De una ex empleada administrativa
Señor director:
El 3 de noviembre de 2011, comencé a trabajar en un lugar que está ubicado en la calle San Juan, un centro de neurorehabilitación, un lugar paradisíaco para mí.
Trabajé como empleada administrativa, sobre todo facturaba.
Estuve hasta febrero inclusive en negro, cobrando 2 mil pesos por mes, pero bueno, tenía trabajo y la esperanza que en marzo cambiarían las cosas.
Efectivamente en marzo cobro con recibo. Pero mal, me pagan 2 mil pesos igual. Acá empezaron los problemas. Yo les decía que el recibo estaba mal confeccionado.
Empezando por el básico: resumiendo mi recibo en el básico figuraba $4.112,67. Pero yo percibía de bolsillo $2.996,46, el recibo que yo tenía era raro.
Si bien trabajaba 6 horas (en el trabajo). El convenio de sanidad dice que: trabajando el 70% de la jornada corresponde pagar el 100% y ellos nunca lo quisieron entender.
Me dijeron que yo los amenazaba. ¿Reclamar lo que a uno le corresponde es amenazar?
Dije que trabajaba seis horas dentro del trabajo pero todo el trabajo que yo me llevaba a mi casa usando la computadora y mi escáner para que la facturación saliera en tiempo y forma, para que ellos pudieran cobrar de la misma manera.
Nunca recibí un pago de horas extras. Ahora quién me paga el desgaste de mis equipos, las horas que le quité a mi hija para hacerles el trabajo a ellos.
El 31 de julio a las 11.30 me informa el señor F. (uno de los socios) que estoy despedida, que fui una excelente administrativa, pero que se sintieron “amenazados” por los reclamos de mi sueldo.
Además, y qué casualidad, justo le había aceptado la planilla del PPP que ellos le habían firmado a una “prima” de una de las socias de esta empresa.
Me usaron bien durante nueve meses y me echaron, por reclamar lo que me correspondía.
Aclaro que el despido fue verbal. Este señor F me dijo: “A la tarde ya no vengas”. Obvio que fui a trabajar a la tarde, si no había telegrama. Yo no sé en qué momento trajeron una excelente escribana y por medio de ella, se confeccionó el telegrama, sin causa.
“Si total, los empleados somos descartables”, dijo una vez un profesional (no de empresa.
Para completar la semana pasada, me llama telefónicamente este señor F. para decirme que la carta de recomendación estaba demorada, porque yo había hablado a una obra social que ellos refacturaban.
Esto es una injuria hacia mi persona.
Primero: tengo mi cabeza con un montón de quilombos ¿y me voy a estar ocupando de estas cosas banales?
Segundo: soy una secretaria con todas las letras, sé manejar códigos.
Por último, gracias a todos los pacientes por el cariño brindado que conocí durante los nueve meses que trabajé allí. Que Dios los bendiga siempre.
M.R.G.
DNI 22738467
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