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Víctor Tridenti integra una de las primeras familias que habitó el barrio |
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Víctor tenía sólo cuatro años cuando sus padres se radicaron en Barrancas del Río. Su papá, Américo, venía de Idiazábal y ya radicado en Villa María se incorporó como empleado a la empresa Chiantore.
“Estaban en una zona muy poblada y debía salir, por lo que eligieron el terreno en esta zona, que era bastante aislada”, recordó Víctor Tridenti a EL DIARIO En los Barrios.
Cuando llegaron había sólo quintas y un basural, ubicado en lo que ahora es la entrada a ese sector vecinal, que de alguna manera marcaba el límite en la zona urbana.
“Además de nosotros estaban los Dequimpe y los Moreno, que eran los primeros que vinieron a vivir acá”, dijo.
Donde actualmente está la fábrica de Chiantore había una fábrica de jabones de la familia Rodríguez.
“Nosotros vivíamos en la fábrica hasta que mi padre se hizo la casa acá, a metros de la fábrica”. Américo era calderista y tanto su vida como la de la familia giró en torno al barrio.
“Te puedo contar que la Savio, así como está ahora, no existía. Era un camino de huella, porque como estaba el basural en la entrada, cerca de la bomba de agua que alimentaba la carbonera del ferrocarril, después no había nada”, señaló.
Víctor tuvo ese privilegio que cuentan los que se criaron en lugares con mucho aire libre para jugar. Con hermanos e hijos de unos pocos vecinos, hacían “indiadas” por el barrio.
Si tuviera que definir “el” lugar que más marcó su infancia, no duda en señalar que fue el río. “No era como ahora, pero te diré que estaba mejor. Nosotros sabíamos donde se podía bañar y dónde no, lo conocíamos como nuestra casa”.
“Ahora está distinto. En una época le pusieron una montaña de tierra del lado de Villa María, sumado a ese famoso basural que iba quitando terreno al río haciendo que busque más para el lado de Villa Nueva, te puedo decir que hoy no es lo mismo”, dijo.
Otro lugar preferido de la infancia era la zona de los trenes, donde hacían chozas para dar rienda suelta a la imaginación de ese grupo de niños que tuvieron al Barrancas del Río como mudo testigo de los años de la niñez.
El otro tema que era importante para los chicos que crecieron en el barrio fue el transporte que los llevaran al lejano centro.
“Por años nos movíamos con el trencito de Las Playas, que primero nos dejaba en la Corrientes o Entre Ríos y en el último tiempo acortó unas cuadras teniendo la calle Tucumán como última parada”, afirmó Tridenti.
Después, cuando sacaron el servicio, empezaron a utilizar el colectivo que llevaba a los trabajadores de la Fábrica Militar, aunque estaba muy limitado a los horarios de ingreso y egreso de los empleados, hasta que finalmente.
Sobre el nombre
Una de las cosas que llama la atención es el nombre, afirmó Víctor Tridenti. “Antes era Villa María Cristina, en homenaje a una de las hijas de Manuel Anselmo Ocampo. Pero después, para recordar la historia de un muchacho que había hecho una choza al lado del río, en la barranca que después se desmoronó y le provocó la muerte, le pusieron Barrancas del Río”.
Vecinos
Salvo las familias que habitaron desde un primer momento el lugar, hoy, Tridenti reconoce a muy pocos vecinos. En los últimos años el sector se ha revalorizado y de ser la zona de quintas por excelencia, hoy es zona de “casaquintas”.
“Son todos vecinos nuevos a los que casi no conozco”, dice.
Tridenti sigue ligado al barrio porque su hermano vive allí y, además, porque pasa la mayor cantidad de horas del día en el lugar, dado que tiene su trabajo en la casa paterna.
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