Escribe: Daniel J. Cerutti
Muchos pobladores de esta localidad, especialmente aquellos consustanciados con el deporte más popular, dieron el adiós postrero al querido “Motorcito” Avelino Giovanini. Los que quisieron reconocer acompañándolo hacia su última morada, eso que significó para él un hábito de vida, concretamente esa obsesión por mantener viva la implicancia del fútbol en la niñez y juventud playosense. Quienes sin dudas respondieron con creces a su ejemplo de trabajo, paradigma de lo que siempre intentó en su afán de ver surgir nuevos valores para la divisa que llevaba en el alma: la “blanca” de Playosa Sportivo Club.
Cualquier persona que haya superado la barrera de los cincuenta recuerda el horario preferido en que siendo aún purrete esperaba el atardecer con frío o con calor, conociendo el puntual sonido de la moto en la que el cariñosamente apodado “Motorcito” se conducía desde el campo donde trabajaba para venir a compartir lo que más estimaba e hizo durante más de cuatro décadas: tener a 20, 30 o más chicos corriendo detrás de la pelota. Siempre valorando las virtudes de los infantes o con gesto amable corrigiendo los errores de sus pequeños protagonistas.
No fue sólo un laburador del fútbol, pues abarcó mucho más que eso: el cuidado del campo de juego, su preparación previa a los partidos oficiales, limpieza de vestuarios y tribunas, en fin, todo lo que signifique un acto en beneficio de la marcha e imagen institucional.
Metódico en el cumplimiento de los horarios, también apreció resguardar las estadísticas, por ello y con elogiable criterio los actuales directivos reunieron tiempo atrás en archivo y como verdadera pieza de museo todos los viejos cuadernos, fotografías y anecdotarios que Avelino legó para la posteridad e historia de la entidad local, con los recuerdos de aquella invalorable tarea durante su vida activa, tanto como jugador de Primera o entrenador de divisiones inferiores.
Asimismo en la recientemente inaugurada Sala de Secretaría, el cuadro con la figura inolvidable de don Avelino en su época de plenitud tiene particular simbolismo y significación: como una guía ejemplar para quienes conduzcan los destinos de la entidad en la etapa actual o para lo que el devenir futuro exija a los dirigentes.
Un recordado literato español, como verdadero homenaje y afecto hacia la trayectoria existencial de su padre supo manifestar “que vivir se debe la vida, de tal modo que viva quede en la muerte”. Sin duda que las virtudes expuestas en vida por el apreciado entrenador se adaptan perfectamente a ese reconocimiento esencial y seguirán constituyendo modelo orientativo para quienes asumen que el trabajo con sentido altruista y despojado de pura ambición económica, es lo que enaltece y dignifica al ser humano. Avelino, fue con su humildad y dedicación constante, un ejemplo para todos.
Otras notas de la seccion Deportes
El peor Agosto de su vida
Argentino, campeón
Jockey no pudo con Athletic
Otra victoria del "Sanmar"
Villa María, subcampeón
|