El jefe de la Unidad Departamental General San Martín, Daniel Ferreyra, acaba de afirmar públicamente que “son delincuentes” los jóvenes detenidos la semana pasada en Villa Nueva, uno de los cuales formuló una grave denuncia penal en la que dejó constancia de golpes recibidos a través de un certificado firmado por el médico forense, que lo revisó tras pasar más de 50 horas detenido.
¡Cierren los Tribunales! El comisario Ferreyra ya dictó sentencia. ¡Basta de jueces y fiscales! Para qué están, si el jefe de la Policía ya condenó, luego de pisotear aquel derecho fundamental en una sociedad civilizada, que dice que toda persona es inocente hasta tanto se demuestre lo contrario, y de pasar por encima también de esta democracia que, en días más, se apresta para cumplir sus 25 años.
Y cuando siente que se le está yendo un poco la mano, que para ser un poco más creíble tiene que conceder algo, va y se pisa: “Si se demuestra que el hombre se excedió, está la Justicia y el Tribunal de Conducta para tomar las medidas que hay que tomar. Nosotros tenemos innumerables casos semanales en los que vienen sanciones por parte del Tribunal de Conducta...”.
¿Cómo? Sí, también lo dijo él. Como ha dicho ante las entidades que le piden explicaciones que sus agentes son inexpertos, los peores, los que no tienen inteligencia para ingresar en una universidad ni en un terciario. Luego, en público, los defiende ¿porque saben algo y podrían hablar? ¿Qué hay de cierto en lo que afirma el e-mail que surca las redacciones de la ciudad y la provincia enviado por policiasanticorruptos@yahoo.com.ar y que todavía no salió a luz?
Se dicen allí tantas cosas de viajes a Santa Fe, a La Salada, a la Universidad de Córdoba... y los firmantes son policías que dicen ser honestos y que no se “bancan” cómo los están pisoteando también a ellos.
Algunos periodistas de la ciudad están investigando y se la juegan, mientras que otros lamen botas, sin darse cuenta que pueden estar manchadas de sangre. ¿Están como borrando pruebas? ¿Son como cómplices? La historia de la ciudad lo dirá, y lo dirá con nombre y apellido.
A la luz de los acontecimientos que se dan en Villa María en particular, y en la provincia de Córdoba en general, al amparo del Código de Faltas vigente, tememos lo peor.
¿Tenemos que esperar que se produzca un daño irreparable para que los ciudadanos comencemos a reflexionar serenamente sobre lo que nos está pasando, lo que nos pasó antes de estos 25 años de democracia y lo que nos puede pasar?
@ ¿Es necesario matar nuevamente a Sebastián Bordón?
En los años de la dictadura militar, el autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, teníamos que andar por la calle con nuestros documentos de identidad, por las dudas a alguien se le ocurriera detenernos en la vía pública.
Parece ser que los que rigen nuestra democracia, la que conquistamos con mucho dolor para la Patria, están olvidándose de ello.
Como se muestran incapaces para detener la pobreza, detienen a los pobres.
No se confundan. Nosotros también queremos una sociedad más segura, pero la queremos sin violencia policial.
Y estamos convencidos de que una sociedad más segura es posible, y se consigue con más educación, más trabajo, salud para todos, más viviendas y menos desalojos y, en definitiva, menos exclusión... mucha menos exclusión.
En ese contexto aparece la Policía que necesitamos, la que cuida al ciudadano, la que le aporta una tranquilidad mayor.
Nos surgen algunos interrogantes en torno a aquellos dichos en el sentido de que la violencia policial radica en que se han incorporado agentes policiales jóvenes e inexpertos, según las palabras vertidas por el actual jefe policial en diversas reuniones con instituciones:
1º) Si algunos policías son inexpertos, violentos y desconocen que estamos en democracia, ¿por qué no les enseñan?, ¿por qué no cambian después de las clases que recibieron de parte de especialistas en Derechos Humanos reconocidos en el ámbito internacional, como el doctor Horacio Ravenna y también de parte de religiosos de nuestra ciudad? ¿Quién les manda seguir adelante con un comportamiento reñido con el sistema y con el tiempo? ¿Lo hacen de motus propio o porque se sienten avalados, ya sea por el Código de Faltas o por los jefes policiales o algún político de turno?
2º) Si algunos hombres de la fuerza son inexpertos y violentos, ¿nos protegen? ¿Tienen real conciencia de que el arma es para protegernos?
¿Somos todos delincuentes? Varias han sido las personas que fueron detenidas y los reclamos que se han efectuado. Hemos leído las historias de un suboficial de la Marina detenido en un control policial, la del empleado de gran supermercado con sede en esta ciudad, la de un trabajador de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), la de una docente, la de un chico que cava zanjas para la Municipalidad, la de un perito tasador, la de dos chicos en La Playosa y tantas más. ¿Son todos mentirosos? ¿Somos todos delincuentes?
Efectivamente, “todos estamos sospechados de ser delincuentes”, nos repite Ferreyra. Pero, cómo, ¿no era que todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario?
Si a los ciudadanos comunes que transitamos las calles de nuestra provincia y han tenido la oportunidad de tener algún tipo de formación, los atropellan , los tratan con violencia en muchos casos, ¡por favor! pensemos en aquellos niños, hoy ya jóvenes y/o adultos, que fueron excluidos socialmente en los años ‘90 y no recibieron la educación que por derecho constitucional deberían haber tenido.
Pongamos en esa situación, de paso y por un momento, a quienes tienen alguna diferencia social, sexual, en el color de piel y que, sólo por ello, salen del prototipo del imaginario que intentan imponer acerca de “lo que debe ser”. ¿Qué tenemos? Más detenciones, más números.
A todo esto, sería bueno preguntarle al jefe policial sobre estadísticas. Pero las que están más allá de las detenciones efectuadas por infringir supuestamente el Código de Faltas. Por ejemplo, ¿cuántos kilogramos de droga se han incautado en la ciudad desde que está al frente de la repartición? Sería saludable saberlo, porque según la Policía Federal el consumo de droga en la provincia de Córdoba aumentó el 600%, lo que significa que la venta se ha multiplicado. Sin embargo, ¿de cuántos procedimientos “por kilo” tenemos noticia? Y a esto no nos lo arregla saliendo ahora a tontas y locas en busca de algún “perejil” con un porro en el bolsillo. ¿Sabe el señor jefe de la Policía que este flagelo, además, ya bajó el promedio de iniciación en la adicción a 11 ó 12 años? Estas son algunas de las cuestiones que nos preocupan, repetimos, junto con la educación, el trabajo... Estos son los delicados asuntos en los que necesitamos trabajar todos, sin más violencia, por más paz y en justicia social.
-Más de 30 Entidades Sociales por la Verdad y la Justicia
-Asamblea Popular en Defensa de la Democracia
-Vecinos Autoconvocados Contra los Abusos Policiales (VACAP)
-Asamblea Contra los Desalojos
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