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El protagonista es un joven rapero de Guinea que llegó a Rosario |
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El cineasta rosarino Rubén Plataneo estrenará en el Espacio INCAA Km 555 su documental “El gran río”, una película que pone en evidencia los lazos culturales que existen entre Africa y Argentina, a través de la aventura humana de un joven rapero de Guinea conocido como Black Doh, quien llegó como polizón a Rosario, donde grabó su primer disco de canciones.
Este joven llegado en un barco mercante a la “tierra de Maradona”, dejó atrás a sus amigos, su familia y su madre, a quienes no volvió a ver, y luego se instaló en la ciudad de Buenos Aires, donde grabó su primer disco con canciones en Soussou, francés y castellano, que años más tarde llegaron a oídos de sus seres queridos en Africa.
“El gran río” se verá hoy, mañana y el domingo a las 21.30, en la sala de Sabattini 40.
Así se presentará el relato de las difíciles vivencias de David y a través de ellas se abordará la historia de un tipo de inmigración diferente contada también de una manera distinta, ya que visibiliza los lazos escondidos y ocultados que existen entre Africa y Argentina.
En una entrevista con Télam, Plataneo explicó que “el objetivo principal de David era grabar su primer disco. El rodaje de la película se hizo paralelamente a la grabación del disco, con bases del rapero rosarino DonQ y arreglos de grandes músicos rosarinos y amigos de Black. Ahora presentamos juntos la película terminada y el disco, que se titula ‘Cruzando el mar’”.
-¿Cuál fue la génesis del proyecto?
-A comienzos del siglo el país entró en justificada convulsión y entre las contradicciones se convirtió en el tercer exportador de soja del mundo. En Rosario el estado profundizó el calado del río Paraná y se instalaron 17 puertos privados. Empezaron a entrar muchos barcos ultramarinos, algunos de ellos traían en sus oscuras panzas chicos africanos. Polizones que escapaban escondidos en un hueco ubicado junto al timón, sobre la hélice, esperando llegar a Europa, arribaban desnutridos, deshidratados ...a Rosario.
-¿Cómo conociste a este muchacho africano?
-Empezamos a investigar el fenómeno, buscando un personaje especial, entre los muchachos que iban a buscar apoyo y aprender castellano a la asociación de refugiados. Encontramos a David Dodas Bangoura, rapero de Guinea, de 17 años, que tenía cinco viajes como polizón y nos dijo: “Hace dos años que estoy acá y mi madre no sabe si estoy vivo o muerto”. Ahí empezó la película.
-¿Cuántos africanos pasan situaciones parecidas?
-Black Doh, su nombre artístico, vivía en el puerto de Conakry, capital de Guinea. Allí había decenas de niños esperando por abordar un barco que los sacara de la extrema miseria de sus ricos países, de la dictadura militar de sus gobiernos corruptos. Otro protagonista de la película, Mohmet Baldé, con 8 años, escapó de un bombardeo a su escuela en Liberia y con miles de personas corrió hacia la frontera y entró en Guinea. Mucha gente, de todas las edades, quiere irse del país, como sea...
-¿Cuáles son los vínculos culturales que existen con Africa?
-Son escasos los vínculos culturales, lamentablemente, prácticamente no hay embajadas de la mayoría de los 53 países africanos, incluso. En nuestro país, que tiene una legislación migratoria de avanzada, receptiva, no hay muchas políticas para el intercambio cultural con países africanos, con la inmensa tradición cultural del continente negro.
-¿Qué importancia tiene la música en su vida?
-David, Black Doh, decidió hacer música desde niño, a pesar de la opinión de su madre y abuelos. No dejó la escuela, pero tampoco el canto ni el djembé, no dejó de escribir relatos para cantar, con ese estilo ancestral de los cantantes-relatores de las experiencias de la vida, los griots. Viajó escondido en el barco con tres amigos, Abdoulay, Lamine y Fonike, que hacía beatboxing, y David cantaba para no olvidar las letras de sus canciones.
-¿Cómo fue el rodaje en Africa?
-Fueron 20 días de mucho trabajo y situaciones delirantes, empezando porque llegamos a días de un golpe de Estado... Era complicado poner la cámara en la calle, pero filmamos donde y como podíamos, contando con la gran amabilidad -y complicidad- de toda la gente que no fuera militar, sobre todo la familia y amigos de nuestro protagonista.
-¿Tuvieron que soportar alguna persecución?
-Afortunadamente no sufrimos actos de violencia y la verdad es que casi no existen, la gente allí, de mayoría musulmana, discute mucho, pero no se va a las manos fácilmente y no hay robos prácticamente. Pudimos llevar las primeras grabaciones del disco de Black a su familia y a sus amigos raperos. Fuimos a hacer el viaje al revés, a unir en la película lo que la historia había quebrado, a descubrir motivos y contradicciones, a pintar con otra paleta, a escuchar la versión del gran personaje ignoto: la madre del protagonista, Fatoumata Ousmane Bah.
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