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Los “ataques difamatorios” orquestados contra el conductor Víctor Hugo Morales, motivo de reflexión y análisis |
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Escribe:
Beto Lorenzati (*)
“¿A vos te parece que hizo la plata trabajando?” “¡Se rumorea que es un mal jefe!” “¡Dicen que engaña a su pareja!”
Las anteriores son expresiones que se suelen escuchar en círculos privados. En tanto, desde algunos medios de comunicación se propagan descalificaciones, que toman carácter público, tales como: “Habla así porque le pagan”. “Esto es peor que una dictadura”. “La gente dice ...”.
Vale preguntarnos: ¿cuáles son las raíces de tales comentarios?.
En diversos ámbitos, solemos escuchar reproches hacia ciertas acciones y/o personas, incluso algunas desde el resguardo del anonimato.
En tales ocasiones, el sentido autocrítico del receptor permitirá reconocer falencias para crecer humana y profesionalmente. Y a la vez discriminar aquellas reprobaciones que tienen su origen en haber hecho las cosas bien. ¿Cómo es factible esto?
Para aproximar una respuesta, recurrimos a José Ingenieros que en su libro “El hombre mediocre” afirma: “Diríase que empañan la reputación ajena para disminuir el contraste con la propia”. Es decir, estos enunciadores con sus descalificaciones prefieren rebajar una noble acción a imitarla, y quienes las repiten se convierten en sus voceros. Al respecto José Ingenieros agrega: “Eso no excluye que existan casquivanos cuya culpa es inconsciente; maldicen por ociosidad o por diversión; sin sospechar dónde conduce el camino donde se aventuran. Al contar una falta ajena ponen cierto amor propio en ser interesantes, aumentándola, pasando insensiblemente de la verdad a la mentira, de la torpeza a la infamia, de la maledicencia a la calumnia”.
Los efectos de las acusaciones, reproches y descalificaciones suelen ser mayores cuando son de carácter público. Al profundizar en sus razones, solemos descubrir otras causas. ¿Cuáles? En ciertas ocasiones, los destinatarios de tales maledicencias han evidenciado privilegios, atropellos, fraudes y excesos de sectores corporativos, muchas veces causas de nuestros males.
Entonces ese establishment suele recurrir a vericuetos judiciales para descalificar a esas personas. Ejemplo de esto, es la sucesión de causas judiciales contra el juez español Baltasar Garzón que encuentran su origen en haber intervenido en temas de lesa humanidad.
En otras oportunidades, cuando no encuentran una veta judicial para atacar a sus blancos, incitan a una condena pública, a través de multimedios corporativos.
Algunas veces lo hacen con mensajes cargados de adjetivaciones negativas y datos falsos, como son por estos días los ataques difamatorios contra el conductor Víctor Hugo Morales.
¿Cuáles pueden ser las razones? Recordemos que Morales evidenció “operaciones e intereses” del grupo Clarín, tales como la venta de acciones sobrevaluadas de esa corporación a los jubilados vía AFJP, cuyos precios cayeron a los pocos días; puso de manifiesto a fines de 2007 que la fusión Cablevisión-Multicanal generaría una posición desequilibrante en el mercado del cable. Anteriormente había revelado los “negocios” de la corporación vinculados con el fútbol, y más recientemente dio su apoyo a La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
En definitiva, ciertas voces corporativas, suelen emitir reproches malintencionados, y a la vez propagan aplausos a quienes enuncian palabras a la medida de sus intereses.
Esta táctica, entre otras, suele darles resultado; en palabras de Lou Marinoff: “A veces ocurre que los lobos se disfrazan de pastores y convencen al rebaño (mediante propaganda, lavados zde cerebro y medios similares) de que los auténticos pastores son lobos. Entonces, el rebaño abjura de su pastor y sigue a los lobos hasta su perdición”. ¿Qué hacer entonces?
Al sumergirnos en las raíces de la comunicación multimedial y descubrir sus intereses y entrecruzamientos corporativos, quizás cambie nuestra percepción: sus aplausos sonarán dudosos, en tanto que sus acusaciones tendrán el tinte de reconocimientos.
De lo contrario se pueden hacer realidad las palabras de William Shakespeare: “El hereje no es el que arde en la hoguera, sino el que la enciende.”
(*) Licenciado en Administración
www.betolorenzati.blogspot.com
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