y en síntesis hace al reclamo, porque entiende que no hay mucha producción lechera empresaria en la cuenca y estas mismas condiciones no permiten avanzar hacia allí, con mayor planificación, lo que hace al panorama “más grave”.
Y por último, esbozó que los productores “estamos rogando que llueva por estos días, para que el año que viene no desaparezcamos el 30% de los tambos, ya que arrancamos con un suelo con una fertilidad muy inferior”.

“Ahora es cuando”

Para los productores lecheros de una amplia región que se reunieron en Villa María, la protesta se dispara “naturalmente” por la situación que afrontan.
Héctor tiene un tambo de 5 mil litros y entrega en Lácteos Pozo del Molle, donde le liquidan, según indicó, 1,59 peso el litro.
Raúl, de Carrilobo, lo hace en una pyme de la localidad, donde le pagan 1,50 peso.
Sostienen que “los hipermercadistas o la industria, tendrán que ceder para recuperar lo que perdemos cada día”. “Vamos a bloquear hoy una planta y mañana otra y otra y otra, hasta que tendrán que ceder y sentarse”, coincidieron.
Javier, productor craikense, también opinó: “El Gobierno se quejaba de los sojeros, entonces ahora es cuando debe demostrar que apoya a los tamberos”.

FOTO 2: Briner (a la derecha), junto a otro productor, Javier Fabi

FOTO 3: Héctor y Raúl, dos tamberos