|
|
|
|
|
|
|
“Chocha” y “Puqui”, vecinas y amigas |
|
|
|
|
|
"Chocha” es el apodo de Esther Lucía Fiorotto de Giovanardi y “Vico” es el segundo apodo y no el apellido, como muchos creen. “Mi marido era Ludovico y a él le decían ‘Vico’. Cuando puso una joyería se llamó así y nos quedó como si fuera el apellido”, relató al comienzo de la charla en su casa, en el corazón del Almirante Brown, donde nos recibió acompañada de su amiga de toda la vida, María Celia “Puqui” Charras.
“Puqui” vino al barrio con tres años y Chocha nació allí. Las madres eran amigas así que se conocen de toda la vida.
Se ríen entre ellas cuando cuentan los juegos de la infancia. “Puqui siempre fue una artista. Hacía los teatros tapando el tejido con cartones y telas y actuábamos. Eran historias que inventábamos, de una chica huérfana que despreciaba a otra con plata”, recuerda Chocha.
“Juntábamos caramelos y para tener público le dábamos uno a cada chico que asistía a la función”, recordó.
Puqui habla de su amiga como una dirigente nata. “Ella organizaba, era la maestra en los juegos”, dice.
Recuerdan que en algunas casas, como la de los Torres, la madre de familia agasajaba a las “actrices” con un chocolate que disfrutaban como el que más.
Así, cada una fue haciendo su camino. Ambas fueron madres, trabajadoras y, además, Puqui tomó el camino del arte y Chocha el de ser dirigente.
Estuvo presidiendo el Centro Vecinal durante 16 años, “en épocas en que no había una sola mujer como presidenta”, recordó.
Los vecinos consultados la muestran como gestora. Recorrió los caminos del Centro Vecinal a la Municipalidad haciendo los trámites necesarios para que el barrio cuente con todos los servicios.
“Me pasé la vida en el Centro Vecinal. Siempre hacemos cosas, vendemos rifas, despedimos el año. La verdad es que todo lo que hicimos fue por el gran apoyo de los vecinos comprometidos, que son la mayoría”, dijo.
A la hora de enumerar los cambios, asegura que el que les cambió la vida fue la llegada de las cloacas.
“Antes tenías que tirar en baldes el agua del lavarropa porque se tapaban los pozos negros. Ahora todo es más fácil”, asegura.
Recuerda que su padre pagaba las cuotas del terreno a las autoridades de “La Francesa”, que le daban una libreta en la que cada pago quedaba registrado.
“Recién ahora están haciendo departamentos, si no las casas del barrio son las casas que estuvieron desde toda la vida”, recordó.
Con “Puqui” recuerdan los juegos en la estación de trenes y, especialmente, la dulce añoranza de las mandarinas que no eran vendidas al mercado y que entregaban los ferroviarios a los chicos del barrio.
“También me acuerdo de que antes de que llegara el tren ya estaban estacionados los mateos para llevar a la gente que venía de Santa Fe. Estamos hablando de una época en la que, por supuesto, no había taxis. Fíjese que la calle Lisandro de La Torre es más ancha precisamente porque estaba preparada para el paso de los coches de plaza”, dijo Chocha.
Con una risa contagiosa van desgranando los recuerdos y no pueden ocultar el orgullo de haber sido ellas las que pusieron el grano de arena junto a sus vecinos para convertir el confortable barrio que es hoy el Almirante Brown.
Otras notas de la seccion Suplementos especiales
“Es necesario que los trabajadores sean blanqueados”
Grupo colombiano toma el control de Libertad
Fuerte contrapunto entre la UIA y la CAME por los datos
Córdoba recibió 297,3 millones más que el año pasado
Nueva forma para buscar "laburo"
|